Cómo tener empatía con el paciente
El afectado sufre una sensación de incapacidad constante. Es decir, duda de su propia valía. Esta es una de las razones por las que le cuesta tanto tomar decisiones, emprender nuevos retos o incluso, quedar con gente para planes de grupo. Cuando una persona sufre ansiedad siente que hay algo que desequilibra todo su mundo.
La ansiedad dispara los pensamientos negativos a la enésima potencia. Es como si en un segundo el afectado sintiese una descarga de energía negativa que en cierto modo, es un veneno emocional porque altera incluso el plano físico. Y además, imagina que esos pensamientos tienen una forma física que produce un peso mortal sobre la espalda del afectado.
Si realizas planes con una persona que sufre ansiedad es posible que eches de menos la novedad del factor sorpresa de hacer planes diferentes. Sin embargo, si hay algo que define a quien sufre ansiedad es su obsesión por la seguridad. Una seguridad que obtiene de seguir unas rutinas cotidianas, moverse por unos lugares conocidos y hacer las mismas cosas de siempre. Por tanto, no juzgues esta falta de disposición hacia los nuevos planes como una falta de interés hacia ti, sino como una limitación de su propio malestar emocional. De hecho, no te tomes esta actitud como algo personal puesto que el afectado de ansiedad se mueve del mismo modo con todo el entorno.
Una persona con ansiedad se siente especialmente atemorizada ante miedos que todos tenemos pero que en ese caso, se agravan. Por ejemplo, el temor al rechazo, el miedo a la soledad, temor al qué dirán, angustia ante el ridículo, y especialmente, miedo a perder el control. Ponte en la piel de una persona que carga sobre sus hombros con este peso constante en una semana cualquiera.
Una persona que sufre ansiedad se siente cansada en muchos momentos. Y esto le lleva a la apatía. Es una consecuencia directa del desbordamiento de las emociones. Es muy posible que en tus conversaciones con ese amigo notes un exceso de pensamiento negativo. Sin embargo, esta negatividad no es una cuestión de voluntad sino el resultado de ese aplastamiento de la voluntad que produce la nube negra de la ansiedad en la que el afectado se siente encerrado.
Tú puedes ser un pilar de apoyo muy importante para una persona que sufre ansiedad si entiendes cómo se siente. Para a partir de allí, acompañarle en el proceso de vivir a través de tus silencios y presencias. Con paciencia, cariño y respeto. Porque la amistad también es una buena medicina frente a la ansiedad.