¿Qué es el miedo?
El miedo es esa emoción que se desencadena en nuestro cerebro cuando siente que debemos mantenernos a salvo, lejos de algún peligro, cuando sufrimos esta emoción nuestro cuerpo experimenta angustia, ansiedad y mucha tensión, estas sensaciones sirven para que podamos huir o enfrentarnos a la amenaza para poder sobrevivir. El miedo, ante algo real, ayuda a movilizar el organismo, lo mantiene alerta y hace que podamos tomar diferentes medidas dependiendo del peligro al que nos enfrentemos.
El miedo y el pánico
Como dice el doctor Mario Alonso Puig, el miedo no es nuestro enemigo, es nuestro compañero. Si no tuviésemos unas gotitas de miedo en nuestras vidas seríamos insensatos, no reflexionaríamos. El problema está en la dosis, si en lugar de tener unas gotitas de miedo tenemos una dosis excesiva, entonces estaríamos hablando de pánico.
Si vamos a cruzar la calle y de pronto un coche está a punto de atropellarnos y saltamos hacia atrás, ese miedo que hace que nuestros músculos se activen y nos apartemos es positivo. El miedo que nos hace daño, es esa voz que surge en nuestro interior cuando no estamos frente a ningún peligro y nos dice “no puedes”, “no eres capaz“, “no vas a conseguirlo“… esa voz desencadena una serie de procesos en nuestro organismo que nos anula por completo, esa vocecita es el pánico.
Lo que nos bloquea en muchas ocasiones es el pánico, ya que acaba dominando nuestro organismo y sumiéndonos en un estado de inseguridad constante. Es por eso que hay que aprender a detectarlo y conocer profundamente qué lo origina para poder escapar de él. Hay tres cosas que podemos hacer cuando sentimos que nos invade el pánico:
Respirar. Cuando tenemos un ataque de pánico lo primero que se altera es el ritmo de nuestra respiración. Respiramos de manera consciente y pausada, retenemos el aire e imaginamos que este es de color azul, y a la hora de expulsarlo pensamos en el número uno. Algo tan sencillo nos ayudará a calmarnos
Cambiar de postura, ponernos de pie, erguidos, no mantenernos encogidos, adoptando una postura en la que las costillas permitan que nuestros pulmones se llenen completamente de aire. Aunque nos cueste, es muy bueno acompañar esta postura con una sonrisa, lo más amplia posible.
Intentar dar un paso adelante, aunque sea pequeñito, para el cerebro es una orden de desbloqueo y liberación.
Este tipo de técnicas requieren de un pequeño entrenamiento por nuestra parte, para que cuando nos encontremos con una situación que nos desborde no nos saturemos más por la preocupación de cómo hacerlo, sino que nos surja de manera natural.
El miedo nos cierra muchas puertas
Fuente: Pixabay qimono
Todos, en algún momento de nuestras vidas hemos vivido experiencias que nos generaban incertidumbre y eso nos provocaba miedo. Hemos ido incorporando a nuestra lista de miedos el miedo a la muerte, al fracaso, al ridículo, al rechazo, y en general a los cambios que se puedan producir en nuestra vida, porque la palabra cambio la relacionamos inmediatamente con inseguridad. Estos miedos no nos permiten vivir plenamente el presente. En muchas ocasiones nos dejan encerrados en una zona de confort, pero si damos el gran paso de traspasar esa zona nos sentimos felices y plenos por haberlo logrado. Esa zona nos mantiene atados y en muchos casos no nos permite acceder a sueños y metas que podríamos alcanzar en nuestra vida.
Existen casos de personas para las cuales, el miedo que experimentan es tan fuerte que las incapacita para hacer muchísimas cosas y miran con envidia cómo otros consiguen hacerlas. Cosas tan simples como conducir su coche por una autovía, subir a un ascensor o incluso viajar en metro. Estas personas saben que sus miedos son irracionales, que no tiene por qué ocurrirles nada, pero no son capaces de gestionarlo, el miedo las bloquea y afecta profundamente a su autoestima. En este tipo de casos el miedo no es un mecanismo de defensa, sino un impedimento para vivir plenamente. Cuando muchas de estas personas han conseguido no hacer caso a esos pensamientos limitantes, que les obligaban a sentirse paralizados, se han dado cuenta de que pueden hacer lo que se propongan, igual que los demás y que no ha pasado nada cuando han dado el gran paso.
Cuando los miedos nos bloquean debemos aprender a gestionarlos. Los miedos o el pánico surgen cuando no estamos conectados con el presente. Surgen cuando nos preocupamos por el futuro, por algo que podría suceder. También sentimos miedo cuando recordamos hechos del pasado en el que nos sentimos asustados. Cuando conectamos plenamente con el ahora, el miedo no tiene espacio en el momento presente.
El primer paso para vencer los miedos es identificarlos. Ser consciente de las reacciones físicas y mentales que se desencadenan dentro de nosotros cuando intentamos enfrentarnos a ellos. Desarrolla al máximo tus capacidades, confía en ti e intenta imaginar todos los escenarios posibles si realmente se cumpliera ese miedo que te atenaza. Seguro que puedes demostrarte a ti mismo que en realidad, lo que pueda ocurrir no es tan terrible como tu mente te hace creer. La práctica que más nos ayuda a conectar con el presente y alejar los miedos de nuestra mente es el mindfulness. La meditación trabaja la atención en todo momento y hace que no haya espacio para hacer caso al ruido mental que nos produce inquietud.
Hay una frase que define de una manera muy sencilla lo que puede suponer hacer el esfuerzo de enfrentarse al miedo:
El miedo llamó a mi puerta, la confianza abrió y fuera no había nadie.
El miedo suele ser la razón por la que muchas veces no brillamos como deberíamos o rechazamos oportunidades que podrían cambiar nuestras vida. Es un mal consejero, no debemos vivir prestándole atención porque si lo hacemos, condicionará las decisiones más importantes de nuestra vida.
En conclusión, la meditación podrá permitirte controlar el miedo y experimentar de primera mano los beneficios de llevar una vida consciente y saludable. Y de esto mismo trata el método Crear Salud, que te ayudará a trabajar con el miedo y, además, te guiará para alcanzar un bienestar plenos que pasa por aprender a nutrirte adecuadamente y llevar una vida activa.
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