Caminas por la ciudad envuelto en tus propios pensamientos, acelerado, con el piloto automático puesto, y de pronto, un aroma que lo cambia todo… Antes si quiera de poder racionalizar lo que te acaba de suceder, algo ha cambiado dentro de tí, de pronto, eres feliz…
¿ Qué ha pasado? Probablemente a te hayas cruzado con una persona que utiliza el mismo perfume que la persona amada, o quizás, acabas de pasar la puerta de un restaurante donde están asando una sardinas, que olían, exactamente igual, que las que más disfrutaste en tus últimas vacaciones.
Por un momento tu cerebro ha creído que estaba en otro lugar, y cosas del cerebro, ha descargado el mismo tipo de sustancias que descargó en aquella ocasión…
Suena el teléfono, no te ha dado tiempo de mirar el identificador de llamadas, descuelgas, es tu padre…
– Hola, ¿ Cómo estás?
La respuesta más probable es que tu estado, en ese momento, dependa de la forma que tu padre haya formulado la pregunta, porque en el tono de su voz, de forma automática, has detectado si está feliz o triste, si la llamada contendrá reproches o halagos, y automáticamente, tu cerebro, responderá a ese tono poniéndote en guardia o proporcionándote la felicidad de escuchar a un ser querido. Hace muchos años que quedaron anclados en ti los diferentes tonos de voz de tus progenitores ante sus diversos estados emocionales creándose respuestas automáticas ante dichos estímulos.
Estos son sólo dos ejemplos de la cantidad de anclajes inconscientes a los que nos vemos sometidos a diario. Un anclaje se produce cuando quedan asociados un estímulo a una respuesta emocional determinada.
Veamos un ejemplo en un niño pequeño:
Elementos del anclaje
Estímulo. Es aquello que percibimos en el momento más alto de nuestra experiencia emocional, el que almacenamos en el recuerdo junto con la sensación experimentada.
Te encuentras abrazada a esa persona tan especial, te sientes muy bien, en paz, feliz. Cierras tus ojos, es de noche y el silencio os acompaña. Tu nariz descansa en su hombro perfumado…
Casi con total seguridad acabas de anclar ese aroma a una sensación de paz y felicidad. No olvides preguntarle de qué fragancia se trata, porque acabas de encontrar una pócima para volver a sentirte así siempre que lo desees…
Significado. Sin lugar a dudas los estímulos siempre son neutros en lo que se refiere a anclajes. Volviendo al ejemplo anterior, supongamos que tratamos de medir objetivamente el significado de ese estímulo ya que acabamos de crear la fragancia, y aún nadie la ha podido asociar a ninguna experiencia. Dejamos que la huelan un alto grupo de personas y les preguntamos si les ha parecido agradable. Hay consenso, la fragancia huele muy bien y la lanzan al mercado.
Tú estás una noche tranquilamente en un bar y aparece un tipo muy desagradable que te amarga la velada, además de a alcohol, el tipo apesta a una fragancia que desconoces…vaya nochecita te está dando…
Se trata de la misma fragancia, sin embargo, el significado que le das es tan diferente, que cuando a tu lado, alguien pase por la calle usándola, te van a asaltar sensaciones negativas.
Los significados pueden ser personales o compartidos. Los ejemplos anteriores se refieren a significados particulares, que son exclusivos de una persona, pero también los encontramos colectivos. En cualquier colectivo que se precie encontramos anclajes:
Los gritos grupales de un equipo antes de saltar al campo de juego, esloganes políticos, canciones de pareja …
Este tipo de anclaje es muy utilizado en publicidad, ¿ a quién queremos venderle el producto? A determinada generación, sexo, clase social….. Seguro que comparten anclajes en común, sólo tenemos que mostrárselos, y tendremos a ese colectivo exactamente en la emoción que deseemos.
Las modalidades sensoriales. Decíamos que el estímulo es aquello que percibimos, y percibimos con nuestros sentidos. En un anclaje pueden estar presente uno o varios sistemas representativos ( visual, auditivo o kinestésico, conoce más).
Tenemos un ejemplo de un anclaje auditivo utilizado de forma magistral en la película Tiburón, el espectador vivía una sensación de desasosiego total, sólo al escuchar estas notas musicales, hubiera lo que hubiera en la pantalla.
La emoción. Saliéndome de la clasificación establecida sobre el número de emociones existentes y sus rangos de primarias y secundarias, para mi, (y ser devota de la PNL me da carta blanca para crear mis propios mapas de la realidad) existen dos emociones principales que son los extremos de nuestro continuo emocional, el amor y el miedo. El resto estarían situadas dentro de ese continuo más próximas o más alejadas de una de esas dos.
Así, cuanto más cercana al amor o al miedo se encuentre nuestra experiencia emocional con más fuerza quedará anclada en nosotros. Incluso podemos encontrarnos ante situaciones en las que ambas se encuentren muy presentes, he aquí un clásico ejemplo
Entonces….. ¿ a dónde quieres volver? ¿ por dónde no quieres volver a pasar?
Te invito a qué reflexiones sobre qué anclajes inconscientes operan en tu vida, qué sonidos, aromas, imágenes, sabores… te trasladan a otros estados emocionales potentes.
¿ Cuándo y en qué contexto se crearon? ¿ Con qué modalidad sensorial los recogiste? ¿ Qué tipo de sensaciones querrías tener a tu alcance cuando quisieras y de cuales te querrías deshacer?
Hay un mundo de posibilidades gracias a este fenómeno y la PNL se ha encargado de crear un montón de técnicas basadas en él. En el próximo post hablaremos de ellas.