No sé por qué, no me asombra que Pauline Clance y Suzanne Imes hayan descrito por primera vez el Síndrome del impostor en 1978... No quisiera abusar de tu paciencia con detalles biográficos... pero si descubriera que la fecha del eureka clínico fue el 1 de marzo del 1978, pensaría "pero, claro. ¡Tiene toda la lógica del mundo! De ese modo, con todos los astros en perfecta alineación, mi cumpleaños coincidiría con las asunciones presidenciales en mi país y con la descripción de un rasgo particular de carácter con el que que lidian cotidianamente una de cada cinco mujeres.
¿Te das cuenta? Una de cada cinco mujeres es incapaz de valorar sus logros o de considerarse merecedora de ellos... Podés ser vos. O una de las mujeres que trabajan contigo en la oficina. La que está delante tuyo en la fila del supermercado o la que se sienta a almorzar en la mesa de enfrente. Hacia donde mires es probable que encuentres una mujer que no se considera lo suficientemente preparada, organizada, productiva, creativa. Hacia donde mires hay una mujer que no se considera suficiente.
Me siento una impostora.
¿Sos de las que atribuye su éxito profesional a la suerte? No me digas nada. Estás firmemente convencida de que había alguien que merecía esa mención especial más que vos. O, simplemente no creés que sea tan importante obtenerla o fue casi una obra de la casualidad...
Entonces, sufrís del Síndrome del Impostor. Ya me gustaría saber por qué un síndrome claramente extendido en la población femenina se formula en masculino pero, en fin...no este el espacio de las reivindicaciones de la femeneidad. Mi propósito es otro: quiero que hoy mismo empiece para vos una nueva etapa. Quiero que dejes de subestimarte y descubras todo tu potencial. El potencial para lograr lo que te propongas. Claro, sin duda te preguntás por qué quiero ayudarte a que encuentres el camino de la valoración personal...
Es un cuestionamiento lógico. Sufrís del síndrome... Quiero ayudarte porque no puedo concebir que una mujer talentosa continúe sintiendo que no está a la altura de la situación. Soy una fundamentalista del emprendimiento femenino. Sea cual sea: salvar un examen, obtener un ascenso, correr un maratón, criar un hijo o sostener tu propio negocio creativo. Al crear el Proyecto Intensional concebí imaginariamente una comunidad de mujeres poderosas, capaces de transformar sus sueños en propósitos. Mujeres que pueden hacer de sus objetivos realidades valiéndose de sus talentos naturales. Luego llegó la idea de la fuerza gestante y de editar tu propio relato para acercarte a la mejor versión de vos misma. Si formás parte del proyecto como suscriptora, sabés a qué me refiero. Si es la primera vez que llegás a este blog y querés seguir este camino, podés suscribirte y recibir en tu mail las nueve hojas de ruta para que realices tu propio mapeo biográfico.
Mi deseo de comunicar y expandir este mensaje a la mayor cantidad de mujeres posible, tiene igualmente raíces biográficas, no podía ser de otra manera. Conviví con la sensación de fraude hasta no hace mucho. Y cuando escribo "no hace mucho", creéme que me refiero casi al día de ayer. Tengo muy presentes cada uno de los síntomas del síndrome del impostor, desde considerar que ese concurso que ganaste se debe meramente a la suerte a la inquietante sensación de estar engañando a las personas que, por alguna razón que no te lográs explicar, te conciben como una mujer de talento cuando no lo sos. Si algo de lo que escribí resuena en tu intuición pero aún no estás segura de ser la persona a la que se dirige este post, leé con atención las siguientes situaciones y veamos con cuántas de ellas te sentís identificada hoy o en algún momento de tu vida.
El test de la impostora intensional.
1- Diste un examen importante. Salís un poco turbada por la situación y cuando te preguntan cómo te fue, respondés con angustia "mal, no pude..." y acotás detalles de todo lo que no llegaste a escribir o resolver. Claro, finalmente, el examen no solo es un aprobado sino que estás por encima de la media de aprobación. Y sinceramente, te sorprende.
2- Obtuviste la aprobación/noticia que esperabas. Deberías estar feliz sin embargo, en este momento lo único que llega a tu imaginación es lo que no hiciste aún, lo que te falta por hacer o cada una de las veces en las cuales rechazaron un proyecto tuyo en el pasado.
3- Cuando otras madres hablan sobre crianza, tenés la sensación de que ellas sí lo hacen bien...Vos apenas arañás las horas para cumplir con todo lo que requiere la educación de tu hij@. Y la última vez que no preparaste un almuerzo nutricionalmente razonado, sentiste que eras la peor madre del mundo.
4- Te elogian calurosamente. Escuchás las palabras pero ninguna parece relacionarse contigo. Interiormente, creés que esa persona está engañada o al menos, se equivocó al juzgarte y tenés que sacarla de su error. Ni siquiera llegás a agradecer cuando ya te encontrás diciendo "en realidad eso no es así porque..."
5- Terminaste el proyecto. Fueron semanas de investigar, escribir y revisar. Hasta el último minuto, estuviste cambiando y re-escribiendo (o re-armando, o re-algo pero seguro es un re) y lo entregaste sin estar convencida de haber hecho lo mejor que podías. Nunca estás del todo conforme con tus proyectos, trabajos o post, porque a las blogueras, también les pega el síndrome.
6- Terminaste tu carrera con una escolaridad destacada pero tenés miedo de no ser capaz de desempeñarte en el mundo profesional. Tenés miedo de las entrevistas, de que se den cuenta que no sabés tanto como parece o de no poder hacer lo que necesites para desempeñar la actividad.
7- Repasñas lo que lograste hasta el momento (puede ser lo que te imagines, desde tener una familia, comprar una casa o correr la 5k) y siempre te parece poco. Tendría que ser más o tendrías que haberlo logrado antes.
8- No soportás algo hecho "más o menos" o es perfecto o no es.
9- Pienso que mis amigas, hermanas, primas o colegas son más capaces o inteligentes que yo. No necesitás pruebas objetivas al respecto. Claramente ellas resuelven problemas y enfrentan la vida cotidiana, su pareja y sus trabajos de mejor manera.
10- Frente a cualquier nuevo desafío, el primer pensamiento es el miedo de fallar. O peor aún, te persigue la certeza de que el fracaso es más probable que obtener lo que te propongas. Te perdés en miles de planes y nunca lográs concretar tu emprendimiento personal porque nunca está tan "acabado" como quisieras.
¿Con cuántas situaciones te sentiste identificada? ¿Tantas? ¿No te parece que llegó el momento de superar tu síndrome del impostor? Tengo para vos una buena noticia, si yo pude escapar al círculo vicioso que provoca nunca sentirse suficiente, vos también podés. Transformar los pensamientos que me limitaban y comenzar a actuar para obtener lo que quiero fue una de las sensaciones más increíblemente liberadoras. Por eso quiero que te abras a la posibilidad de aceptar los elogios, los logros y todo lo que tu talento y tu creatividad te ofrecen. Claro. Querés saber cómo vas a lograrlo...
¿Qué te parece si te enseño cómo?
No tengo la verdad revelada...bueno sería que creyera eso. Sin embargo ¿sabés qué? Hace semanas que tengo demasiado tiempo para pensar. Demasiadas salas de espera en busca de respuestas. Curiosamente, no invertí esas horas en perderme en el celular -te sorprendería cuántas personas no levantan la cabeza de su teléfono móvil mientras esperan ser atendidos- sino en darle forma verbal a los cambios que viví en estos últimos meses. La conciencia puede ser reveladora y clara cuando las expectativas están cifradas únicamente en el presente. Ahora, quiero compartirlo contigo abriendo un nuevo programa intensional.
Si leíste la décima hoja de ruta, sabrás que fue la última. No porque fuera a dejar de enviar la newsletter de los domingos sino porque siento que en este momento puedo escribir desde otro lugar. Para que reflexionemos juntas pero también para mostrarte los pasos que fui siguiendo hasta llegar a una confianza de la que yo misma me asombro y que tuvo como consecuencia cambios vitales fundamentales. Quiero que sepas además, que este tipo de trayectos no se transitan en soledad. Afortunadamente, este espacio es habitado intensionalmente por mujeres que podría describir con decenas de adjetivos ponderativos pero estoy segura que ninguna de ellas lo aceptaría sin pudor. ¿Te imaginás por qué? Seguramente te imaginaste bien. Por ellas, por vos es que nace este nuevo plan de intensiones dominicales.
Si vos también querés dejar atrás esos pensamientos que te impiden disfrutar de tus logros, te invito a que te suscribas clickeando en el siguiente enlace: NO LE TENGO MIEDO AL ÉXITO. Como todos los programas dominicales es gratuito pero no voy a mentirte, es probable que sea temporal y en el futuro se transforme en un e-book en venta. En ese sentido, tenés la oportunidad de participar de un programa que en el futuro va a tener un costo y yo tengo la oportunidad de conocer tu opinión y enriquecer el programa con tu opinión. Durante toda esta semana y la próxima, voy a ponerme intensa compartiendo esta iniciativa para que te sumes y participes. Si querés, podés ayudarme compartiéndola con esa mujer que creés que lo necesita, publicándolo en las redes sociales o contándole a alguna de tus amigas lo que leíste. Si te gustó el primero de los proyectos...con este espero aportarte una experiencia de valor para que vos misma desde el primer paso hacia la consolidación de tus propósitos. ¿Te sumás?