Limita o incluso elimina la sal que añades a la comida en estado natural o mediante sazonadores (la base de muchos de ellos es la sal). No te frustres al principio, te acabarás acostumbrando al sabor del estado natural de los alimentos. Recuerda que todo proceso de cambio requiere un proceso de adaptación. Por ejemplo: El sazonador de pollo o cordero que puedes encontrar en cualquier supermercado puede llegar a contener hasta 60 gramos de sal por cada 100 gramos de producto. Recuerda: solo deberías consumir entre 4 y 6 gramos al día. Si coges una pequeña cantidad de sal del salero para echársela a tu maravilloso bistec con patatas fritas y por casualidad te da por pesar la sal que le aplicas a la carne, te acabarás dando cuenta de que estas añadiéndole hasta 2 gramos de sal, aunque esta dependerá de cómo sea la pizca que cojas. Si a todo esto le sumas la cantidad de sal que ya trae el propio bistec y la sal de las patatas fritas, que en el caso de que sean congeladas podrán llegar a tener otra gran cantidad, prácticamente estarás consumiendo en una sola comida la cantidad de sal recomendada para todo el día.
Consume alimentos frescos. Salvo excepciones, la inmensa mayoría de alimentos congelados y envasados en lata llevan una cantidad elevada de sal para su conservación, por lo tanto, debes evitar o moderar su consumo. Por ejemplo: Una lata de 100 gramos de champiñones contendrá alrededor de 1 gramo de sal. Si compras este producto directamente en su estado natural y lo cueces sin añadirle ningún tipo de condimento, el contenido de sal es de 0 gramos. Actualmente se venden ciertos productos en lata y sin sal. Si te fijas y eres meticuloso a la hora de seleccionar la comida envasada que compras, estos productos pueden serte de gran ayuda, intenta encontrarlos e incorporarlos a tu dieta.
Modera el consumo de embutidos. Ya sea envasado al vacío o en su estado natural, todos tienen una cantidad muy elevada de sal. Podemos encontrar embutidos que contienen entre 1 y 3 gramos de sal por cada 100 gramos de producto.
Modera el consumo de pan. Por su modo de elaboración y composición, el pan contiene una alta cantidad de sal. 100 gramos de pan pueden llegar a contener 1 gramo de sal.
Limita o evita el consumo de salsas. Suelen consumirse salsas envasadas que pueden llegar a contener cantidades muy altas de sal: el ketchup, la mayonesa, la salsa rosa o la mostaza son algunos ejemplos. Podemos encontrar por cada 100 gramos de estos productos desde 2 a 4 gramos de sal. Es difícil que alguien pueda llegar a consumir 100 gramos de una salsa en una sola comida, pero la cantidad de sal ingerida seguirá siendo muy elevada con una toma de únicamente 15 gramos de salsa, todo suma, así que ten precaución.
Por último quería aclarar que controlar el consumo de sal no consiste en eliminarla por completo, si eres consumidor de sal habitual sé que este tipo de dieta te parecerá extraña e incluso imposible de realizar, pero me he encontrado con personas que la han hecho y han conseguido eliminar la sal casi por completo de su alimentación diaria.
Una deficiencia de sodio al igual que el consumo excesivo causaría daños en el organismo a largo plazo ya que, como refleje en el artículo anterior sobre la sal, la relación del sodio y el potasio juega un papel vital en ciertas funciones del organismo y su correcta proporción es la que nos mantendrá más sanos y fuertes. La sal no es tu enemigo, controla la cantidad, nunca la elimines.
Tomar el control sobre el consumo de este mineral te ayudará a evitar ciertos problemas en el futuro. Estoy seguro de que podrás disfrutar de la comida, no tengas miedo al cambio. Debes de ser inteligente con los alimentos que escoges así como con la cantidad que consumes de los mismos, al fin y al cabo solo tendrás que controlar la sal en un período corto de tiempo, hasta que sepas los errores que cometías y tomes soluciones. Después todo será más sencillo porque acabarás conociendo la cantidad de sal que contienen los alimentos que consumes habitualmente y será más fácil su control.
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