¿Hasta qué punto podemos decir que tenemos padres tóxicos? ser padre no es tarea sencilla, todos sabemos que no existen los padres perfectos, pero, hay un límite para todo.
Los padres tóxicos son aquellos que causan en sus hijos un sufrimiento innecesario a través de la manipulación, el maltrato y las demandas irracionales, incluso hasta la adultez.
Es duro reconocer que tenemos padres tóxicos, no obstante, tenemos la opción de poner un alto a esta toxicidad y utilizarla como lección para aprender a ser padres respetables.
Y es que, la relación que tenemos con nuestros padres, puede determinar la relación que tengamos con nuestros hijos, por lo que, estamos a tiempo de poner un alto a esa situación.
No se trata de juzgar a nuestros padres, sino simplemente, de hacernos conscientes de aquello que nos ha hecho daño y a partir de ahí, hacer cambios para poder comenzar a sanarnos.
Pero, ¿quiénes o cómo son los padres tóxicos? a continuación, te mostraremos una lista de los tipos de padres tóxicos, y sus características más representativas para poder identificarlos.
Cómo reconocer a los padres tóxicos
El rasgo distintivo de los padres tóxicos es el daño físico, social o psíquico que estos infligen a sus hijos, y que, por lo general, resulta sumamente perjudicial para su desarrollo.
No obstante, este maltrato no es fácil de identificar, ya que se realiza de forma velada y calculada, pero que podremos distinguir si ponemos atención a las siguientes conductas:
1. Manipulación
Los padres tóxicos suelen ser personas muy chantajistas, manipulan (consciente e inconscientemente) las emociones y las convicciones de sus hijos para poder lograr sus fines.
Suelen utilizar frases como: “espero que cuando tengas hijos no te hagan lo mismo”, “¿quién te va a querer como yo?”, “si sales con tus amigos me voy a quedar sola(o)”, etc.
2. Intrusión
Son padres que están pendientes de manera exagerada, de lo que hacen o dejan de hacer sus hijos. Interfieren en sus relaciones sociales y les impiden disfrutar su privacidad.
Quieren saber de qué hablan y con quien hablan sus hijos, revisan mensajes de teléfono, objetos y espacios personales. Creen que, mientras más control, más seguridad y afecto.
3. Sobreprotección
Son padres que no permiten que sus hijos se desenvuelvan y tomen sus propias decisiones. En especial, manifiestan un temor desproporcionado cuando se trata de correr riesgos.
No toleran que sus hijos sean autónomos, prohíben salidas con amigos y censuran sus opiniones o iniciativas por miedo a que puedan equivocarse y así “evitarles el sufrimiento”.
4. Imprudencia
Algunos padres tienden a contarle sus problemas a sus hijos como si fueran una especie de asesor o amigo, esperando recibir ayuda o por lo menos consuelo de parte de ellos.
Esto lo suelen hacer con la finalidad de desligarse de sus propios problemas y, de esta manera, poder depositar en los hijos deberes o responsabilidades que no les corresponden.
5. Perfeccionismo
Son padres que directa o indirectamente, les hacen creer a sus hijos que, su valía depende de que tan buenos sean o que tanto destaquen en comparación con otras personas.
Por ejemplo, los padres que exigen a sus hijos salir siempre en el cuadro de honor del colegio, que sus calificaciones sean impecables, o que sean los mejores en algún deporte.
6. Competencia
Aunque es difícil de creer, hay padres que se sienten amenazados por los logros de sus propios hijos, y compiten con ellos, ya sea a nivel físico, intelectual o incluso económico.
Esto se debe a que, padecen un alto grado de frustración y baja autoestima, y competir con alguien más débil (en este caso con los hijos), es su recurso favorito para desahogarse.
7. Desprecio
Esta actitud tóxica termina por degradar completamente la autoestima de los hijos, sobre todo, si desde pequeños, se les llenó de señalamientos de insuficiencia y de rechazo.
Mensajes que pueden ser demasiado directos e incluso ofensivos, por ejemplo: “eres estúpido, no haces nada bien”, “me avergüenzo de ti”, “nunca lograrás nada en la vida”, etc.
También es común que los padres tóxicos comparen a sus hijos con otras personas (resaltando sus defectos), o los ridiculicen y juzguen en público, entre otras actitudes.
8 Tipos de Padres Tóxicos
Las conductas anteriores son comunes a cualquier padre tóxico, sin embargo, no todos los padres que se aprovechan de sus hijos, se comportan exactamente de la misma forma.
Para sobrellevar una paternidad deficiente o superar sus secuelas con éxito, es indispensable que intentemos identificar la tipología concreta de crianza tóxica que nos tocó vivir.
1. El padre abusador físico
La OMS define como violencia al uso intencional de la fuerza física o amenazas, que puedan resultar en problemas del desarrollo, daños psicológicos, traumatismos o la muerte.
Los padres tóxicos que abusan físicamente de sus hijos, ejercen sobre ellos la violencia de manera constante, poniendo cualquier tipo de excusa, para poder justificar el maltrato.
La forma en la que llevan a cabo la violencia es por medio de golpes, empujones, quemaduras, fracturas, mordidas, arrojándoles objetos o con armas punzocortantes y de fuego.
Susan Fordward en su libro “Toxic parents” (1989), describe las características de los padres que maltratan físicamente a sus hijos de forma recurrente, las cuales son las siguientes:
Poco control de los impulsos, experimentan una gran frustración, por lo que, la contrariedad más trivial puede sacarlos de quicio y llevarlos a lastimar a sus hijos.
Falta de conciencia y empatía, normalizan el maltrato y lo utilizan como herramienta para liberar el estrés, por lo tanto, se vuelven insensibles ante el dolor ajeno.
Actitudes agresivas aprendidas, es habitual que quienes fueron lastimados en su niñez, a su vez, agredan a otras personas vulnerables al llegar a la edad adulta.
Resentimiento hacia los padres, generalmente el agresor físico guarda algún rencor (consciente o inconsciente) hacia sus propios padres y se desquita con los hijos.
Consumo de alcohol y drogas, quienes consumen sustancias son mucho más propensos a la violencia, por lo que, es otro factor importante de pérdida del control.
Es difícil que el padre maltratador rectifique y adopte otra actitud, debido a que, es una conducta muy arraigada. En algunos casos, les es casi imposible controlar su agresividad.
2. El padre abusador verbal
El poder de las palabras es inmenso, sobre todo, cuando estas provienen de aquellos en quienes deberíamos confiar, o que supuestamente, tendrían que cuidarnos y protegernos.
La violencia verbal puede resultar tan perjudicial como la violencia física o incluso más, ya que, dependiendo de su grado de intensidad, deja secuelas psicológicas difíciles de superar.
El abuso verbal hacia los hijos probablemente sea la forma de maltrato más común, y puede llevarse a cabo de diversas maneras, entre las más frecuentes se pueden encontrar:
Insultos y menosprecios: “eres un tonto”, “no sirves para nada”, “tengo un hijo estúpido”, “tú no puedes con esto porque nunca serás como tu hermano”, etc.
Críticas indirectas, por ejemplo, menospreciar a un hijo ante otra persona. El hijo escucha al padre, y aunque el mensaje no sea directo igualmente siente dolor.
Rechazar y/o amenazar con el abandono. Decirles a los hijos cosas como: “¿en qué momento me embaracé de ti?”, “me voy a ir y te vas a quedar solo(a)”, etc.
Inducir culpa en los hijos. Por ejemplo, advirtiéndoles frecuentemente: “sino fuera por ti, mi vida sería mejor”, “eres el culpable de mis pleitos con tu padre”, etc.
Usar la broma y el sarcasmo para hacerlo sentir mal y degradarlo. Por ejemplo: “era broma cuando te dije tonta, pero empiezas a parecerlo, que mal humor”.
3. El padre abusador sexual
El abuso sexual hacia los hijos es el acto más cruel que puede experimentar una persona, y también el que más daños provoca a nivel social, psicológico, emocional e incluso físico.
Y es que, cuando esto sucede, se quebrantan los valores básicos que deberían caracterizar a cualquier relación “padre-hijo”, que son el respeto, la confianza, y la responsabilidad.
Generalmente, los padres que son abusadores sexuales padecen pedofilia, un desorden que consiste en la atracción libidinal hacia niños o preadolescentes de 12 años o menos.
Quienes presentan este trastorno mental (en su mayoría de sexo masculino) experimentan impulsos incontrolables, que la mayoría de veces, culminan en acoso o el abuso deliberado.
En algunas ocasiones el abuso se debe a que el padre está intoxicado con alguna sustancia psicoactiva y tiene la fantasía de estarse vinculando sexualmente con otra persona.
Un dato importante y sumamente alarmante es que según la APA (Asociación Americana de Psicología) un pedófilo abusará en promedio de 164 niños a lo largo de su vida.
El abuso sexual que cometen los padres tóxicos hacia los hijos se clasifica en incesto abierto e incesto cerrado:
Incesto abierto: se presenta de manera explícita y directamente sexual. Por ejemplo, cuando el padre se mete a la cama del hijo y empieza a tocar sus genitales.
Incesto cerrado: se comete de manera discreta y son más difíciles de identificar. Por ejemplo, decirle al hijo que se desnude para “jugar al doctor” y poder tocarlo.
4. El padre adicto
Los padres tóxicos que tienen una dependencia al alcohol o las drogas, suelen degradar de manera muy significativa la estabilidad social, económica y psicológica de sus hijos.
Este tipo de padres no procuran el bienestar de sus hijos, por el contrario, debido a su adicción generan una serie de problemáticas que sus hijos intentarán cubrir y reparar.
Algunos de los problemas que enfrentan los hijos de padres alcohólicos o que conviven con un cuidador que padece un problema de adicción en casa, son los siguientes:
Falta de comunicación.
Poca o nula estructura familiar.
Violencia intrafamiliar.
Fracaso escolar.
Baja autoestima.
Crianza deficiente o negligente.
Abandono y aislamiento.
Problemas financieros.
Los padres adictos abandonan por completo el cuidado de los hijos para poder seguir drogándose, de tal forma, que al niño no le queda más opción que intentar ayudarle.
En muchos casos, es como si se invirtieran los roles, los hijos asumen responsabilidades de adultos, para poder cuidar de adultos que terminarán comportándose como críos.
Por ejemplo, cuando los padres se meten en problemas con la policía, los encuentran en la calle intoxicados, o se hacen daño a sí mismos, son los hijos quienes se harán cargo.
Algunos padres adictos prometen a sus hijos que cambiarán y superarán “su problema”, manipulando y alimentando las falsas esperanzas para perpetuar su círculo vicioso.
5. El padre inmaduro
Los padres inmaduros viven en un caos emocional que no les permite hacerse responsables del cuidado de los hijos por lo que no cubren sus necesidades emocionales ni físicas.
Son personas cuya oportunidad de desarrollar su inteligencia emocional en la infancia, fue nula o deficiente, y por ende, su forma de amar y educar a sus hijos es inadecuada.
Daniel Goleman en su libro “La Inteligencia Emocional” (1995), describió las deficiencias emocionales que caracterizan a este tipo de padres, y que resumimos a continuación:
1. No conocen sus emociones: Tienen una consciencia limitada de las emociones que experimentan, por lo que, suelen confundirlas y tienden a actuar de forma impulsiva.
Por ejemplo, como tienen problemas para saber lo que sienten, pueden experimentar alegría y reaccionar bruscamente, sin reparar en que, su conducta puede ser violenta.
2. Carecen de control sobre sus emociones: como les resulta muy difícil identificar lo que sienten, no encuentran un punto de referencia para limitar su comportamiento.
En otras palabras, tienen dificultad para canalizar sus emociones y hacerse cargo de ellas, así que, procuran culpar a los demás de sus problemas, en este caso, a sus hijos.
3. Carecen de automotivación y autorregulación: No son capaces de lograr sus objetivos, ni de ser constantes con lo que desean. Tienen una baja tolerancia a la frustración.
Irrumpen en intensos episodios de inadecuación o nerviosismo (entre otras emociones), especialmente, recurren a la ira y las amenazas, sin otra razón que la de desahogarse.
4. Carecen de empatía: No saben ponerse en el lugar del otro, para ellos, comprender los sentimientos y puntos de vista de los demás equivaldría a aprender un nuevo idioma.
En estos casos, los padres tóxicos dejan de lado los sentimientos, deseos y necesidades de sus hijos, para imponer (por el chantaje o la fuerza) lo que creen que es correcto.
5. Incapacidad para resolver conflictos: No están dispuestos a escuchar, y sobre todo, a comprender a sus hijos, de ahí que crear un ambiente tóxico sea su rutina predilecta.
Es decir, sus interacciones están orientadas al conflicto, siempre buscan el enfrentamiento, la imposición de sus ideas y creencias, así como el sometimiento de los demás.
6. El padre rígido
Se trata de padres perfeccionistas, que transmiten a sus hijos la idea de que: “las cosas deben hacerse de manera perfecta”, de lo contrario son idiotas o insuficientes.
Esta creencia queda grabada en la mente del niño, quien temerá cualquier experiencia en donde tenga “la posibilidad de fracasar”. Miedo que se llevará hasta la edad adulta.
Debido a que, la vida está llena de fracasos y aciertos, este tipo de padres tóxicos, adoctrinan a sus hijos para que adopten una actitud evasiva ante cualquier riesgo.
En general, para que le teman a la vida misma. Haciéndoles creer a los niños que su valor como personas, radica únicamente en sus logros y en aquello que hagan bien.
Cuando los hijos cometen errores los reprenden severamente y los hacen sentir tan culpables, que llegan a creer que no serán capaces de hacer nada bien por sí mismos.
Los padres rígidos no permiten que los hijos tomen sus propias decisiones y argumentan cosas como: “estás muy joven para decidir”, “haz lo que te digo y no fracasarás”, etc.
Estas personas viven con un miedo enorme a ser rechazadas, el cual transmiten a sus hijos, que a su vez, harán todo lo posible para ganarse la aprobación de otras personas.
Los hijos de este tipo de padres tóxicos viven reprimidos, y se prohíben a sí mismos mostrarse tal y como son, ya que creen que deben satisfacer un prototipo de perfección.
7. El padre manipulador
De todos los tipos de padres tóxicos que existen, los expertos en el arte de la manipulación psicológica son aquellos que se esmeran en maltratar emocionalmente a sus hijos.
La manipulación emocional es algo inherente a las relaciones humanas, y como tal, no es en sí misma buena o mala, es simplemente parte del intercambio comunicacional.
Por ejemplo, un vendedor puede utilizarla para persuadirnos y, por otro lado, aunque no le digamos directamente que no nos interesa, con un simple bostezo lo entenderá.
El problema viene cuando se manipula para someter al otro, en el caso de los padres tóxicos, manipulan a sus hijos para satisfacer sus propios deseos y expectativas egoístas.
Muchos padres se especializan en hacer que sus hijos sientan culpa, fomentándoles la idea de que “están en deuda” o “necesitan su permiso” incluso cuando ya son adultos.
Por ejemplo, la madre que constantemente le recuerda a su hijo, lo mucho que tuvo que sacrificar para poder darle un hogar, sustento, comida, cuidados, educación, etc.
Por lo que, cada vez que el hijo intenta algo contrario a sus deseos, como independizarse y dejar la casa, la madre lo chantajeará emocionalmente para que no lo haga.
Esta manipulación por parte de los padres genera en los hijos un remordimiento patológico, que los induce a satisfacer acríticamente las peticiones más nocivas y perturbadoras.
Irónicamente, se han convencido de que, si hacen algo que sus padres no aprueban, están siendo malas personas. Las pautas de manipulación parental más comunes son:
Exagerar para generar culpa.
Victimizarse, fingir vulnerabilidad.
Expresarle constantemente “me decepcionas”.
Comparar al hijo con otras personas.
Echarle en cara lo que se hizo por él.
Intimidarlo para limitar sus acciones.
Aplicar la “ley del hielo” como castigo.
8. El padre trastornado
Padres tóxicos que padecen un trastorno de la personalidad, y que, generalmente, son reacios a recibir tratamiento, por lo tanto, sus relaciones personales suelen ser tormentosas.
Lo más difícil de lidiar con padres trastornados, es que muchas veces no son conscientes de su enfermedad y, por ende, no pueden distinguir la anormalidad de su comportamiento.
Entre las perturbaciones que llevan con mayor facilidad al abuso de los hijos, se encuentran el Trastorno Narcisista de la Personalidad y el Trastorno Límite de la Personalidad.
Padre narcisista
Siempre quiere ser “el mejor” al grado de competir con sus propios hijos. Nunca será un padre cariñoso, incluso cuando estos cumplan sus expectativas los tratará despectivamente.
Un padre narcisista tiende a ser sumamente autoritario y controlador, ya que, está incapacitado para involucrarse en el mundo de los demás, y no considera las opiniones ajenas.
Intentará, sobre todo, menospreciar o devaluar los logros de sus hijos cuando estos empiecen a sobresalir, generándoles inseguridades y graves daños al desarrollo de su autoestima.
Padre con TLP
Los padres con TLP o “borderline”, tienen una enorme inestabilidad emocional y suelen actuar de manera impulsiva, caprichosa e inesperada sin medir las consecuencias.
Son muy propensos a tener arranques de ira violentos, a involucrarse en pleitos y relaciones inestables, a lesionarse, y en los casos más graves, a cometer intentos de suicidio.
Tener una madre o padre con TLP es vivir intranquilo y ansioso por no saber cómo va a reaccionar o en qué nuevo problema se va a meter en un determinado momento.
Por ejemplo, puede haber momentos en los que sufran episodios intensos de ira, y tiendan a ejercer violencia física hacia los hijos o personas cercanas sin motivo aparente.
Otros, en los que se muestran sumamente tranquilos y la convivencia es muy buena, lo cual genera una gran confusión y frustración en las personas que conviven con ellos.
Un padre que padece Trastorno Límite de la Personalidad, y no lo ha tratado, llevará a sus hijos a experimentar un estrés continuo y desgastante, debido sus altibajos emocionales.
El trastorno se presenta con más frecuencia en mujeres, no obstante, convivir con una madre o un padre con este tipo de problema implica estar expuesto a todo tipo de abuso.
Esperamos haber solucionado tus dudas sobre los padres tóxicos, pero si todavía tienes inquietudes o necesitas ayuda psicológica contáctanos, estamos aquí para ayudarte.
REFERENCIAS: Canales, J. (2018). Padres tóxicos (2.a ed.). Buenos Aires: Paidós. | Forward, S. (2013). Padres que odian: Supere su doloroso legado y recupere su vida. Barcelona: Penguin Random House. | Pakistan Journal Of Medical Sciences (2014). Parental Psychological Abuse toward children and Mental Health Problems in adolescence. [Link] | Dunham, S., Dermer, S., & Carlson, J. (Eds.). (2012). Poisonous parenting: Toxic relationships between parents and their adult children. Routledge. [Link]
Consulta la publicación original: "" de Ayuda Psicológica en Línea.