Vivimos intentando controlar que no suceda aquello que creemos que no debería suceder. Nuestra mente, analítica y juzgadora por naturaleza, saca sus propias conclusiones acerca de lo que es deseable y lo que no.
Lo curioso es que esa mente, a la que tanto valor damos, solo posee ciertos datos acerca de aquello que sucede. Y lo interpreta basándose en otro montón de datos que trae de la memoria del pasado y que, muchas veces, nada tienen que ver con la interpretación real de lo que nos está sucediendo.
Sin embargo, en nuestro momento evolutivo el hecho de utilizar la mente para comprender y enjuiciar la vida es algo que todos hacemos en exceso sin darnos cuenta. ¿No te sorprende que algunas personas siempre encuentren, por ejemplo, el hecho de que llueva, haga frío o calor, como algo de lo que poderse quejar? Si llueve, llueve. Si hace frío, hace frío. Y si hace calor, hace calor. Sin más. Pero para la mente siempre debería ser todo de otra manera…
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En cualquier caso, hay situaciones en la vida que presentan ciertos desafíos y que nos puede costar más asimilar y afrontar que otras. Me refiero a eso que denominamos .
Los momentos difíciles, en muchas ocasiones, solo son situaciones que la vida nos pone para que, por un tiempo, hagamos una pausa y podamos recapacitar acerca de ciertas cosas que si siguiéramos en nuestra vorágine habitual no se nos pasarían por la cabeza.
Por ejemplo, una enfermedad, es una de las situaciones más difíciles que se nos pueden presentar. O quizá la enfermedad o la muerte de un ser querido. O el hecho de que nos despidan del trabajo. O un divorcio.
Las dificultades nos enseñan a ser más humildes
Cualquiera de estas situaciones, por si mismas, consiguen desequilibrarnos lo suficiente como para que hagamos una parada y reflexionemos de forma profunda sobre ciertos temas y prioridades. También consiguen mostrarnos que no podemos controlar absolutamente todo y nos hacen ponernos en contacto con nuestra parte más humilde.
Toda dificultad, una vez “superada”, es un hermoso regalo en bruto que nos hace la vida, lo que pasa que cuando nos es entregada viene bien envuelto para que, hasta el final, no nos demos cuenta de cuál era el regalo. Además, en situaciones de crisis, encontramos la ocasión para poder descubrir partes nuestras que, en muchas ocasiones, ni siquiera sabíamos que vivían en nuestro interior.
Por mucho que al principio una situación difícil nos paralice y nos haga sentir pequeños e indefensos, la realidad es que estamos ante un reto que tiene que ver más con nuestra forma de responder que con la situación misma.
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Haz una pausa ante las dificultades
Cuando te halles ante una dificultad, no te lances enseguida a buscar una solución. Serénate y comienza por darte cuenta de que es una situación que puede ocurrir en la vida y que si te ha sucedido a ti es, seguro, porque tienes las herramientas para solucionarla o lidiar con ella.
Dale un tiempo para que repose. Tu mente necesita acomodarse a la nueva situación para poder encontrar la solución, si es que hubiera que encontrarla. Además, en muchísimas ocasiones si no nos ponemos en marcha en seguida, el problema termina por solucionarse por si mismo. Por eso, es recomendable que te tomes tu tiempo y que no te apresures a luchar contra la dificultad.
Intenta observar la situación como si no te estuviera ocurriendo a ti. Conviértete en el observador, ya que ese poquito de distancia de dará mucha claridad acerca de como actuar. Cuando tenemos algo demasiado cerca lo vemos fatal y no tenemos ninguna perspectiva. No busques culpables, eso no ayuda nada. Y por supuesto, tampoco te culpes tú, las cosas ocurren y buscar culpables nos distrae con detalles innecesarios.
Tampoco te recomiendo que pierdas energía quejándote. Las quejas y lamentos son totalmente absurdos, infantiles y no sirven para nada más que para instalarte en el victimismo y restarte poder de acción.
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Tu actitud es lo más importante
La actitud es la forma en la que reaccionamos ante ese problema o dificultad, y es lo único que está en nuestras manos. Para eso, como hemos dicho antes, necesitamos cierto grado de serenidad como algo imprescindible.
En ocasiones, la mejor actitud será aceptar que las cosas son como son y, sobre todo, cuando no hay nada que podamos hacer al respecto. En la aceptación encontramos gran parte del consuelo y la fortaleza necesaria para afrontar la situación.
Una vez aceptado, solo depende de ti emprender aquello que consideres más adecuado para solucionar o para paliar los efectos de aquello que esté sucediendo. Confía en ti en estos momentos. Si estás atravesando esa dificultad es porque tienes acceso a encontrar la forma de solucionarlo.
Procura acceder a una visión ampliada del problema. Ábrete a recibir ayuda a modo de inspiración, pero ten en cuenta que esta ayuda solo llega cuando la mente analítica ha cesado en su intento de ser protagonista.
Practica pequeñas meditaciones a lo largo del día
Siéntate un rato en silencio y permite que los pensamientos crucen por tu mente mientras los observas. Después presta atención a tu respiración y poco a poco irás notando una gran paz que te ira relajando. Disfruta un rato de esa sensación y permite que cualquier idea llegue a ti, sin forzarla. Mantén este estado todo el tiempo que te apetezca. No por estar más tiempo será más productivo. Solo regálate el rato que sientas que te apetece. Repite esto un par de veces al día en momentos de dificultad y será de gran ayuda.
Ten la confianza que todo en la vida sucede por alguna razón por mucho que no podamos entenderlo cuando está sucediendo. El hecho de afrontar cualquier problema con una mentalidad positiva será de la mayor importancia. De nada servirán frases del tipo “No lo voy a conseguir” o ” No soy capaz”, tú siempre eres capaz y conseguirás todo aquello que te propongas.
Y recuerda que en esto te puede ayudar el método Crear Salud, que se convertirá en tu mejor compañero para llevar la meditación a tu día a día. Además, en este método también fomentamos y aconsejamos sobre una correcta nutrición y una vida más activa. Descárgate la app Siente –aquí puedes hacerlo- y empieza a disfrutar de los beneficios del mindfulness y la Psicología Positiva. A partir de una metodología muy sencilla, emprenderás el camino para mejorar tu bienestar y acercarte a una vida más feliz.
¡Confía en la vida! ¡Se lo merece!