Durante muchos años me ha preocupado muchísimo lo que pensaran los demás. Como otros hábitos nocivos, pensé que era algo que sólo me ocurría a mi, pero con el tiempo me he dado cuenta de es algo muy extendido.
En cierto modo, hay un origen social. En nuestros tiempos todavía se dice en voz alta aquello de “qué va a pensar no-se-quien cuando se entere”. Y es que no es un pasado tan lejano, todavía hay personas que se siguen preocupando y mucho del qué dirán.
Yo no te digo que te deba importar un pimiento la opinión de los demás (tus seres queridos principalmente) y es cierto que el lenguaje no verbal en algunas personas es fácilmente interpretable, pero hoy quería hablarte de ese súper poder que pensamos que tenemos y como condiciona nuestra vida: leer mentes ajenas.
Súper poder: leer y controlar mentes ajenas
¿No te has descubierto muchas veces manteniendo una conversación con alguien, pensando “seguro que le caigo mal”, “seguro que piensa que hago el ridículo”, “queda conmigo por pena”.
Sin darte ni cuenta, estás fantaseando sobre los pensamientos de los demás, los reconstruyes en tu cabeza y se hacen casi reales.
Sin darte ni cuenta, te ves tratando de controlar situaciones futuras: como ya le has leído el pensamiento a alguien, y sabes qué te va a decir, planeas que le responderás en ese caso (“seguro que si le digo tal, me va a decir pascual”).
Esto puede llegar a condicionar nuestras relaciones con los demás, y como ellos nos perciben: si piensas que alguien te va a hablar de un modo brusco, actuarás a la defensiva, o tratarás de ser servicial para agradar.
Origen de tu súper poder
Con sinceridad. Tú no tratas de averiguar el pensamiento de los demás porque tengas ganas de saber cosas bonitas sobre ti. Los pensamientos que “escuchas” de otras personas son siempre negativos.
Menudo sufrimiento psicológico: no tienes bastante con escuchar tu propio diálogo interno negativo, que también escuchas el de otras personas, y además tratas de controlar situaciones que pudieran ocurrir… ¡Qué agotador!
Olvídalo.
No puedes leer la mente de otras personas y lo único que puedes controlar es lo que pasa dentro de ti, lo que sientes y lo que haces.
Suena muy duro, pero el preocuparte más por lo que pasa dentro de los demás, que por lo que sientes tú, te anula, te resta espontaneidad, y no te dejas mostrarte como realmente eres. Y en definitiva, no te deja ser feliz.
¿De dónde viene todo esto? Por mi propia experiencia, diría que el origen está, en un porcentaje muy alto, en nuestra propia inseguridad. La mayor parte del tiempo, eres tú quien te juzgas: temes no valer lo suficiente para que te aprecien, así que proyectas tus propios miedos y pensamientos negativos sobre los demás.
Tareas para casa
En primer lugar, cuando te descubras pensando en qué piensan los demás, repítete: ¿qué motivos tengo para pensar que esta persona piensa tal cosa de mi? ¿Acaso me lo ha dicho claramente? No, fin del asunto. Pero es que… he dicho fin del asunto.
Y continuación, te recomiendo leerte estos dos posts: Tu valía, Overthinking.
Porque el ganar confianza en ti, el saber lo mucho que mereces la pena, hará que te le des menos importancia al pensamiento que adivinas en otros. Y cuando te descubras “leyendo” mentes ajenas:
saca pecho y repítete tus múltiples cualidades, tus súper poderes de verdad.
Pero además de eso, a mi me me ayudan a liberarme un pensamiento muy simple cuando me doy cuenta de que me estoy preocupando demasiado por lo que pueda pensar otra persona de mi:
Somos dos personas distintas… No tengo por qué caerte bien… No tienes por qué caerme bien.
Así es la vida, que ya lo decía Alaska…
Sé feliz.
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