El jengibre, un pariente cercano y estrechamente relacionado con la cúrcuma y el cardamomo, posee un aroma picante muy particular. Es su carta de presentación. Y esto se debe sobre todo al gingerol, un compuesto clave de esta planta que tiene poderosos beneficios antiinflamatorios y antioxidantes. No es difícil distinguir el jengibre porque tiene una apariencia muy particular: tubérculos gruesos, con formas asimétricas.
Y el gusto tampoco pasa por alto: picante, ligeramente dulce, con un aroma fuerte. Puede utilizarse en la cocina en varias formas: fresco, seco, en escabeche, en conserva, confitado y molido, esta última una de las maneras que más se encuentra en las estanterías de especias de los supermercados.
El jengibre no solo se usa para condimentar alimentos, sino que lleva miles de años usándose como hierba medicinal para tratar una variedad de dolencias. Esto es gracias a su interesante contenido en cientos de compuestos y metabolitos.
El jengibre contiene más de 400 compuestos distintos, entre los que destacan los carbohidratos, los lípidos y los compuestos fenólicos. También es interesante su contenido en aminoácidos, fibra, proteínas, fitoesteroles, vitaminas y minerales, así como la presencia de constituyentes aromáticos, como gingeroles y shogaoles, aceites esenciales volátiles que son los que le dan su olor y sabor característicos.
Como otras muchas hierbas medicinales, gran parte de la información que se tiene del jengibre se ha transmitido de boca en boca, hasta hace poco con poca evidencia científica que explicara y respaldara todas estas afirmaciones. Pero en los últimos años la actividad científica alrededor de esta planta ha ido en aumento, hasta llegar a tener actualmente información concreta sobre el jengibre y sus distintos componentes.
El compuesto bioactivo, el gingerdiol (similar al de los pimientos picantes, la capsaicina), es el más abundante en el jengibre en su forma fresca. Aunque no se ha demostrado que este compuesto no se ve afectado por el calor de la cocción, sí es recomendable usarlo fresco para obtener más beneficios.
A la hora de comprar jengibre fresco, la mejor opción es elegir el que tiene una piel suave, sin arrugas. En casa, es preferible almacenarlo en una bolsa de plástico en la nevera o el congelador. Es importante pelar el jengibre fresco antes de consumir. Otra opción de obtener jengibre fresco es comprarlo molido.
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Original:Los nueve beneficios del jengibre que respalda la ciencia
Tags: bienestar