Miremos a nuestro alrededor:
La crisis económica en España cada vez se está dejando sentir más.
La que primeramente fué omitida, y más tarde negada, parece que ha llegado para quedarse por largo tiempo.
Lamentablemente, cada vez nos fué resultando más familiar el hecho de comer escuchando aquellos terribles titulares que hablaban de desahucios, quiebres de empresas, despidos masivos, suicidios, y todo tipo de dramas, familiares, personales y sociales.
Como a menudo ocurre, observamos la situación con la distancia e ingenuidad propia del que se cree a salvo y ajeno. " Ese tipo de cosas sólo les suceden a los demás", pensamos.
Pero lo cierto, es que ya llevamos siete años de crisis, y en el entorno más cercano de muchos de nosotros, o en nuestra propia persona y familia, podemos notar como se tambalean y caen las viejas estructuras que antaño nos hacían permanecer estables e independientes mientras remábamos a contracorriente.
Es una obviedad expresar las consecuencias negativas, nefastas y dramáticas de la recesión financiera.
Sin embargo, deberíamos preguntarnos, si alguna de estas consecuencias es positiva, ya que ningún hecho es en sí absoluta e imparcialmente bueno o malo, y todo depende según como se mire.
Se habla mucho de las oportunidades en tiempos de crisis, y del auge de los valores humanos, y yo me pregunto: ¿Será eso cierto?.
Pero para responder a esta pregunta, creo que es necesario responde a otra previamente;
¿Qué son los valores humanos?
Entendemos por valores humanos algunos conceptos universales, presentes en la mayoría de las culturas, y que en muchos casos, son la base de diversas filosofías y religiones, pues se basan en la exaltación de las virtudes del hombre, y en el potencial, muchas veces dormido, que anida en nosotros.
Valores como compromiso, solidaridad, amor, generosidad, respeto, tolerancia, empatía, cooperación, superación....
Puede que con todo este caos económico que estamos sufriendo, no existan muchas ayudas económicas a las que recurrir, y que éstas, sean escasas e irrisorias.
Puede que el mercado laboral sea cada vez más exigente y precario.
Puede que muchas personas lo estén pasando mal en este preciso momento, sintiéndose desprotegidas, tristes y desesperanzadas.
Y sin embargo, el valor humano, al contrario que las divisas, está al alza.
Porque hay solidaridad, cada vez que las personas colaboran desinteresadamente en proyectos de ayuda hacia los demás.
Estamos en pleno auge y desarrollo de nuestra humildad, porque ahora, comenzamos a tener carencias.
Crece el compromiso, y el empeño personal cada vez que la necesidad aprieta.
Hay mucho afán de superación en todos aquellos que buscan nuevas formas de afrontar las dificultades.
Ahora respetamos y valoramos mucho más aquello que tenemos, porque sólo el temor a perder es aquello que nos hace tomar conciencia de aquello que nos importa.
Se desarrolla el ingenio y la creatividad tanto más cuanto menos se tiene.
A pesar de que no podamos serlo, al fín conocemos el valor de la generosidad.
¡Cuánto vale la mano que se tiende!
¡Cómo calienta el pecho el agradecimiento!
Pues resulta que nos necesitamos mucho más los unos a los otros de lo que creíamos.
Qué cantidad de amor propio y esfuerzo personal hay en todas aquellas personas que se levantan una y otra vez, a pesar de las dificultades, las negativas, los fracasos y las decepciones.
Quizá ni el banco, ni el gobierno, ni la familia, ni los mejores amigos puedan ayudarnos con su solvencia, pero siempre encontraremos a alguien que nos escuche, comprenda y empatice con nuestra situación.
Podemos decir que España es un país pobre, pero que estamos aprendiendo a ser más personas, más humanos. Simplemente aprendiendo a ser.
A veces, es necesario destruir para construir, ser conscientes de las virtudes que estamos desarrollando, y lo demás vendrá por añadidura, o no, no lo sé...¿quién lo sabe?.
De todos modos, podremos ser felices supongo, porque la felicidad no se compra, ¿verdad?, ya lo dijo Diógenes...
Y tu, ¿qué opinas?
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Hoy más que nunca es necesario aprender a afrontar la adversidad, las crisis y las contrariedades que aparecen en nuestras vidas sacando algo positivo de ello.
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Antonio Valls es un gran experto reconocido a nivel nacional en este tema, autor de diversos libros de Habilidades directivas. Un libro imprescindible para todo aquél que esté inmerso en un momento difícil. Encaja perfectamente en nuestros días por la situación económica y social actual.