Somos seres multidimensionales donde todos nuestros aspectos están funcionando simultáneamente en interrelación. Cuando enfermamos, tendemos a buscar una causa única que tenga un efecto concreto, y tratamos la enfermedad de forma aislada, pero lo que nos pasa la mayoría de las veces es que en el cuerpo se produce un desequilibrio, y las manifestaciones que se dan debido a esa pérdida de equilibrio se producen a nivel emocional, psicológico, a nivel físico o con una mezcla. Lo ideal es hacer un abordaje de forma holística y tener en cuenta todos los factores. En muchas enfermedades autoinmunes, teniendo en cuenta la alimentación, factores psicológicos, y tratando de equilibrar el sistema nervioso autónomo, la enfermedad puede llegar a desaparecer.
Decía Hipócrates que toda enfermedad empieza en el intestino. No tengo ninguna duda. El intestino manda en el cuerpo, es nuestro segundo cerebro y en él habitan 100 millones de neuronas. Pero además, en nuestro cuerpo habitan millones de microorganismos que forman nuestra microbiota. Decían Carlo Maley y Athena Aktipis, dos investigadores de la Universidad de California, que «Las bacterias del intestino son manipuladoras. Hay una diversidad de intereses en el microbioma intestinal; algunos se alinean con nuestros objetivos alimenticios y otros no». Sin bacterias no hay vida, y de hecho ayudan e intervienen en muchas funciones biológicas, como protegernos de enfermedades, regular nuestro metabolismo, prevenir el ataque de bacterias patógenas, o modular nuestro sistema inmune y la respuesta inflamatoria.
Muchos hábitos de vida moderna, el estrés, la toxicidad, el exceso de medicación, o una mala alimentación mantenida en el tiempo, puede dañar nuestra mucosa intestinal, que está formada por una fina capa de células que permiten pasar nutrientes y agua y bloquean el paso de toxinas, produciendo el conocido intestino permeable o poroso. Esta porosidad facilita el cruce de patógenos y proteínas de los alimentos, contra el que el sistema inmune responde con inflamación, dando lugar a múltiples trastornos como la depresión, acné, síndrome de fatiga crónica, enfermedad coronaria, etc. En los casos más severos, el sistema inmune pierde la capacidad de distinguir entre células propias y ajenas, atacando sus propios tejidos. Por este motivo la permeabilidad intestinal se asocia con múltiples enfermedades autoinmunes como psoriasis, artritis reumatoide, asma, esclerosis múltiples y enfermedad de Crohn.
La leche materna es nuestro mejor probiótico cuando nacemos. Ayuda al bebé al desarrollo de una microbiota saludable y a tener un menor riesgo de enfermedades autoinmunes. Además es rica en oligosacáridos, compuestos esenciales para nuestra microbiota. Así que los primeros meses de vida condicionan la microbiota para el resto de la vida. Aun así, siempre estamos a tiempo de mejorar nuestra salud intestinal, y por tanto la global.
Expongo algunas recomendaciones importantes, que yo misma he tenido en cuenta y he comprobado que funcionan:
Por un lado debemos evitar en nuestra dieta productos industrializados, refinados, algunos cereales como el trigo y otros que contengan gluten, azúcar, leche, grasas saturadas y grasas trans, exceso de carne y embutidos, y en general alimentos inflamatorios. Optar por los vegetales, legumbres, frutas y frutos, prebióticos y probióticos, cereales integrales, pescado( el rico en ácidos grasos esenciales) y aceite de oliva. Y micronutrientes en forma de suplementos dietéticos, siempre recomendados y bajo el asesoramiento de una persona especializada.
Evitar el estreñimiento.
Beber agua abundante. Aquí te recuerdo la importancia del agua y la alcalinidad.
Mantener un buen equilibrio Ácido-Base.
Consumir productos ecológicos libres de pesticidas
Evitar tóxicos en el hogar. Aquí tienes un post con una receta de suavizante para tu ropa y otros consejos.
Utilizar productos de cosmética
natural.
Hacer ejercicio moderado y saludable para oxigenar el organismo.
Evitar el estrés manteniendo hábitos saludables como dormir bien, disfrutar de la naturaleza y practicar la meditación. Yo llevo poco tiempo meditando y ya noto los beneficios. Lo hago con una meditación guiada (hay muchas aplicaciones móviles) según me despierto por las mañanas. ¿Quién no tiene 10 minutos? Y te aseguro que son los mejores invertidos del día.
Espero que haya sido una información valiosa. Yo tuve que aprender todo esto por obligación, pero lo ideal es no esperar a enfermar y tratar de evitarlo. La mejor forma es estar informado y no vivir en la ignorancia. Todo pasa factura. Si te cuidas lo notarás (y lo notarán ;), y si descuidas tu salud antes o después saltarán las alarmas. Tú eliges.
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¡Hasta pronto!