La persona que padece el síndrome del impostor es aquella que piensa que no es válida y que no se merece el éxito que tiene bien se a nivel profesional o social, causándole un considerable sufrimiento ya que está convencido de que está ocupando una posición para la que no está capacitada o no es digna.
Tenemos que tener clara la diferencia entre un impostor y el síndrome del impostor. Un impostor es aquella persona que de manera consciente aparenta ser alguien que no es para tener determinados beneficios como, por ejemplo, afirmar que se tiene determinada titulación académica o experiencia profesional para conseguir un puesto de trabajo o aparentar que se tiene determinado estatus social para gozar de determinados privilegios como ser socio de un club selecto. Es decir, la persona impostora sabe perfectamente que no está fingiendo y usa la mentira como un medio para un fin propio.
Por el contrario, la persona que padece el síndrome de impostor es aquella que no confía en sus propias capacidades, con una baja autoestima que la lleva a un profundo malestar emocional ya que, aunque está suficientemente preparada y capacitada, siente que nunca lo estará lo suficiente y se ve a sí misma como una gran mentira. Es una víctima de su falta de confianza en sí misma y de su falta de merecimiento y vive angustiada pensando que alguien la va a poner en evidencia y va a descubrir que en realidad no se merece todos los logros que ha conseguido en su vida.
La persona que padece el síndrome del impostor tiene una visión distorsionada de sí misma y de sus capacidades propia de una baja autoestima.
Una de las características del síndrome del impostor es el miedo constante de la persona que lo sufre de que los demás descubran que es un fraude y la pongan en evidencia pues están convencidas de que no se merecen los éxitos que han alcanzado; por ello, tienden a restar importancia a sus logros y se muestran incómodas ante los elogios que reciben.
Señales que te alertan de que padeces el síndrome del impostor
Te comparas con los demás y te sientes inferior a ellos.
Te pones nervioso o incómodo al recibir elogios.
Quitas importancia a las cosas que has conseguido.
Piensas que no tienes nada interesante que decir, comentar o aportar.
Te fijas más en tus fracasos que en tus logros.
No te consideras inteligente, capaz y válido como las otras personas te ven.
Eres muy susceptible a las críticas y comentarios de los que te rodean.
Eres excesivamente perfeccionista y siempre piensas que no sabes lo suficiente o que no estás lo suficientemente preparado.
Te sientes mal y te hundes ante el más mínimo error.
Crees que no te mereces lo que cobras porque no eres un buen profesional.
Nunca te atreves a emprender tu negocio y estás constantemente formándote porque nunca te siente preparado para empezar tu proyecto.
Constante estado de alerta por miedo a ser descubierto.
Miedo excesivo ante nuevos proyectos o retos.
Emociones de ansiedad, tristeza, miedo, inseguridad, incapacidad,...
Causas que originan el síndrome del impostor
Antes de tratar las causas, es importante saber que normalmente el síndrome del impostor se da entre personas muy preparadas y capacitadas, que han logrado grandes éxitos profesionales y que son muy perfeccionistas y exigentes consigo mismas.Como todas las problemáticas emocionales que sufrimos de adulto, sus orígenes se encuentran en la infancia y, para ser más exactos, en la educación y en los mensajes que hemos recibidos de padres, profesores y adultos de referencia. Recordemos que la autoestima y la autoimagen se forman durante la niñez a través del feedback que hemos recibido.
Detrás de la baja autoestima, la falta de seguridad y de merecimiento características del síndrome del impostor tenemos una educación excesivamente exigente que busca el perfeccionismo y no permite el error.
Entre sus causas, encontramos:
Elogio excesivo de los logros.
Condena del fracaso.
Entender las equivocaciones como fracasos.
Comparación con otros niños, hermanos, compañeros del colegio, hijos de amigos,...
Valorar al hijo o la hija por sus logros y no por ser quién es.
También encontramos casos en alumnos muy brillantes, que sacan buenas notas en el colegio sin apenas esforzarse y que sus padres y profesores elogian por su gran capacidad e inteligencia. Son niños que cuando van creciendo y entran en la secundaria o en la universidad, ven que su inteligencia no es suficiente para superar con éxito, como hasta ahora no han necesitado esforzarse, no entienden que el nivel de exigencia es mayor y que tienen que adaptarse a él. Por el contrario, empiezan a dudar de si mismos y caen en la desmotivación.
Tips para superar el síndrome del impostor
Trabaja en tu autoconocimiento, haz una lista con todas tus habilidades y talentos.
Identifica y revisa tus creencias limitantes, aquellas que te hacen sentir inferior e inseguro.
Haz una lista con todos tus logros sin caer en la tentación de restarles importancia.
Interrumpe tu diálogo interior negativo, cuando pienses que no tienes nada importante que decir, pregúntate ¿y por qué no? ¿qué es lo peor que puede pasar si doy mi opinión?
Aunque te cueste, da pequeños pasos cada día para mostrarte tu valía y felicítate por tus logros, así irás ganando en autoestima y autoconfianza.
Cambia tu creencia acerca de las equivocaciones, éstas no son sinónimo de fracaso, sino oportunidades para aprender y crecer como persona y como profesional.
El síndrome del impostor a parte de causarnos un profundo malestar emocional, suele ser una de las principales causas de que no consigamos nuestros objetivos tanto personales como profesionales. Como Coach Transaccional, he conocido a profesionales que han autosaboteado sus carreras o que han fracaso en su emprendimiento porque no se consideraban merecedores de cobrar un precio justo por sus servicios. De igual manera, han dado al traste con sus relaciones sentimentales por no considerarse suficientemente dignos o a la altura de sus parejas.
Por ello, si piensas que el orígen de tus problemas está en el Síndrome del Impostor, no dudes en pedir ayuda profesional. El Coaching Transaccional te ayudará a revisar tus creencias limitantes, a identificar tus talentos y a fomentar tu autoestima y autoconfianza.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.