Según un estudio Australiano, los perros pueden tender al optimismo o al pesimismo, como los humanos.
Los perros fueron adiestrados para tocar un objetivo tras escuchar dos tonos diferentes: el primer tono significaba que recibirían leche, y el segundo tono, significaba que recibirían agua. Una vez que habían aprendido lo que significaban esos tonos, les daban a escuchar dos nuevos tonos, pero esta vez ambiguos.
Si los perros responden después de tonos ambiguos, indica que esperan que ocurran cosas buenas para ellos, y se les llama optimistas. A los que no responden a éstos, se les definía como pesimistas.
De acuerdo con la investigación, un perro con una personalidad optimista espera que sucedan más cosas buenas. Va a tomar riesgos y tener acceso a las recompensas. Es un perro que no se desanima cuando las cosas no salen bien y lo intenta de nuevo. Los reveses de menor importancia no le molestan.
Si un perro tiene una personalidad pesimista, espera que le ocurran menos cosas buenas. Esto puede hacer que sea cauteloso y con aversión al riesgo. Los contratiempos en las acciones que emprende pueden causarle angustia. Puede que no sea infeliz per se, pero es probable que sea más conformista y necesita un poco de aliento para probar cosas nuevas.
Los perros pesimistas parecían estar mucho más estresados ante una tarea que los perros optimistas. Ladraban o gimoteaban y evitaban repetir la tarea.
“Esta investigación podría ayudar a los entrenadores de perros de trabajo a seleccionar los perros que mejor se adapten. Probando el optimismo o pesimismo en los perros de forma temprana se puede identificar buenos candidatos para el entrenamiento. A un perro pesimista que evita riesgos sería mejor tenerle como un perro guía, mientras que un perro optimista, persistente, sería más adecuado para la detección de drogas o explosivos”, explica Starling, la científica encargada del estudio.
Fuente:
http://www.lavanguardia.com
Un saludo,
Olivia
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