En principio la respuesta es que sí, hacemos bien, pero no hay que dejar de pensar que existen alimentos que por el hecho de ser congelados acaban perdiendo su textura y algunas de sus propiedades nutricionales.
Aún así, es el método más recomendado para conservar los alimentos ya que el agua es uno de los factores que hace que la comida se estropee con rapidez y al congelar la comida estamos haciendo que esta agua pase a estado de hielo y por tanto, dejen de producirse las reacciones bioquímicas que ocurren cuando está en fase líquida.
Uno de los consejos que deberíamos tener claros es que cuanto antes pongamos los productos en el congelador mejor que mejor. Y antes de que te pongas manos a la obra en la cocina para hacer una receta con ese producto congelado lo dejes descongelar un día antes en la nevera o a temperatura ambiente.
Además, recuerda que es muy importante: ¡una vez lo descongelas no lo vuelvas a congelar!.
Aunque si lo has descongelado y lo has cocinado, entonces sí puedes volver a congelarlo. Eso sí, si son alimentos fritos o patatas no se puede hacer.
Otros consejos serían que vayan bien protegidos (mejor que sean recipientes de plástico y mucho mejor aún si son herméticos). Ah, y nunca se te ocurra congelar una lata porque es como crear una pequeña bomba en tu nevera (al congelarse el agua el alimento del interior se expande y acaba explotando la lata). En todos hay que señalar la fecha de congelación y su contenido.
Otros alimentos que no se deberían congelar son: los típicos de la ensalada verde (lechuga, tomates, cebolla…). Ni pasta o arroces, tampoco huevos duros… normalmente por un tema de texturas y de que no se pierda la consistencia de los alimentos. ¿Y qué ocurre con las verduras? Es aconsejable primero cocinarlos un poco y luego congelarlos para intentar que no crezcan bacterias y así aguanten un poco más.
En el siguiente vídeo os enseño veréis qué propiedades se mantienen y cuáles se pierden en el proceso de congelación.