Si lo comparamos con otras frutas, su aporte energético es bastante bajo, ya que posee una elevada cantidad de agua, además de tener muy pocos hidrato
s de carbono. Muy rico en fibra, lo que hace mejorar el tránsito intestinal, y su contenido en provitamina A (beta-caroteno), de acción antioxidante. Es rico en minerales como el potasio y, en menor proporción, en magnesio y en calcio.
El beta-caroteno se transforma en vitamina A en nuestro organismo conforme éste lo necesita. Dicha vitamina es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, además de tener propiedades antioxidantes. El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula. El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos, forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.
Composición por 100 gramos de porción comestible
Calorías 39,7
Hidratos de carbono (g) 9,5
Fibra (g) 2,1
Potasio (mg) 290
Magnesio (mg) 12
Provitamina A (mcg) 27
Vitamina C (mg) 7
mcg = microgramos
Propiedades y beneficios para la salud
Su atractivo color anaranjado, junto con el agradable aroma que desprenden y su sabroso dulzor, convierten al albaricoque en una de las frutas predilectas de la estación veraniega. Por sus componentes nutritivos, se ha de fomentar su consumo en todas las edades: niños, jóvenes, adultos, deportistas, mujeres embarazadas o madres lactantes y personas mayores.El contenido de beta-caroteno o provitamina A de los albaricoques, de acción antioxidante, les confiere su color anaranjado característico y les convierte en una fruta de consumo recomendado para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer. Así mismo, diversas sustancias del albaricoque, además del beta-caroteno, se utilizan para tratar las afecciones de la piel.
El contenido en potasio del albaricoque le convierte en una fruta diurética, recomendada en el tratamiento dietético de diversas enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial u otras asociadas a retención de líquidos. También conviene su consumo cuando se emplean diuréticos que eliminan dicho mineral, y en caso de bulimia debido a los episodios de vómitos autoinducidos que originan grandes pérdidas. No obstante, el aporte de este mineral está restringido en caso de insuficiencia renal aguda o crónica avanzada, por lo que el consumo de albaricoques en estos casos se hará de manera comedida.
En relación con la sangre, aporta minerales directamente implicados con la formación y maduración de los glóbulos rojos: hierro, cobre y cobalto. No obstante, el hierro que aporta el albaricoque fresco o desecado se encuentra en la forma química no hemo, por lo que el organismo lo absorbe en pequeña cantidad. Para aumentar la absorción de este mineral, es conveniente tomar la fruta como postre de una comida variada, que haya incluido otros nutrientes que aumenten su absorción, como las proteínas abundantes en carnes, pescados y huevos o la vitamina C de ciertas hortalizas (pimiento, tomate) y frutas (cítricos, kiwi, frutas tropicales…).
Los albaricoques frescos maduros son ricos en taninos, sustancias con propiedades astringentes, antiinflamatorias y antioxidantes. Algunas de las acciones de los taninos son secar y desinflamar la mucosa intestinal; la capa que tapiza el interior del conducto digestivo, por lo que su consumo es adecuado en caso de estómago delicado y digestiones pesadas.
El ácido oxálico que contienen los albaricoques puede formar sales con ciertos minerales como el calcio y formar oxalato cálcico, por lo que su consumo se ha de tener en cuenta si se padecen este tipo de cálculos renales, ya que se podría agravar la situación.