Ya por los años 367-347 a. C. uno de los mayores filósofos de la historia nos hablaba de la justa medida. Sí, estoy hablando ni más ni menos que de Aristóteles y es cierto que no es concretamente el término “justa medida” el que él utilizaba.
El término medio o la justa medida
Él hacía mención del “término medio” para referirse a lo que él interpretaba cómo debía ser el hábito de cada uno en referencia a cualquier cosa que tuviera que hacer.
No es un término baladí para él ya que lo tenía incluido dentro de lo que él denominaba una de las virtudes que tenía el ser humano, pero con el tiempo se ha mal interpretado muchas veces.
Cuando se habla del “término medio” no se refiere a que en el conjunto de la sociedad hay unos marcos (unos márgenes) en los que se muestran lo que es lo correcto e incorrecto, lo bueno o malo, sino más bien que la justa medida era relativa a cada uno de nosotros.
Él además decía que entre los dos extremos reprobables, por los que se podía caer en los excesos o defectos en todas nuestras conductas, albergaba lo que vendría a ser el término medio para virtud de cada uno.
Como ejemplo ponía la valentía que estaría “entre la la acción cobarde y la conducta estúpidamente temeraria”.
Además, nos mostraba que esos dos polos no están equidistante al medio, sino que la justa medida podía estar un poco más cerca de uno de los polos porque lo que a uno podía resultar “excesivo” para otra persona podía resultar “defectuoso” y no presentaba nunca un término absoluto para demostrar esa justa medida.
¿Qué intento decirte con esta entrada?
Parámetros de la justa medida
Lo que quiero transmitir con esta entrada es que si nos detenemos a pensar un poco en ello, Aristóteles lleva toda la razón al respecto. No implementamos nada nuevo los psicólogos 25 siglos después.
Es decir, biológicamente nuestro cuerpo, como ya hemos comentado alguna vez, presenta una autorregulación en todos los aspectos llamada homeostasis.
Que hace que cuando el cuerpo, por culpa de algún estímulo interno o externo, modifica alguno de nuestros parámetros descolocándolo a nivel hormonal, tensional, de estrés o actividad, gracias a la homeostasis vuelve a su estado natural.
¿Te preguntarás son todos los cuerpos iguales? Como podrás imaginarte cada cuerpo dichos parámetros son diferentes (dentro de unos márgenes).
Otro aporte que quiero mencionar es el confort. ¿Recuerdas cuando eras pequeño y daba igual si llovía, nevaba o hacía un sol abrasador para hacer tu deporte favorito? ¿Qué nos ha pasado en el camino para que hayamos perdido toda la ilusión?
Tengo la sensación que por culpa de esta sociedad del consumo no podemos hacer una actividad deportiva si no estamos en un recinto cerrado con máquinas, aire acondicionado, música, sauna y demás conceptos que nada tienen que ver con el deporte.
Particularmente creo que el confort está muy bien, pero, como vengo diciendo en toda esta entrada, en la justa medida.
Creo que, aunque no seáis muy conscientes y pienses que te hace más libres, no es así. Me explico, particularmente pienso que el confort llevado al extremo te hace cada vez más neurótico. Os muestro unas características básicas de dicha conducta:
Características de la neurosis
Las personas neuróticas presentan un alto grado de ansiedad exagerada y sin sentido para los demás.
Puede llegar a depresión.
Otro síntomas son miedo y obsesiones, relacionados con factores conflictivos personales o ambientales.
También presentan acusado sentido de culpabilidad y se sienten muy afectadas por las tensiones emocionales y por los hechos impactantes como disgustos, peleas o accidentes.
Síntomas histéricos.
En menor medida presentan fobias.
Uno de los puntos más importantes son los síntomas obsesivos y compulsivos.
¿Dónde puede llevarme el confort?
El confort puede llevarte a no poder manejar tu vida
Como se puede apreciar, el confort puede llevarte a no poder manejar tu vida y tener unos hábitos no recomendados, convirtiéndote posiblemente en el viejo cascarrabias del grupo.
Si tú que me lees crees que en el fondo eres un poco así, mi recomendación es que, créeme, se puede vivir con menos y hacer la actividad deportiva con lo justo y necesario.
Puedes salir a correr con unas zapatillas, eso sí, de calidad para que no te repercuta en alguna lesión, pero si lo tuyo son los deportes de equipo, bájate a unas canchas de baloncesto porque siempre hay gente en ellas.
Te recomiendo castigarte en el buen sentido con un poco de disconfort en tu vida como receta diaria y de forma asidua.
Con el tiempo notarás que lo que tú pensabas que era necesario en realidad no lo era tanto para hacer cualquier deporte.
¿Para qué sirven las emociones?
Otro punto muy importante para mí en la justa medida son las emociones. No entiendo como la gente las puede desechar tan libremente de sus vidas.
Somos animales y como tales nos comunicamos a través de ellas o mejor dicho las emociones dicen mucho de ti.
Si estás feliz y lo transmites a tu alrededor, estas diciendo “eh, soy un buen tipo y necesito sociabilizarme”, por otro lado, si estás triste, estás diciendo “lo siento tío, necesito recogerme en mis pensamientos para arreglar unos problemas que me preocupan”.
Además, hay que tener cuidado cómo las mostramos, en qué medida y cuándo porque puede hacer que te expulsen, por ejemplo, de un partido por ser impulsivo y no medir tus palabras y por ende tus emociones.
Una forma muy recomendable, si no se tiene un psicólogo deportivo a mano (jejeje), es intentar contar de uno a diez mentalmente y olvidarte del problema que tenías en la cabeza.
Si después sigues pensando lo mismo, pues quizás era necesario mostrarlas en su máximo esplendor, pero a lo mejor has bajado un poco tu activación emocional y quizás te dices a ti mismo: “¿sabes qué? No merece la pena que me expulsen y que deje a mi equipo con diez por una discrepancia”.
Otra forma que recomiendo es, sabiendo que no puedes frenarte, por lo menos sé consciente de tus emociones y de cómo te van embargando.
En ese preciso momento es ideal para darte la vuelta y, como dice el dicho popular, “ojos que no ven, corazón que no siente”.
¿Entonces me estas diciendo que me embargue de las emociones o que las ignore? Te digo que como todo tienes que presentar un equilibrio o medida justa en referencia a ellas.
La justa medida en el entrenamiento
El último punto que quiero transmitir que debe estar en la justa medida y que más cuesta a los deportistas es el entrenamiento.
A todos nos gusta el deporte, las sensaciones que se transmiten con él, los pequeños retos que nos vamos marcando como deportistas y los vamos puliendo y ampliando.
Incluso si eres un profesional dentro de este sector, es necesario un mínimo de horas para ejecutar todos los movimientos necesarios, una buena técnica, táctica y conseguir una buena estrategia.
Sin embargo, presta atención a esta gráfica. Si te fijas, a medida que te ejercitas vas teniendo un aprendizaje mucho mayor, incluso consiguiendo mayor musculatura.
Pero, según cada cual, hay un declive tanto de atención, motivación, como de cansancio físico y psicológico. Esto puede llevar al agotamiento emocional (variable implicada en el síndrome de burnout) así como a mayor riesgo de lesiones.
Cada uno debe ser consciente de sus limitaciones, de hasta dónde puede llegar o no. Quizás podrías utilizar la imaginación para soportar esos excesos de más y no lesionarte, pero para el ámbito psicológico te recomendaría descansar, desconectar y volver al día siguiente.
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