Vamos a imaginarnos por un momento a nuestros antepasados. Ellos no disponían de calefacción y sus abrigos no pasaban de meros recortes de pieles de animales de caza. ¿Os imagináis que frío deberían de pasar en los crudos inviernos? Pues no creas que pasaban tanto frío. Estaban adaptados. Ellos eran algo diferentes a nosotros, en esa edad tampoco había obesidad, metabolopatías o diversas enfermedades típicas de nuestra época.
¿Y que tiene que ver el frío con la obesidad o las enfermedades? Pues puede que algo tenga que ver. El frío es un termogénico activador del metabolismo. ¿Y esto que significa? Pues que el frío nos hace quemar calorías.
Al pasar frío, nuestro cuerpo, como organismo homeostático, intenta corregir ese desequilibrio o estrés externo mediante la producción de calor, de tal forma que cuando tenemos frío nuestro organismo activa una serie de mecanismos para empezar a generar calor endógeno. Para generar ese calor tenemos que usar sustratos energéticos como glucógeno o lípidos.
Para poner un ejemplo más claro, cuando tenemos mucho frío nuestro cuerpo comienza a tiritar. Esos tiritones de frío no son más que una respuesta de nuestro organismo para corregir ese estrés térmico e inducir a la homesotasis. Empezamos a tiritar para producir calor. Tirirtar no son más que contracciones musculares isométricas, tal y como si estuviesemos haciendo ejercicio.
De esta forma, pasar frío de forma extrema en breves periodos de tiempo nos hará consumir glucógeno (al igual que el ejercicio a alta intensidad) y pasar frío moderado en largos periodos de tiempo nos hará quemar más grasas (al igual que el ejericcio de baja intensidad)
Pero no queda ahí la cosa. Al pasar frío tiritamos, como hemos dicho, el hecho de tiritar se trata de contraciones isométricas, las cuáles activan proteínas desacoplantes como la PGC1-alfa. Esta proteína se comunica con el medio externo de los miocitos a través de la Irisina, otra hormona que convierte la grasa blanca en grasa parda, que es una grasa con alta densidad mitocondrial. Digamos que es una grasa metabólicamente activa. Al tener más grasa parda no sólo tenemos más tolerancia al frío sino que quemamos más grasa.
La grasa parda es una grasa buena, ya que nos ayuda a quemar calorías al demandar mucha energía para proporcionársela al organismo y elevar su temperatura cuando hace frío. Se le conoce como grasa parda por su color marrón y ese color marrón se debe a la gran densidad mitocondrial que posee. Digamos que la grasa parda es una gran horno quema calorías. De hecho tan sólo unos 60 gramos de esta grasa podrían quemar hasta el 25% del gasto diario de energía de un adulto.
Así pues, la conversión de grasa blanca en grasa parda se puede producir por dos vías:
Realizando ejercicios de resistencia de baja intensidad y medio-alto volumen. Es decir, saliendo a correr 1 hora suave por ejemplo. Este tipo de ejercicio nos ayuda a segregar Irisina, la hormona encargada de la transformación de grasa blanca en grasa parda. El ejercicio de resistencia estimula la expresión del gen de la irisina (Fndc5) a través del complejo de transcripción PGC1-alfa.
Pasar frío. Someternos a bajas temperaturas nos ayuda a segregar Irisina, la cuál como hemos dicho tiene ese efecto conversor. Lo ideal para segregar Irisina es tiritar, es decir, someternos a bajas temperaturas en breves periodos de tiempo. No más 15 minutos
Una persona que tiene alta tolerancia al frío es una persona con gran cantidad de grasa parda y viceversa, a la vez que personas con gran cantidad de grasa subcutánea y obesos suelen tener menos grasa parda.
Así pues la Irisina es una hormona objetivo en la lucha contra la obesidad y no sólo eso, también se descubrió que esta hormona podría tener un también un papel importante en los efectos beneficiosos sobre el cerebro, actuando sobre el hipocampo y cumpliendo un importante rol en procesos de aprendizaje y memoria.
Como vemos, nuestros antepasados no tenian obesidad, cardiopatías, metabolopatías o enfermedades relacionadas. Tampoco tenían calefacción ni abrigos. A medida que el ser humano evoluciona se aleja del entorno natural, sumergiéndose en un entorno artificial y a medida que esto ocurre nuestro cuerpo va desadaptándose y pagando las consecuencias de vivir en ese entorno falso y tóxico alejado de la naturaleza. Y como frase final me pregunto ¿habremos llegado ya al punto de inflexión de la evolución? ¿Estaremos involucionando?
Os dejo con esta duda reflexiva, yo me voy a correr al monte sin abrigo.
Bibliografía
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22761182
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22405065
La entrada ¿El frío nos ayuda a adelgazar? aparece primero en Practica Vida.