Cualquier trabajo me servía
Cuando terminé la universidad, tenía dos cosas muy claras:
No quería dedicarme a nada relacionado con el título que había conseguido
Quería irme a vivir con mi novio
No tenía dinero para lo segundo, así que opté por lanzarme a la búsqueda de trabajo a través de Infojobs.
A pesar de que estábamos en plena crisis, no tardé más de dos meses en encontrar un empleo. Como tenía experiencia, me cogieron para la atención al cliente de una conocida marca de telefonía móvil.
Teleoperadora. Desde luego, ese no iba a ser el trabajo de mi vida, pero tenía un buen horario y un objetivo: independizarme. Era suficiente.
Tras los primeros meses, empecé a sentirme un poco triste. Me pasaba 6 horas al día en un cubículo, esperando que alguien llamara, hablando con los compañeros a escondidas y aburriéndome como una ostra.
A pesar de que sus problemas me interesaban bien poco (no tengo cobertura, quiero cambiar mi tarifa de datos), trataba a los clientes con amabilidad y me preocupaba por darles una solución.
Quería ayudar a la gente.
Además, tenía mi objetivo. Cada mañana, en la última página de mi libreta para tomar notas, apuntaba: “Trabajaré con alegría para irme a vivir con Miguel.”
Y llegó el día. En febrero de 2010, Miguel y yo estrenábamos el ático de 60 metros2 que habíamos alquilado.
Qué felicidad. Qué vistas de la ciudad de extrarradio. Incluso se veía la montaña a lo lejos. Por fin tendríamos intimidad. Cada noche dormiríamos juntos, abrazados, enamorados
Todo parecía perfecto.
Hasta que la burbuja de la ilusión se rompió.
El cuerpo me avisó de que algo no iba bien
¿Esa iba a ser mi vida a partir de ahora? ¿Levantarme con el maldito despertador, ir corriendo hacia el metro, llegar apurada al trabajo, atender llamadas de gente maleducada, y soñar con el fin de semana o mis dos semanas de vacaciones?
Pues sí.
En eso se había convertido mi día a día. En una rutina monótona y gris. Ni quemar calorías en las clases de steps me motivaba demasiado.
Necesitaba el dinero, pero me avergonzaba ser teleoperadora. No quería estar allí, pero tampoco sabía qué hacer con mi vida.
¿Cuáles eran mis posibles salidas? No veía ninguna. Me sentía una esclava.
Empecé a encontrarme mal. Sentía el corazón acelerado y me dolían los brazos, sobre todo el derecho.
¿Eso eran los síntomas de un ataque al corazón? ¿Iba a morirme?
¡Ay, el pecho también me dolía! ¿Qué pasaría si mañana me muriera? ¿Querría seguir siendo teleoperadora?
¡No! ¡Por supuesto que no!
De repente, un día, sentada en mi cubículo, empecé a llorar. Lloraba, lloraba y lloraba. No podía parar. Fui al baño para calmarme, pero no lo conseguí. Sólo lloraba. Y lo peor de todo era que no sabía por qué.
Me saltaré el proceso de pruebas y análisis que me hicieron todas las veces que fui al médico con los mismos síntomas: dolor en los brazos, el pecho, taquicardia, hormigueos por todo el cuerpo, llanto y pensamientos sobre una muerte inminente.
El diagnóstico era claro: tenía ansiedad.
El autoconocimiento es el primer paso
La ansiedad no te mata, pero te lo hace pasar fatal. Parece que el cuerpo y la mente se vuelven en tu contra con tantos síntomas y pensamientos desagradables.
No obstante, 7 años después de mis primeras crisis de pánico, puedo darles las gracias. Ellas fueron las impulsoras de mi autoconocimiento.
Necesitaba respuestas.
Como no tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida, empecé por lo que más me dolía: el trabajo.
Me puse a buscar otro empleo. ¡Había una solución! ¿Cómo no la había visto antes?
Conseguí una plaza en un ayuntamiento. Sólo iban a ser 6 meses de contrato, pero era una salida del infierno teleoperador.
Por suerte, cuando empiezas a moverte, todo a tu alrededor se mueve.
Paralelamente, sucedieron otros cambios:
Me mudé de la ciudad a un pueblo entre montañas
Empezó a llegarme información acerca de la importancia que tiene el cuerpo para el autoconocimiento
Conocí la Terapia de Movimiento
La Terapia de Movimiento es un conjunto de técnicas que permiten que te pongas en contacto con tus sensaciones corporales. A través de ejercicios en los que te mueves con libertad u otros que te colocan en posturas concretas, accedes a tus tensiones para descubrir la emoción reprimida que hay en ellas.
En definitiva, con las herramientas de la Terapia de Movimiento, puedes conectar con tu realidad emocional para saber qué es lo que quieres y necesitas en realidad.
Descubrir la Terapia de Movimiento, me fascinó y mejoró mi estado: hizo que la ansiedad desapareciera. Así que decidí apuntarme a una formación de dos años para aprender todos sus entresijos.
Conócete a ti mismo a través del cuerpo
Entonces, empecé mi proceso de autoconocimiento:
Aprendí que la muerte de mi padre cuando yo tenía un año era el origen de gran parte de mi tristeza
Reconocí que mi mayor miedo era ser rechazada
Grité de rabia, algo que no había hecho nunca y que me causaba mucho dolor.
Hasta entonces había sido una desconocida para mí; pero fui desvelando los sentimientos que conducían mi vida gracias a las sensaciones y rigideces corporales que sentía con cada ejercicio de movimiento.
Además, como desde pequeña he escrito para reflexionar, usé la escritura para aclarar aquellas emociones que había vivido y no había entendido.
Al igual que yo viví (y sigo viviendo) mi proceso de autoconocimiento gracias al cuerpo, tú también puedes conseguirlo.
Lo bueno que tienen las terapias corporales, a mi parecer, es que las respuestas llegan claras y directas. No hay dudas, porque el cuerpo guarda la información que hay en tu inconsciente.
Por ejemplo, imagina que te enfadas con tu pareja, pero decides callarte para no empezar una discusión. Sin embargo, tu cuerpo está programado para gritar y golpear cuando sientes rabia, ya que se formó cuando nuestros antepasados luchaban por la comida o el territorio.
Por lo tanto, de forma inconsciente, ante ese enfado, tendrás que tensar ciertos músculos para esconder la emoción y sus efectos. Los músculos que se tensan con la ira son los de la garganta, las mandíbulas, los brazos, los hombros y el pecho. Cuando mantienes esa rigidez durante mucho tiempo, se acabará convirtiendo en dolor.
La Terapia de Movimiento te dará herramientas para que, a través de ese malestar, puedas volver a conectar con tu rabia y expresarla en el lugar adecuado para, a partir de ahí, aprender a gestionarla.
Cuando comprendes tus emociones y la función que cumplen, puedes reconocer los mensajes que han venido a traerte. De esta forma, empiezas a conocerte a ti mismo.
A medida que te adentras en el autoconocimiento, puedes ir desvelando cómo puedes reinventarte profesionalmente.
2 herramientas para tu reinvención profesional
Como te he comentado al principio, uno de los temas que más me dolía era encontrar un trabajo en el que me sintiera feliz. Para mí, era muy importante tener un empleo con sentido, que me hiciera vibrar.
Si estas leyendo estas líneas, es probable que a ti te ocurra algo similar. Por eso, voy a compartirte dos ejercicios que a mí me sirvieron, no sólo para conocerme a mí misma, sino para articular mi reinvención profesional.
El enraizamiento y el arco invertido
Una de las dificultades habituales que tenemos todos, no sólo los que buscamos reinventarnos profesionalmente, es la capacidad de conocer nuestra realidad corporal, emocional, mental y espiritual.
Compartimos este problema porque se encuentra en nuestra cultura:
Por la importancia que se da a lo racional frente a lo emocional, ya que creemos que la mente es donde reside el conocimiento, los sentimentalismos sólo distraen.
Metidos de lleno en la era de la información, tenemos un montón de distracciones que nos impiden escuchar nuestra voz interna.
Cuando estamos todos los días inmersos en nuestros pensamientos, desconectados del presente, la inseguridad y la falta de emociones ganan la partida.
Pero yo no quiero que te ocurra eso. Por este motivo, te recomiendo dos ejercicios de Terapia de Movimiento: el enraizamiento y el arco invertido.
Por un lado, el enraizamiento te permitirá adentrarte en tus sensaciones corporales, de forma que puedas vivir el presente, ganar seguridad y confianza.
Y, por otro lado, el arco invertido, te permitirá abrir el pecho y soltar la expresión. Esto es importante por dos motivos:
El pecho es el centro emocional y ya te he comentado lo importante que es sentir tus emociones
Dar una salida a tus sentimientos en forma de gritos o gemidos es importante porque te permitirá liberarlas para que no se queden dentro y te causen dolor
En este vídeo, podrás ver cómo realizarlos.
Diario de quejas
Muchas veces, cuando vivimos algo que no nos gusta, nos quejamos. Sí, es feo reconocerlo, pero la mayoría de nosotros lo hacemos en algún momento.
En el caso del trabajo, nos quejamos del jefe, de los compañeros, de los horarios, de tener que trabajar en festivos, de los clientes, de los madrugones y un sinfín de motivos más. Seguro que tú tienes unos cuantos.
Las quejas nacen de la frustración, un sentimiento que muchas personas viven ante un empleo que no les gusta.
Ante las quejas, puedes hacer tres cosas:
Contárselas a alguien de confianza, con el riesgo de que esa persona se canse de tanto escucharte.
Cambiarlas por pensamientos positivos o evitar pensar en ellas. Sinceramente, yo no he conseguido mantener estos hábitos más de dos días seguidos. Si tú sabes cómo, explícamelo en los comentarios.
Encontrar algo que te permita liberarte de ellas para que tu frustración no te amargue.
Y aquí es donde entra en juego la herramienta que te propongo: el diario de quejas.
Se trata de que escribas cada día, con la máxima regularidad posible, todas las quejas que tengas.
No trates de ser compasivo ni espiritual. Al contrario, sé mezquino y saca todo tu mal humor. No dejes de escribir hasta que lo hayas expresado todo.
¿Qué vas a conseguir?
Uno de los primeros beneficios que notarás es que, cuando pones por escrito todo aquello que te molesta, deja de dar vueltas en tu cabeza. Por lo tanto, te será más fácil no quedarte encallado en los mismos pensamientos negativos una y otra vez.
No lo releas ni se lo des a nadie para que lo revise, ya que eso podría provocar que te juzgues con severidad o te expongas a la crítica de otra persona. Eso mermaría tu confianza y dejarías de hacerlo.
Mantén este hábito durante un par de semanas como mínimo. Aunque cuanto más escribas, más información sacarás.
Cuando pasen las dos semanas o el tiempo que hayas decidido, coge un marcador o un bolígrafo de otro color y relee todo el diario. Subraya todo lo que te parezca importante a destacar:
Puedes marcar tus quejas más habituales
O las ideas que hayan aparecido en medio de tanto lamento
Por ejemplo, en mi caso, me disgustaba tener que obedecer a mis jefes, tenía ganas de poder ayudar a los demás en algo con sentido y anhelaba un trabajo donde desarrollar mi creatividad.
Con estas tres ideas, vi que tenía que emprender, dedicarme al desarrollo personal y la escritura tenía que formar parte esencial de ese proyecto. La escritora de tu vida, el negocio que creé al cabo de un tiempo, cumple estas tres características.
En definitiva, con el diario de quejas, se trata de que aprendas a ver qué es lo que más te molesta o enfada para que puedas darle la vuelta y sacar información valiosa para ti.
El autoconocimiento se construye con el tiempo
Para terminar, quiero contarte el final de mi historia. En diciembre de 2013, pocos meses después de haber empezado mi formación en Terapia de Movimiento, tuve una idea: quería acompañar a otras personas en su desarrollo personal a través del autoconocimiento corporal y la escritura.
Ese fue el germen, la idea inicial.
Volvía a tener un objetivo. Tenía un nuevo lugar hacia el que dirigirme. Ahora me importaba un poco menos ser administrativa, porque en mi tiempo libre trabajaba duro en mi proyecto.
No fue fácil ni rápido, no te voy a engañar. En medio del proceso, tuve que aprender a gestionar muchos miedos y creencias que me impedían sacar a la luz mi empresa.
Pero en abril del 2016, dejé mi trabajo por cuenta ajena. Decidí lanzarme al vacío e ir a por todas (porque contaba con un colchón de seguridad que había confeccionado mientras trabajaba en la tienda de rótulos).
Ha pasado más de un año de aquello. No me arrepiento en absoluto de la decisión que tomé. Mi felicidad creció hasta niveles que no había alcanzado nunca.
Con La escritora de tu vida, me enfrento cada día a nuevos retos, que me obligan a atender mis sentimientos y revisar mis creencias continuamente. Sin embargo, a pesar de los miedos, ahora camino más segura porque cuento con herramientas que me permiten gestionar mis emociones.
El autoconocimiento: la herramienta que necesitas para tu reinvención
En conclusión, esta es mi recomendación: si quieres reinventarte profesionalmente, preocúpate por conocerte a ti mismo en profundidad. Empieza por lo que más te duela y ves avanzando en el viaje del autoconocimiento.
Es un proceso que requiere tiempo, no hay fórmulas de 5 minutos, pero es la mejor inversión que puedes hacer para mejorar en todos los niveles.
Ya verás cómo, a medida que te vayas adentrando en tus sentimientos, descubrirás qué es lo que quieres hacer con tu vida.
Y si necesitas herramientas para conocerte a ti mismo, puedo acompañarte. Si lo quieres, puedes acceder aquí al curso gratuito Primeros pasos para escuchar tu cuerpo con el que conocerás ejercicios para gestionar tus emociones y superar tus dolores.
¿Te ha quedado alguna duda? ¿Cómo iniciaste el camino hacia tu reinvención profesional? ¿Qué herramientas usas para conocerte a ti mismo? Sigamos la conversación en los comentarios.
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