Las emociones son necesarias
Las emociones siempre tienen su finalidad. De hecho, cuando se activa una emoción todo nuestro organismo se ve afectado de una manera u otra. Las emociones negativas tienen la finalidad de apartarnos de algo que nos desagrada. Las emociones positivas, por el contrario, nos acercan a personas o situaciones que nos hacen sentir bien, haciendo que nuestras mejores cualidades afloren.Fuente: Pixabay / Pixel2013
La desconexión emocional
La desconexión con nuestro interior es un mecanismo de defensa muy habitual. Se trata de una elección inconsciente con la que intentamos no sufrir. Podríamos decir que se trata de una protección para no enfrentarnos a nuevos fracasos, decepciones o diferentes heridas emocionales. Sin embargo, esta desconexión solo conseguirá apartarnos de participar de forma saludable en nuestra vida. La desconexión emocional, en la mayoría de los casos, es inconsciente. En el proceso de sentir una emoción se diferencian varios pasos que, cuando hay desconexión, se cortan y se bloquean. Es durante esa interrupción donde suelen aparecer los mecanismos neuróticos característicos de cada persona.
Diferentes tipos de desconexión
No todo el mundo padece el mismo tipo de desconexión emocional. Hay personas que directamente no son capaces de sentir las emociones. En este caso, se está produciendo una represión de la emoción y, por lo tanto, la persona no sabe qué es exactamente lo que está sintiendo. Otras personas notarán una sensación pero no serán capaces de sentirla porque la censuran. Hay un tercer grupo en el que se encuentran las personas que, aunque son capaces de sentir la emoción, no son capaces de ponerle nombre.
Además de estos casos también encontramos personas que son capaces de reconocer lo que están sintiendo y darle nombre pero hacen todo lo posible por no permitir su expresión. Por supuesto que esto provocará un bloqueo corporal importante.
Fuente: Pixabay / haalkab
Finalmente, habrá personas que si son capaces de reconocer, sentir, definir y expresar sus emociones pero no logran deshacerse de ellas. Aunque no lo parezca, esta también es otra forma de estar desconectados de la emoción.
Conectemos con nuestro interior
¿Te preguntas alguna vez qué estás sintiendo? ¿Haces pequeñas pausas a lo largo del día para chequear tu interior? Seguro que no. Son muy pocas las personas, hoy en día, que son capaces de detener la frenética velocidad que todos llevamos. Sin embargo, esta sería la única manera de poder acceder a aquello que sentimos y a aquello que necesitamos de verdad.
Cuando vivimos desconectados de nuestro interior y envueltos en el ajetreo enloquecedor de nuestras vidas son muchas las cosas que se nos pasan por alto. Muchas personas están cansadas, o incluso agotadas, y no son capaces de darse cuenta de ello. En otros casos, hay personas que sufren contracturas musculares, por ejemplo, y no se dan cuenta de que están tensos desde que se levantan hasta que se acuestan. Si pudieran conectar con aquello que sienten podrían ir aflojando y las molestias no aparecerían.
Nos hemos acostumbrado a no escuchar y a desatender nuestras necesidades. Vivimos sumergidos en un ritmo que nos descentra por completo. Confundimos, frecuentemente, deseos con necesidades o tener con ser. Todo esto no sucedería si tuviéramos más contacto con aquello que sentimos.
Observo, siento, expreso y suelto
Una de las mejores formas de poder saber qué es lo que sentimos es observarnos a nosotros mismos. La meditación, así como otras técnicas de relajación, nos favorecen enormemente esta introspección. El hecho de sentarnos a meditar y observar nuestros pensamientos y emociones es el primer paso para poder contactar con nuestros sentimientos.
Fuente: Pixabay / javialcaz0
Una vez que hayamos cogido el hábito de meditar un ratito cada día iremos viendo como nos resulta mucho más fácil saber qué es lo que sentimos. Una vez observados esos sentimientos es importante dejar que fluyan y no poner freno a sentirlos. Todo lo que esté sucediendo está bien, es importante dejar fluir la emoción nos guste o no. No debemos censurar ningún tipo de sentimiento ni emoción, todas son bien recibidas en nuestro interior, sin juicios.
La expresión de las emociones
Si conseguimos darnos el permiso a sentir el siguiente paso será poder expresar esas emociones. Son muchas las formas de expresarlas. Podemos encontrar un buen amigo que nos escuche o también escribir como forma de terapia. Una vez más, es importante que no censuremos nada de lo que aparezca en esa expresión de las emociones.
Tras estos pasos, ya solo queda dejar marchar. Nuestra mente tiene mucha facilidad para quedarse enganchada a determinadas emociones y continuar rumiando durante mucho tiempo. Una vez observadas, sentidas y expresadas, es muy importantes permitir que se marchen. Ten la seguridad que tendrás muchas más emociones haciendo cola para pasar por los mismos pasos.
Olvida los juicios
Muchas veces, al ser conscientes de nuestras emociones, caemos en la tentación de enjuiciarnos. Esto no sirve de nada. Nuestro sentir interior está ahí para ser sentido no para que le pongamos etiquetas. Al juzgar mis sentimientos no conseguiré que cambien y además me sentiré mal. La mejor manera de que algo cambie es dejar que fluya. Según las emociones vayan siendo reconocidas, aceptadas y liberadas todo irá cambiando sin darte cuenta.Fuente: Pixabay / Free-Photos
La autobservación no siempre es fácil. Ante todo, dependerá de la forma de ser de cada persona. Algunas personas conseguirán grandes avances con ciertos momentos de introspección y sin embargo otras necesitarán ser guiadas por un profesional. Un buen terapeuta nos proporciona la visión objetiva que también nos da la meditación. Cuando nos convertimos en testigos de nuestros pensamientos y emociones somos capaces de gestionarlos de manera eficaz.
La vida se desarrolla de forma maravillosa a pesar, y gracias, a nuestras luces y a nuestras sombras. No excluyas ninguna de las dos.
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