Las personas maduras son las que se responsabilizan de sus errores y fallos, responsabilizándose, así como adquiriendo conocimientos de ellos, para en una futura situación similar, intentar actuar correctamente. Los demás tienen la culpa esa actitud es un concepto errado. No es bueno decir que Los demás tienen la culpa. Es importante revisarse uno mismo antes de juzgar y expresar que Los demás tienen la culpa.
Hoy trataremos de las personas que su “yo interno”, no ha madurado lo suficiente, es entonces cuando estas personas no hacen suyos sus fallos, por lo cual no se responsabilizan de ello, culpando a los demás y a las situaciones de sus propios errores.
Cuando las personas sin madurar cometen errores, en lugar de aprender de ellos, buscan formas de justificarlos, o en muchos casos culpando a los demás de sus palabras o fallos.
Esto lo podríamos definir como, la tendencia a buscar personas o situaciones para delegar nuestros errores e insuficiencias personales, asumiendo en nuestra vida el papel de víctima.
Las personas que tienen esta forma de actuar, acostumbran a ocultarse ellos mismos sus errores, a causa de lo cual no obtienen crecimiento interior, no aprenden, opinan que la culpa no es suya, no son responsables de sus actos, por lo cual no pueden aprender de ellos, ya que la culpa no es suya, creen que la culpa es del mundo que les rodea y ellos no pueden hacer nada para remediarlo.
Estas personas no toman el mando de su vida, culpan de lo que les ocurre en ella a sus padres, a sus amigos, a los demás, al azar, a las circunstancias…
Actúan así, porque su débil yo interno no les permite admitir el error, al ser tan débiles, su “automático” del cerebro les hace auto engañarse, con ello consiguen protegerse erróneamente, sin poder crecer interiormente, ni tampoco pueden aprender de sus propios errores.
Debemos aprender a saber diferenciar entre responsabilidad y culpa.
Responsabilidad es reconocer nuestros actos, independientemente de que nos hayan salido bien o mal, son los que hemos realizado nosotros y hay que asumirlos.
Culpa es cuando realizamos un mal, o algo que daña a terceros, con la intención de hacer mal.
Existen casos en los que las personas son tan inmaduras que aún llegan más lejos, aunque la culpa no sea de ellos, tienden a culpar a los que les rodean de todo, criticándolos, censurándolos, e incluso vejándolos.
En algunas figuras parentales, estas personas suelen afectar muy negativamente, especialmente a los adolescentes, dejándoles graves secuelas, al haber reprendido y culpado a estos sistemáticamente, algo que en psicología Ramiro Calle define como un “súper ego tiránico”.
Este problema de la mente es difícil de solucionar, puesto que las personas afectadas por él, en muchas ocasiones, no saben que lo padecen, por lo cual no necesitan remediarlo.
Una vez conocido el problema, el mejor remedio para evitarlo es la vigilancia y la auto vigilancia para asumir nuestros errores, responsabilizarnos de ellos, gracias a lo cual se puede aprender de ellos, sin culpar al mundo, ni a quienes nos rodean.
Nuestra mente es muy compleja, además tenemos la mala costumbre de juzgarlo y medirlo todo (correcta o incorrectamente), solemos elogiar o culpar a los demás, deberíamos aprender que el que culpa (aunque seamos nosotros), primero debería mirarse a sí mismo y el elogiado o culpado, ser indiferente a estos juicios, aprendiendo de los juicios de los demás, con la sabiduría de discernir la justicia, o la injusticia de estos juicios.
Otra cuestión muy interesante, consiste en que debemos aprender de los comportamientos negativos de los demás, esto nos generara un importante signo de madurez mental.
Cuando alguien hace algo que nos molesta o nos hace daño, en lugar de ponernos rojos de ira y saltarles a la yugular, debemos tranquilizarnos, respirar hondo y razonar la situación, después actuar en consecuencia.
Nunca debemos olvidar que no podemos controlar los pensamientos de los demás, pero sí que podemos controlar SIEMPRE los nuestros.