físico,
emocional,
intelectual,
espiritual.
Todos nacemos con un ser o esencia perfecta, pero lamentablemente se va cubriendo de capas de patrones y programación de nuestros padres y ancestros, desde la concepción hasta la edad adulta. Estas capas distorsionan nuestro mundo perceptivo, el cual tiene mucha fuerza sobre nosotros, a la hora de asociar escenas o de sostener síntomas.
¿Sabías que a los dos meses de vida los receptores sensoriales están formados?
Todos hemos acumulado bolsas de dolor bien sea dentro del útero, en la infancia o adolescencia. El “niño interior” no tiene recursos internos para entender ni procesar lo que sufrió. Lo cargará por años, décadas y siempre se culpará de forma inconsciente de lo ocurrido, pensando que algo hizo mal.
En la mayoría de los casos de abusos o maltrato en la infancia los niños no se sienten víctimas, todo lo contrario, se sienten culpables, por eso no lo cuentan y se lo guardan en su interior. Y durante nuestra vida ponemos mucha más fuerza en retener nuestro problema que en dejarlo ir. Creíste como verdadero, aquello que tus padres te decían. Acusar, culpar, juzgar, criticar, amenazar, ordenar, insultar en forma de discurso materno o paterno dentro de palabras que destrozan el corazón.
Nuestra “niña interior” construye su autoestima desde la infancia y cuando ésta no es amada como necesita, tratará de llenar las expectativas de sus padres y entorno, falseándose a sí mismo. Construyendo máscaras que cubren su verdadera identidad, todo para dar la imagen que el adulto desea, buscando su amor y aprobación. Todo esto hace que el “niño” poco a poco vaya dudando de lo que siente, alejándose de su propio centro, y así se inicia un ciclo en el que las bolsas de rabia, tristeza, soledad, vergüenza… se van instalando en nuestro “niño interior”, construyendo una identidad falsa, creyendo que somos quienes no somos.
Reflexiones tóxicas como “no valgo”, “no merezco”, a nadie le intereso, nos llevan a sostener miedos profundos que nos esclavizan a conductas no deseadas y a insatisfacciones profundas. Si tu niña herida no fue amada incondicionalmente, probablemente se sienta herida, sola y abandonada. Si tu niña herida sufrió, probablemente esté viviendo en un cuarto oscuro y frío en tu interior. Esto hizo que se tuviera que proteger del dolor porque era demasiado vulnerable y frágil, congelando sus sentimientos para no sentir que no era amada como necesitaba. Y esto hace que construyamos capas, creencias que nos limitan, reflexiones tóxicas que dan lugar a respuestas automáticas que se incorporan en nuestro inconsciente para el resto de nuestra vida.
Personalidad de “víctima”, de “servicial”, “super seguro”, “pasivo”, son roles que encubren lesiones emocionales de nuestro primero 7 años de vida.
Sanando la niña interior
La buena noticia es que esto se puede sanar. Cuando iniciamos un proceso de sanación con el niño interior, lo que hacemos es saltar la barrera del tiempo a través de la vivencia del gran ahora. Apareciendo en la vida de esa “niña”, empezarás a sanar esas bolsas de dolor que hasta ahora permanecían intactas, congeladas y almacenadas. Y con esto lo que se consigue es que desde tu inmenso amor hacia tu niña, lograrás que tus emociones de adulta se sanen al mismo tiempo, ya que gran parte de tus heridas emocionales, de tu rabia, rencor e ira, de tu tristeza y miedo, vienen de tu “niña interior”. Porque nada es pasado hasta que se sana.
En virtud de las leyes que rigen la energía-amor-luz-conciencia todo sucede en un eterno "ahora".
Quiero que sepas que tu niña está muy viva, y habita en una parte muy importante dentro de ti. Los frutos que da el tener a tu niña sanada, cuidada y protegida es empezar a “vivir” con un aumento constante de felicidad y gratitud.
Te resultará muy difícil culparte o avergonzarte a ti misma o a los demás. Desaparecerá el odio o rechazo a ti misma que has podido sentir en algunos momentos de tu vida. Te liberarás de muchos de los patrones negativos padre-madre que llevabas a cuestas. Dejarás de proyectar estos patrones en tus hijos si los tienes. Y te harás responsable de tu propia Vida, de forma más cariñosa, más compasiva, más sincera y alegre.
Al hacer esto no solo nos sanamos a nosotros, sino que sanamos a nuestra familia, nos llenamos de amor y sentimos una necesidad de compartirlo en todos los ámbitos de nuestra vida.
Tu energía-vibración y frecuencia cambiarán por completo sintiéndote libre para ahora sí elegir como quieres vivir tu Vida.
Nota importante
Esta terapia es para todo el mundo, pero todo el mundo no es para esta terapia. Si estas tomando medicación psiquiátrica puede que no consigas los resultados esperados, debido al efecto que la medicación produce en tu estado emocional.
Esta terapia constituye un acto de valentía y coraje, ya que a la actitud de entrega y apertura de la persona son una parte fundamental para la sanación.
En mi caso particular, antes de iniciar una terapia conmigo es necesario una pequeña entrevista por teléfono para resolver dudas y explicar el proceso.
Victoria Muñiz