Sin embargo, las razones de la alteración de la armonía de los movimientos suelen ser menos obvias. Las secuencias de movimientos diversas y sin esfuerzo que conocemos desde la infancia se “olvidan” cada vez más en la edad adulta. Los hábitos desfavorables posturales se van infiltrando en la vida cotidiana con el paso de los años. A menudo no se notan al principio, no se consideran particularmente preocupantes y luego se aceptan como cambios relacionados con la edad. Sin embargo, estos hábitos pueden provocar una carga incorrecta e incluso daños en las estructuras físicas (por ejemplo, tendinitis, bloqueos vertebrales, cambios en las estructuras óseas o hernias de disco). A menudo, sólo después de años o décadas, nos damos cuenta de estos cambios a través del dolor. Este dolor como señal de alerta no es tan fácil de interpretar para los afectados como.
Con la ayuda del trabajo corporal con Feldenkrais, es posible reconocer estos hábitos de movimiento inconscientes, encontrar opciones diversas y más saludables y mejorar nuevamente el uso del cuerpo.
Estos cambios ocurren primero en el cerebro. A partir de aquí se controlan de forma diferente las habilidades motoras y se regula la tensión en los músculos y el tejido conectivo. Los músculos acortados y tensos se vuelven más largos y suaves, los músculos no utilizados se vuelven activos nuevamente. La movilidad de las articulaciones a menudo se puede aumentar sin ningún esfuerzo. Dependiendo del grado de mejora de la coordinación y de las condiciones físicas, el dolor puede aliviarse o desaparecer por completo. El dolor se puede aliviar con el método Feldenkrais, especialmente cuando la causa del sufrimiento es una disfunción del sistema musculoesquelético.
El Método Feldenkrais tiene dos formas de aplicación: tratamiento individual y lecciones grupales.
En las clases grupales, las secuencias de movimientos cotidianos e inusuales se dividen en unidades más pequeñas, que los participantes exploran, modifican y recombinan lenta y conscientemente. La percepción fina, la variedad de movimientos y las tareas inusuales crean nuevas conexiones entre las células nerviosas del cerebro que garantizan un movimiento fluido. Las señales corporales se pueden interpretar mejor gradualmente. Los movimientos poco a poco se vuelven más cómodos, variados y eficaces. Los participantes aprenden a encontrar soluciones personales de forma independiente en la secuencia de movimientos. El curso de una lección grupal difiere mucho de cualquier lección de gimnasia conocida. Aunque el dolor debe evitarse conscientemente durante los movimientos conscientes, a veces, puede ocurrir durante los pasos de aprendizaje. En cualquier caso, aquí es necesario un ajuste del enfoque, que también tenga en cuenta pensamientos y actitudes de la persona interesada que podrían alterar el flujo del movimiento (por ejemplo, deseo excesivo de actuar).
Las sesiones individuales siguen los mismos objetivos de entrenar la conciencia corporal, identificar hábitos y encontrar alternativas de movimiento. Sin embargo, el aprendizaje se produce, aquí, sin palabras. El profesor de Feldenkrais utiliza movimientos guiados, toques específicos, presión y tracción suaves y observa si el paciente puede absorber estos pequeños movimientos conscientes. Los tratamientos individuales se adaptan a las necesidades personales de los afectados. Aquí se pueden tratar de forma intensiva problemas específicos. Si, en casos raros, durante este tratamiento suave se desencadena o aumenta el dolor, el profesor de Feldenkrais cambiará inmediatamente su enfoque ajustando la dosis, cambiando el movimiento o la posición inicial del paciente.
Terapia grupal versus individual
A menudo, los resultados se pueden lograr más rápidamente con lecciones individuales, ya que el tratamiento individual ofrece un mayor apoyo. Por tanto, se recomienda empezar con tratamientos individuales para el dolor agudo.
Los grupos ofrecen la ventaja que el alumno puede repetir los movimientos guiados fuera de las lecciones grupales. De esta manera, el aprendizaje independiente promueve el almacenamiento permanente de los “nuevos” patrones de movimiento y postura.
Ambas aplicaciones se pueden combinar de forma muy eficaz.
Dos ejemplos de un curso con tratamiento Feldenkrais:
Una paciente con dolor de cuello descubre que ha estado girando la cabeza con demasiada fuerza y utilizando sólo las vértebras cervicales superiores, que por tanto están sobrecargadas. Poco a poco aprende a relajar la cintura escapular, rotar las vértebras del pecho y también incluir el resto del cuerpo en el movimiento. Esto alivia la tensión en el cuello y reduce el dolor.
Un paciente con una hernia de disco en la parte baja de la espalda aprende a permitir que las articulaciones del pecho y la cadera se vuelvan suaves y flexibles, reduciendo así la tensión sobre la columna lumbar y sus discos. La tensión excesiva en los músculos de la espalda disminuye y el dolor disminuye hasta que puede vivir casi sin dolor a pesar del daño en el disco intervertebral.
La práctica de Feldenkrais muestra un espectro de tratamiento eficaz para una amplia gama de trastornos del sistema musculoesquelético y, en particular, un efecto analgésico en el dolor de cuello y espalda. Los libros y los CD pueden proporcionar información sobre el método. Sin embargo, las lecciones incluidas sólo son adecuadas para aquellos que ya están familiarizados con el trabajo en grupo. Sin experiencia práctica bajo la dirección de un profesor de Feldenkrais, las clases podrían malinterpretarse como gimnasia mecánica y, por tanto, no conducir al éxito deseado.
Fuente: este post proviene de Blog de Esther Niego Palatchi, donde puedes consultar el contenido original.
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