Somos muchos los que nos hemos planteado a lo largo de los años si el diseño de la silla en la que nos sentamos, principalmente en el trabajo, es un tema en el que se tendría que centrar el tratamiento en pacientes con dolor lumbar. ¿Existe la silla perfecta? Si es así, ¿cuál es?
Esta vez la respuesta viene de los compañeros de Pain-Ed (uno de nuestros blogs recomendados) con los que hemos tenido la suerte de empezar a colaborar recientemente. Para el que no los conozca (pecado mortal) son un grupo de fisioterapeutas dedicados a la investigación y con base en Australia. Entre ellos, nombres como Peter OSullivan, Wim Dankaerts, Kieran OSullivan o Kjartan Vibe Fersum.
A continuación os dejo las conclusiones que sacaron en su blog (en una entrada del 2016). Puedes leer aquí la versión inglesa de esta entrada (escrita por Maire Curran).
Incluso aunque sentarse durante largos períodos de tiempo podría tener efectos negativos en nuestra salud general, no parece ser una causa mayor para tener dolor lumbar. Sin embargo, sentarse durante largos períodos es un factor agravante común en personas con dolor lumbar, y por esto a menudo se ven métodos para reducir la incomodidad al estar sentado. Una de las maneras en las que la gente hace esto es invirtiendo (a menudo grandes sumas de dinero) en una silla nueva.
Miembros del equipo de Pain-Ed han investigado el rol de diferentes diseños de silla en el manejo del dolor lumbar. Hemos mostrado previamente que sentarse en sillas dinámicas (inestable) y taburetes no previene o reduce el dolor lumbar.
En esta revisión reciente, miembros del equipo de Pain-Ed se interesaron en si el uso de un soporte lumbar o asiento reclinable tienen un efecto en el dolor lumbar. En general, mientras usar un soporte lumbar parece ayudar a reducir la tensión de los músculos de la espalda en cierta medida, no hay evidencia clara de que usar soporte lumbar afecte al desarrollo del dolor lumbar. El uso de una silla reclinable no ayudó a reducir el dolor lumbar (de hecho, si tuviéramos que decir algo, es que fueron ligeramente causantes de dolor, por término general).
Creemos que hay dos razones posibles del porqué las revisiones del diseño de la silla generalmente sugieren que cambiar el diseño de la silla no tiene un efecto positivo significativo en el dolor lumbar.
1. El dolor lumbar, como la mayoría de las dolencias crónicas, engloba mucho más que factores físicos como la manera en la que nos sentamos, agachamos y levantamos cosas. Sabemos que los tratamientos que adoptan una visión “física” muy cerrada en dolencias crónicas como el dolor lumbar tienen efectividad limitada. Es por ello que no sorprende demasiado que cambiar una sola cosa en la vida de la persona (por ejemplo, la silla) sin abordar otros factores potencialmente relevantes (ejemplo, su satisfacción laboral, sus niveles de actividad, su descanso, sus pensamientos, miedos y estado anímico) sea inefectivo.
2. Los estudios ofrecen la misma silla a todos los individuos, en lugar de intentar usar la silla correcta para la persona correcta. Por ejemplo, hemos mostrado previamente que cambiar el diseño de la silla podría ayudar a algunas personas con dolor lumbar a sentarse más cómodamente, aunque cambios similares en el diseño de la silla podrían hacer a otras personas con dolor lumbar estar más incómodos.
En conclusión, el dolor lumbar normalmente no tiene que ver sólo con la silla (u otro factor uni-dimensional). Si estás interesado en evaluar si vale la pena un cambio en el diseño de la silla, como parte de un tratamiento general, entonces intenta asegurarte de que los cambios reflejan la presentación individual de la persona.
Hasta aquí llega este artículo. Muchas gracias a los compañeros de Pain-Ed por brindarnos la posibilidad de tener acceso a su reconocido trabajo.
La imagen de cabecera es una adaptación de un dominio público de Pixabay.
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