La obesidad es una de las enfermedades más comunes de nuestro tiempo. Se ha instaurado en la sociedad de tal manera que incluso lo vivimos con normalidad y no nos damos cuenta de la gravedad que supone el tener un elevado peso.
Lo primero que hay que saber para detectar está enfermedad es ¿qué es la obesidad? Pues bien, la obesidad es un acúmulo excesivo de grasa en el cuerpo.
Es frecuente que se produzca en el entorno familiar y que dentro de una familia varios de sus miembros presenten un elevado porcentaje de grasa. Esto es debido a malos hábitos que se han establecido a lo largo de los años y que se ha transmitido de padres a hijos.
Existen diferencias en la localización de la grasa corporal dependiendo de sexo de la persona.
Los hombres son más propensos en acumular grasa en la parte central de su cuerpo adquiriendo una silueta típica que se denomina central, visceral, roja o de manzana.
La mujer, sin embargo, tiende a acumular la grasa en la zona de las caderas y muslos adquiriéndose una silueta típica de forma de pera.
En niños la grasa se distribuye de forma generalizada en el cuerpo.
Síntomas de la obesidad.
- Problemas respiratorios
- Problemas cardíacos.
- Problemas metabólicos. Hiperlipemia, o lo que es lo mismo grasa en sangre, que puede provocar diabetes de tipo II.
- Problemas articulares. Pie plano, escoliosis (desviación de la columna), artrosis, epifisiolisis de cadera...
- Problemas cutáneos. Estrías, infecciones cutáneas.
- Falso hipogenitalismo (debido al acumulo de grasa puede parecer que existe un retraso en el desarrollo de los genitales, cuando en realidad tan solo quedan ocultos por la grasa) y ginecomastia (debido al acúmulo de grasa puede parecer que en los varones se desarrollan las mamas).
- Problemas en el crecimiento y desarrollo. Mayor maduración ósea y pubertad precoz.
- Problemas psicológicos. Trastornos de conducta, depresión, ansiedad, fobia social...
Las principales causas de la obesidad son:
- Malnutrición materno-fetal. O lo que es lo mismo no mantener una buena alimentación durante el embarazo. Aquí es necesario saber que por buena alimentación no se entiende que las cantidades aumenten de forma desmesurada para dar de comer a dos personas, nada que ver con esto, sino que la cantidad de comida y la calidad y variedad sean las adecuadas.
- Alimentación excesiva. Es verdad que existe la falsa creencia de que cuanto más coman los niños y más gorditos estén más sanos y mejor aspecto saludable muestran, así que en muchos casos los padres optan por sobrealimentar a los hijos. Los niños tienen su propia medida para alimentarse y como ya dejé en otro post, no todos los días comen la misma cantidad de comida porque no todos los días tienen las mismas necesidades o las mismas ganas de comer. Seguro que a vosotros que sois los papis os pasa lo mismo con la comida.....
- Fácil accesibilidad. En los países desarrollados tenemos una gran cantidad de alimentos donde elegir. Es en esa elección donde estamos determinando que tipo de alimentación queremos para nuestra familia. Es mejor optar por productos sanos, frutas, verduras, carne, pescado y elaborarlos en casa que elegir lo fácil y rápido como puede ser comida ya preparada, bollería o la famosa comida rápida y hacer de ella nuestro menú diario.
- Televisión y sedentarismo. Son los grandes aliados del sobrepeso. Se ha visto que en los últimos años los niños permanecen más tiempo dedicándole tiempo a la tv, consolas, ordenadores y diversas tecnologías que a salir a la calle a jugar, a practicar algún deporte o a caminar o coger la bici.
Así que si unimos todos estos factores estamos propiciando que nuestra familia, no solo nuestros hijos, tenga un mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad.
Si el problema ya se ha instaurado en la familia, lo primero que hay que hacer es darle la importancia que tiene y no pensar que es nuestra constitución normal. Hay que asumir el problema y ponerse en manos de un especialista.
Las pautas a seguir son fáciles:
- Una vez que se ha acudido al médico de cabecera y se ha pasado un examen médico que determine nuestro estado de salud se determinará el plan de actuación más adecuado a seguir atendiendo a las características personales de cada uno.
- Reeducar los hábitos alimentarios adquiridos en casa y cambiarlos por hábitos más saludables.
- Comenzar a realizar ejercicio de forma suave e ir aumentándolo de manera progresiva. El ejercicio es mejor escoger una actividad que nos guste y nos motive, sobre todo para que no se nos haga algo tedioso ni lo realicemos con desgana, ya que así abandonaremos rápidamente nuestro objetivo.