1. No importa si prefieres una ducha reconfortante ya sea caliente, templada o fría; o si por el contrario eres de los que se decanta por un baño espumoso donde el sonido de las burbujas sea el único capaz de romper el silencio.
Sea cual sea tu caso: crea un spa a tu gusto, apaga las luces o disminuye su intensidad, coloca alguna vela si te gustan, escucha música relajante si lo prefieres, elige la temperatura ideal? ¡y olvídate del tiempo!
2. Mientras te desvistes y esperas a que el agua esté a la temperatura ideal para ti, haz respiraciones profundas y largas.
Concéntrate en respirar y exhalar, eso te ayudará a reducir la velocidad de tu mente y calmará tus pensamientos.
3. Entra en la ducha y centra tu atención ella temperatura del agua.
Toma nota de cómo te sientes, concéntrate en el aroma del jabón y aprecia las sensaciones refrescantes que la ducha te ofrece.
Si tu mente se pierde entre pensamientos, haz una respiración profunda y déjalos marchar. Lleva tu atención a la meditación.
4. Imagina que el agua es una luz pura; una limpieza que alivia tus preocupaciones, y que los arrastra hasta el desagüe.
Sigue haciendo respiraciones profundas y prolongadas mientras jabonas tu cuerpo y te preparas para el resto del día, para la meditación o para acostarte si es de noche.
5. Llega el momento de poner fin a la ducha, pero no de seguir aumentando tu bienestar. Por eso, este es un momento ideal para ofrecer gratitud.
Concéntrate en las cosas que están bien en tu vida, en todo lo que hace que te sientas bien, o en los recuerdos que hacen que dibujes una sonrisa en tu rostro. ¡Las sensaciones son increíbles!
Piensa que transformar ese tiempo de baño en un momento relajante es todo un regalo para tu cuerpo y tu mente. Te mereces dedicarte ese momento de relajación total.
Y no lo olvides: el agua produce cientos de beneficios en tu cuerpo y tu mente, así que? ¡aprovéchalos!
Fit Beat by Natalia Gómez