Las emociones están constantemente presentes en nuestras vidas, en toda experiencia y recuerdo siempre se aloja alguna emoción. Muchas veces vivimos sin ser conscientes de nuestro mundo emocional, no profundizamos en lo que nos ocurre y cómo nos sentimos. Descuidamos e infravaloramos lo que supone identificar nuestras emociones y sentirlas. Esto sucede porque nadie nos ha enseñado a gestionar nuestras emociones.
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Actualmente se le da una mayor importancia a la gestión emocional, puesto que tenemos más información acerca de lo que supone esto en nuestras vidas. Hacer una buena gestión de las emociones supone un beneficio para nuestra salud mental, nos ayuda a equilibrarnos, a comprendernos mejor y estar en mayor contacto con nuestra propia naturaleza.
Las investigaciones psicológicas nos han hecho ver que las emociones no son algo que haya que reprimir ni evitar. Además, tienen un poder inmenso, ya que determinan muchas de nuestras decisiones y conductas. Lograr identificar nuestras emociones es el primer paso para aliarse con ellas y poder así entender mejor cómo nos sentimos ante determinadas circunstancias. Tratar de hacer caso omiso de ellas supone tirar piedras contra nuestro propio tejado.
Valiosas señales hacia el autoconocimiento
Por supuesto las emociones tienen una función adaptativa, aportándonos información sobre lo que nos sucede en relación a nuestro entorno. Este tipo de señales nos sirven de alerta incluso para la supervivencia, como puede ser la función del miedo. Escuchar estas sensaciones resulta muy beneficioso ya que nos ayudan a resolver problemas y conflictos tanto en relación a nosotros mismos, como en relación a nuestro entorno y las personas con las que interaccionamos.
Las emociones consideradas conflictivas por la sociedad son en realidad valiosas señales que nos envía nuestro cuerpo acerca de problemas subyacentes que deben ser tratados. Así, el miedo, la ira, la culpa, la envidia y la vergüenza tienen su contrapartida positiva. Nos invitan a revisarnos.
Norberto Levy
Hemos oído muchas veces hablar de las “emociones positivas” y “emociones negativas” en relación a lo que nos hacen sentir. Si son sensaciones agradables como la alegría las llamamos positivas y si suponen algo más desagradable como puede ser la tristeza las llamamos negativas. Sin embargo, este significado que les damos a unas y otras emociones no deja de ser una evaluación superficial. Nos impide, sobre todo, entenderlas mejor, de tal modo que huimos de las que consideramos como emociones negativas.
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Si profundizas en lo que suponen las emociones, verás como simplemente son señales que forman parte de ti. Cuando intentas evitar alguna emoción o huir de ella, estás huyendo de ti mismo y de la información que te aporta. Así es como nació el concepto de inteligencia emocional, creado por Daniel Goleman.
La inteligencia emocional supuso todo un cambio de perspectiva, demostrando que las personas que adquieren este tipo de inteligencia (gracias a la gestión de las emociones), son capaces de desarrollar mejor sus objetivos, así como lograr con mayor eficiencia realizar lo que se propongan. También se observó cómo las personas con más inteligencia emocional generaban relaciones más satisfactorias, y se percibían más felices.
Identificar nuestras emociones para fluir con ellas
Como hemos dicho anteriormente nadie realmente nos ha enseñado a identificar nuestras emociones, a reconocerlas para darnos el permiso de poder sentirlas. Aunque, actualmente, hay una mayor consciencia por parte de los educadores sobre la importancia que tiene este proceso. Por eso hay que comenzar por los niños, para que aprendan a reconocer cada una de las emociones y vayan estableciendo así una relación con ellas que les permita gestionarlas.
En este vídeo vemos como los niños necesitan aprender a manejar sus emociones para no perder el control y sentirse mejor consigo mismos.
Una de las principales claves para identificar nuestra emoción, es respirarla, atenderla, sentirla. Parar un momento e identificarla, dándole un nombre, observando cómo se manifiesta, qué nos hace sentir, y en qué preciso momento ha aparecido. La emoción está estrechamente relacionada con el aquí y ahora, el momento presente.
Toda emoción nos aporta información importante, por lo que es crucial que aprendamos a evitar el miedo a sentir cualquier emoción. Cuando uno se siente cómodo estando emocionalmente incómodo, puede recordar los hechos emocionalmente dolorosos sin ser vencidos por ellos. Se pueden soportar los sentimientos del momento presente hasta que el dolor haya desaparecido y el mensaje haya sido entregado. De esta forma, no sólo seremos capaces de soportar la experiencia emocional, sino también salir de ella con mayor energía, profundamente relajados y con una mayor sensación de logro y autodominio personal.
Jeanne Segal
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Nos quedamos estancados en las emociones, las intensificamos y permanecemos en un bucle que nos genera sufrimiento. Cuando no estamos dispuestos a atender lo que sucede en el momento presente, nos quedamos enganchados, adictos a las emociones. Nos quedamos más pendientes dándole vueltas a lo que sucedió, rememorando el pasado una y otra vez, aumentando así nuestra ansiedad por la impotencia generada.
Reconocer e identificar nuestras emociones requiere de concentración en el momento presente, indagar en nuestras sensaciones para poder gestionarlas con responsabilidad. De esta manera no echaremos la culpa a los demás por cómo nos sentimos, ni reprocharemos ni exigiremos. Nos haremos cargo de lo que nosotros sentimos, para fluir con las emociones dejando que aparezcan y se disuelvan dependiendo de la necesidad de cada momento. Dejaremos a un lado el sufrimiento innecesario e indagaremos profundamente en la sabiduría de nuestro conocimiento interno.
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