¿Por qué? No hay escasez de explicaciones, pero la razón principal es, probablemente, bastante simple.
En la década de 1980, una investigadora de salud pública de la Duke University, Marcia Herman-Giddens comenzó a notar algo extraño.
Mientras los libros de texto mencionaban que la mayoría de las niñas empezaban a mostrar signos de la pubertad después de los 11 años, la mayoría de las niñas en la clínica pediátrica en la que ella trabajaba estaban mostrando dichas señales antes de los 10 años (1).
Esto la llevó a desarrollar un estudio con más de 17.000 niñas, el primero en confirmar que los primeros signos de la pubertad se producen antes de los 10 de edad, tanto en niñas de ascendencia europea como africana en los EE.UU (2).
Aunque la investigación inicial fue controvertida, otros estudios han reforzado la constatación de que la pubertad está ocurriendo sustancialmente a edades menores en las niñas (y niños) probablemente de lo que solía.
Cuanto más atrás miramos en la historia, más tarde comienza la pubertad.
Entre los hadza, tal vez los últimos verdaderos cazadores-recolectores de los que existe constancia en el mundo, la menarquia (primera menstruación) se produce a una edad promedio de 16,5 años (Marlowe. El. Hadza 2010).
Históricamente, entre los Ache, cazadores-recolectores en Paraguay, la edad media de la menarquia era de 15,3 años (Hill y Hurtado. Ache. Ache Life History 1996).
Herman-Giddens encontró que en los EE.UU. actualmente, la menarquia se produce a una edad promedio de 12,2 años en las niñas de ascendencia africana, y 12,9 años en las niñas de ascendencia europea.
Los datos limitados que tenemos sugiere que hace 150 años la edad de la menarquia en Europa y los EE.UU. era similar a la de los cazadores-recolectores (3).
¿Por qué se llega a la pubertad mucho antes de lo normal?
Abundan las explicaciones de la disminución de la edad de la pubertad en las niñas y los niños.
Algunos sostienen que es debido a las hormonas artificiales en la leche producida convencionalmente.
Otros lo atribuyen a los productos químicos disruptores endocrinos similares al estrógeno en plástico y productos químicos agrícolas.
Pero hay una explicación mucho más simple, que también pasa a tener alguna evidencia muy convincente detrás suya: Somos más grandes y más gordo de lo que solíamos ser.
Mark Wilson, es un investigador de Emory University y estudia la salud reproductiva (entre otras cosas) en los monos rhesus.
Wilson señala la investigación de Ei Terasawa y sus colegas de la Wisconsin-Madison University, quienes publicaron un artículo en 2012 informando sobre los efectos de una dieta rica en calorías en la pubertad en los monos rhesus hembras (3).
A la edad de 12 meses, los monos fueron asignados al azar para recibir una dieta de calorías estándar y baja en grasas, o una dieta con alto contenido calórico y elevado contenido en grasa.
A los animales se les permitía comer tanto de cada dieta, como querían.
Como era de esperar, los monos del grupo de la dieta rica en calorías crecieron más rápido y más gordos.
Sin embargo, los efectos sobre la maduración sexual fueron aún más sorprendentes.
El grupo de elevado contenido calórico alcanzó la menarquia a los 19,8 meses, mientras que el grupo normal en calorías no alcanzó la menarquia hasta los 25 meses.
Es decir, 5,2 meses antes de lo normal!
Hormonas en acción
En este estudio, la menarquia anterior se asoció con diferencias hormonales.
Los monos alimentados con una dieta rica en calorías tenían mayores niveles de leptina, además en el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1), de hormona estimulante del folículo, y una tendencia hacia una mayor producción de hormona luteinizante.
Ambas hormonas están involucrados en el crecimiento y la maduración sexual!
En 2013, Mark Wilson y sus colegas publicaron un artículo tratando de descubrir el mecanismo detrás de estos efectos hormonales (4).
Para ello, se asignaron al azar dos grupos de monos rhesus para recibir inyecciones de leptina o inyecciones sin leptina, entre las edades de 12 a 30 meses.
Todos los monos tenían una dieta normal estándar en calorías.
Hay que recordar que la leptina envía señales informando al cerebro de la cantidad de masa grasa que tenemos. La mayor cantidad de leptina hace que el cerebro crea que tenemos más grasa.
Así como Terasawa había observado que con una dieta rica en calorías, la leptina causo que los monos maduraran más rápido.
Las hembras a las que se les suministraba leptina crecieron más rápido, explica Wilson.
Se noto un incremento en la hormona de crecimiento sobre todo en la noche, por el aumento del factor IGF-1.
Y, lo más importante, llegaron a la menarquia antes!
Como dice el investigador, todo tiene sentido.
La energía es tal vez el requisito más fundamental para la reproducción, y por lo tanto el sistema reproductivo es muy sensible al estado de energía.
Como de costumbre, el cerebro está al timón de este sistema de regulación.
Dado que la leptina es la señal principal que comunica la cantidad de energía almacenada en el cuerpo al cerebro, desempeña un papel clave en el inicio de la pubertad.
En realidad se conoce muy bien su mecanismo de funcionamiento.
La pubertad es el resultado de una cascada hormonal se origina en el hipotálamo en el cerebro y que afecta a la glándula pituitaria y las gónadas.
El hipotálamo es también la parte principal del cerebro que detecta y regula el estado de energía del cuerpo, y las neuronas que regulan el estado de energía del cuerpo y la función reproductiva están íntimamente conectados.
Así que tiene sentido que la leptina, y en última instancia, el consumo de calorías y la grasa corporal, regulen la cascada hormonal que determina cuándo ocurre la pubertad*.
En pocas palabras, estamos desarrollando la pubertad de forma prematura porque nuestro ambiente y estilo de vida nos están conduciendo a consumir calorías de forma excesiva.
Esto es consistente con nuestro aumento de grasa corporal en el último siglo, y particularmente en los últimos 35 años.
Ya que a menudo comemos demasiado, a pesar de nuestras mejores intenciones.
*Esto también explica por qué las mujeres que son muy magra o que tienen niveles elevados de actividad física a menudo dejan de menstruar.
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Sus niveles de leptina son demasiado bajos, y el cerebro apaga la ovulación, ya que piensa que no hay suficiente energía en el cuerpo para apoyar la reproducción.
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