Pensamos que somos presos de las circunstancias, que cuando las cosas salen mal no hay nada que hacer. Lo cierto es que la manera en la que pensemos determina las decisiones que tomamos, y la actitud con la que afrontemos cada experiencia, por amarga que nos resulte.
Habrás observado a personas, e incluso habrás comprobado tu mismo, que cuando tus pensamientos giran en torno a lo negativo, te centras en todo lo malo que sucede, pones toda tu atención a los aspectos negativos, y en consecuencia, tu actitud acaba inevitablemente siendo negativa. Esto es algo que realmente te debilita, te consume la energía, y te predispone a verlo todo como un ataque contra ti, permaneciendo así a la defensiva.
La actitud que tomes frente a la vida y tus circunstancias determinará tus pensamientos, tus ideas, decisiones y acciones; de tal modo que tú eres el responsable tanto de tus amargas vivencias como de las más mágicas y satisfactorias. Aunque no lo creas, ante unas mismas circunstancias es posible tomar una actitud diferente; que te lleve a algo productivo para ti, o por el contrario, haga que te derrumbes y te cierres a ver una salida a tu malestar.
Tu verdadera fortaleza radica en tu actitud
¿Por qué vemos a personas que habiendo nacido en condiciones desfavorables pueden ser las más felices?, ¿por qué vemos en cambio a otras personas que teniendo comodidades y oportunidades acaban siendo muy infelices? A estas preguntas solo se puede responder de una forma: no estamos mejor o peor dependiendo tan solo de las circunstancias por las que pasemos, sino por la actitud que decidimos tomar ante esas circunstancias.
“El talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento que le acompaña, le ofrece la singular oportunidad –incluso bajo las circunstancias más adversas- de dotar a su vida de un sentido más profundo. Esa libertad interior, que nadie nos puede arrebatar, es la que confiere a la cada existencia una intención y un sentido, y en esa decisión personal reside la posibilidad de atesorar o rechazar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior.”
“Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.”
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal- que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.”
En estas palabras tan sabias comprendemos mejor la importancia que tiene nuestra actitud ante las circunstancias que vivimos. Tiene una importancia vital, hasta el punto que determina la vida con la que seguiremos adelante. Ver el vaso medio vacío, no es realismo, representa un abandono y rendición ante lo que creemos que es injusto.
Ver el vaso medio lleno tampoco significa tener que dejar de sentir todas las emociones que nos resultan desagradables. Significa sentir y explorar nuestras emociones hasta el punto de conocernos y comprendernos mejor a nosotros mismos, para que no veamos todo lo que nos resulta desagradable como un ataque personal y lo podamos ver como lo que es. La vida está compuesta por todo tipo de situaciones, de injusticias y de asuntos difíciles de entender; tomar una buena actitud frente a esto supone extraer aprendizajes y buscar un significado más profundo a todo lo que ocurre, para conocernos mejor y sacar lo mejor de nosotros mismos independientemente de las circunstancias.
Aceptación de las circunstancias
Como hemos podido comprobar con las anteriores palabras, las circunstancias no son algo contra lo que luchar, ni se presentan en nuestras vidas para perjudicarnos con la pretensión de hundirnos. Las circunstancias que vivimos tienen un significado profundo, que en la mayoría de las ocasiones no podremos comprender. Lo único que depende realmente de nosotros es la actitud que decidamos tener ante lo que nos enfrentemos….
En definitiva, la actitud que tomamos solo depende de nosotros, y representa una respuesta que damos ante las situaciones que se nos presentan. Nuestra experiencia está determinada por las decisiones que tomamos. Tenemos dos vías de actuación fluir con la vida, sacando el mayor provecho y aprendizaje para nuestro desarrollo personal, o detenernos a luchar contra ella, con lo incomprensible y con nosotros mismos, boicoteando nuestro bienestar y estancándonos en el sufrimiento.
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