En general, toda dieta sana incluye el consumo de pescado unas tres veces por semana.No cabe duda de que si quieres perder peso, ponerte en forma o sentirte simplemente saludable, los productos del mar suelen ser excelentes aliados. Pero sin embargo, hay cierta manía a pensar que los pescados grasos no son tan buenos para una dieta y resultan menos sanos. ¿Hay algo de verdad en ello? Vamos a comprobarlo.
¿Por qué los pescados grasos sí son buenos para tu dieta?
Lo cierto es que los pescados grasos sí son buenos para una dieta. Este hecho se debe a que este tipo de ejemplar aporta más Omega-3, que es muy beneficioso para el organismo humano.
Así que los pescados blancos y azules, caso del salmón, por ejemplo, que está un poco demonizado, son excepcionalmente sanos y adecuados para ser incluidos en nuestras dietas.
Grandes especialistas como el bioquímico de la Universidad de Granada Ángel Gil recomiendan aumentar la dosis diaria de toma de Omega-3 hasta 700 mg diarios, muy por encima de los 150 mg recomendados hoy en día. Y es evidente que el pescado graso es un gran colaborador en este tema.
¿Por qué son buenos los Omega-3?
Poco vamos a descubrir ahora mismo sobre los beneficios de los Omega-3. Javier Varona, del INESMA ( Instituto de Estudios Marinos para la Nutrición y el Bienestar), apunta su importancia en la reducción del colesterol y los triglicéridos. También son antiinflamatorios muy potentes que incluso se recomiendan para combatir la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.
Así pues, los Omega-3 ayudan a sustituir las grasas saturadas acumuladas en sangre y en nuestro organismo. Por eso los pescados grasos, lejos de ser perjudiciales en cualquier dieta, son enormemente beneficiosos porque son más ricos en estos ácidos.
Y ¿sabes por qué estos pescados son más ricos en Omega-3? Precisamente por el hecho de tener más grasa, que es donde se acumulan dichos ácidos.
De hecho, según el doctor Gil, los ejemplares de piscifactoría aportan mayor cantidad de Omega-3 al organismo, dado que se alimentan con productos ricos en estos ácidos.
No obstante, los pescados llegados de aguas más frías suelen contener también mucho Omega-3, dado que tienen más grasa que usan como protección para sobrevivir a las bajas temperaturas.
Y no solo de Omega-3 vive el pescado graso. También van acompañados de proteínas de alta calidad y minerales que son muy digeribles, beneficiosos e incluso imprescindibles para el cuerpo humano.
Cómo tomar el pescado graso para una dieta
Además de todo lo expuesto hasta ahora, las bondades del pescado graso van más allá. Lo puedes cocinar de mil formas diferentes, que no suele perder sus nutrientes. No desaparecen durante la cocción, el marinado, el asado, el ahumado, el guisado o el hervido. Ni siquiera con el frito y el rebozado.
En realidad, solo podrían perder parte de su capacidad nutricional al freírlos en aceite recalentado a muy alta temperatura. Por lo demás, nada altera las bondades de los ácidos grasos del pescado.
Así que no lo dudes y ponte manos a la obra para comer pescados grasos e incluirlos en tu dieta. Y si quieres que sean realmente deliciosos, mira qué magníficas recetas te proponen nuestros chefs de ComeMejor con salmón.
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