Desde que somos niños se nos educa a ver la realidad en términos duales. Somos enseñados a clasificar las experiencias en buenas o malas. Las buenas son las que sentimos que nos gustan y las malas las que nos disgustan. Queremos que en la balanza de nuestros juicios siempre pese más el platillo de las experiencias que nos gustan. Sin embargo, la vida se desarrolla fuera de nuestro control por mucho que no nos guste. En muchas ocasiones, las cosas no son como nos gustaría y no podemos hacer nada respecto a ello.
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Cuando algo sucede en nuestra vida y no nos gusta y además no podemos cambiarlo, lo mejor que podemos hacer es aceptarlo. Después de este primer paso, que es muy importante, viene el segundo: hacer una interpretación de la situación que juegue a mi favor.
La vida es cambio
La vida es cambio y la realidad se mueve de manera continua. Todo aquello que nos rodea está en continua transformación y movimiento. Nosotros, por herencia cultural tenemos una visión más bien estática de las cosas. Esta visión es una de las causas más importantes de nuestros desequilibrios emocionales y preocupaciones.
Por mucho que nos empeñemos en que todo siga igual, la vida tiende al movimiento. Este movimiento y constante cambio al que la realidad está sujeta, hacen que aparezca la incertidumbre. Los seres humanos tenemos muchos problemas para sentirnos medianamente cómodos con la incertidumbre.
La incertidumbre nos genera inseguridad y nos hace sentir la sensación de que perdemos el control de nuestra vida. Es importante que seamos conscientes de que la realidad abarca mucho más de lo que nosotros podemos percibir con nuestro sentidos. Por ese motivo, debemos olvidar nuestras ideas preconcebidas acerca de como deben de ser las cosas y aceptar la posibilidad de la incertidumbre. Abrazar la incertidumbre es el primer paso para dar otro color a una realidad que antes solo veíamos gris. En ese abrazo se incluye la aceptación más absoluta de que todo es como debe de ser.
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Tú llevas el timón de tu propio barco
Quizá estés acostumbrado a creer que la vida y las circunstancias son las causantes de cómo te sientes. Probablemente te sientes a merced de lo que suceda. Te haces una idea de cómo deberían se las cosas y esperas que así sea. Sin embargo, como todos sabemos, no siempre las cosas son como queremos. Entonces, ante el resultado indeseado, tú lo juzgas de malo o de inadecuado.
No obstante, cuando miras hacia atrás, ¿cuántas veces algo que creíste inadecuado resultó ser la opción idónea para ti? Lo que pasa que eso solo podemos verlo con el paso del tiempo. Por ese motivo, por mucho que las circunstancias no se adapten a lo esperado, tú puedes decidir cómo interpretar aquello que suceda de la manera más positiva posible.
La próxima vez que suceda algo que no te gusta, detente un momento, y permítete considerar la posibilidad de que quizá ese resultado pueda llevar un regalo no imaginado para ti.
Cambia tu manera de mirar la vida
Cómo ya hemos dicho, tú eres la persona que más poder tienes sobre ti mismo. Tú eres el único que tiene control sobre tu manera de reaccionar y sobre tu manera de pensar.
En muchos casos, sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por el primer pensamiento que nos viene a la cabeza. Si este pensamiento es negativo, producirá un determinado efecto en nuestro cuerpo. Muchas veces, el pensamiento solo se ha originado porque estamos cansados o por preocupaciones personales. Sin embargo, si fuéramos capaces de verlo como lo que es, un simple pensamiento, no nos engancharíamos a los efectos que produce no verlo como tal. Si no estamos lo suficientemente alertas, este pensamiento será el principio de otros muchos de las mismas características que conseguirán que la realidad se coloree acorde con estos pensamientos.
De la misma manera, al contrario ocurre lo mismo. Si el primer pensamiento positivo que llega a nuestra mente es mantenido, y recibido como un huésped muy esperado, poco a poco irán apareciendo pensamientos que estén en la misma sintonía positiva y que darán un color muy diferente a la experiencia.
La capacidad de estar presente
Para conseguir crear la realidad que queremos es muy importante que seamos capaces de estar presentes. Esto se consigue con práctica, como todo. Normalmente, andamos perdidos en nuestro continuo quehacer y pensar. Es por eso por lo que nos perdemos lo que está sucediendo en el momento presente, tanto fuera como dentro nuestro. Sin embargo, con un mínimo de presencia seremos capaces de observar, con cierta distancia, aquello que ocurre en nuestra mente y podremos hacer algo al respecto. Si no es así, nuestros pensamientos se apoderarán de nuestros momentos a su antojo.
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Una de las mejores maneras de aprender a estar presente es practicar la meditación. Cuando meditamos, logramos distanciarnos de nuestros pensamientos y nos convertimos en testigos. De esta manera, salimos de la identificación que tenemos con nuestros pensamientos. Simplemente, el acto de sentarte un rato contigo mismo y hacer varias respiraciones conscientes, conseguirá serenar tu mente en gran medida. Y si quieres ir más allá, intenta encontrar un buen maestro que te inicie en la meditación.
Si cada mañana o cada noche, antes de ir a dormir, practicas un rato de meditación, irás dominando, poco a poco el arte de poder ver el vaso medio lleno. Esta actitud nos lleva a sentir una sensación de satisfacción que sustituye a la de fracaso. Si además de esto, a lo largo del día, consigues poner toda tu atención en aquello que hagas, también comprobarás como consigues ser dueño de ti mismo y de tus emociones.
La vida es como es y nosotros la interpretamos según nuestras creencias y tendencias. En tu mano está la posibilidad de sentir satisfacción donde otros verían fracaso.
En conclusión, si aplicas estas prácticas cada día conseguirás tomar las riendas de tu propia vida. Y ese es el camino que sigue el método Crear Salud, que, además, no solo trabaja con la meditación, sino que también busca fomentar una correcta nutrición en las personas, así como una vida activa.
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