En muchas ocasiones, aquello que se manifiesta en nuestra mente a través de la percepción poco o nada tiene que ver con lo que realmente sucede cuando nos comunicamos con el otro.
Somos unos grandes expertos en interpretar las palabras del otro, sus miradas, sus silencios. Nos gusta Jugar a ser adivinos con aquello que está en la mente del interlocutor (¡ que sólo él conoce y que, en la mayoría de los casos, ni siquiera es consciente!).
Me maravilla ver cómo jugamos a ser unos resabidillos en el arte de la comunicación y nos creemos que tenemos el don de leer la mente de los demás y adivinar sus intenciones, en la mayoría de los casos siguiendo la regla del “piensa mal y acertarás”.
Muchas veces nos causamos mucho sufrimiento innecesario por aquello que pensamos que el otro ha dicho o hecho y que luego, con el paso del tiempo, nos damos cuenta que no es así. Nuestro interlocutor no se había dado ni cuenta, no le había dado importancia, o simplemente no había sabido regular la rabia, la impotencia, el miedo, la frustración, la sorpresa, la arrogancia o la tristeza que le llegó en ese momento en el cual estaba con nosotros.
También solemos poner el piloto automático cuando nos comunicamos, dejando poco espacio a la serenidad. Vamos por la vida como motos, saltando a la primera de cambio. Si nos sentimos atacados, no escuchados o juzgados, arremetemos contra el otro y no le dejamos que continúe con sus argumentos. En el peor de los casos, procedemos al linchamiento del otro, que es la forma políticamente correcta de censura que se ha creado en nuestra sociedad postmoderna.
Es urgente y necesario que modifiquemos este hábito generalizado de linchar y/o de insultar a aquel que no piensa como yo, de censurarle a través del juicio con una etiqueta demoledora y de ejercer esta forma de violencia sutil que tan extendida está desgraciadamente en los medios de comunicación, las redes sociales e incluso en nuestra esfera privada.
Además de adoptar esta nefasta estrategia del linchamiento, que es la máxima de las expresiones del juicio hacia al otro, también solemos caer fácilmente en los hábitos de racionalizar y de manipular.
Es urgente y necesario que paremos el hábito generalizado de linchar a aquel que no piensa como yo. Alejandra Sanchez Yagüe @mindtrainings Mejora tu comunicación con inteligencia emocional y PNL
Espero que hayas aprendido a mejorar tu comunicación a través del mindfulness. De esta forma estarás mejorando tu vida.