Mediante la meditación se emplea un proceso mental diferente al que estamos acostumbrados en occidente. Damos demasiada importancia al mundo racional y a los pensamientos, y nos enganchamos con ellos de tal manera que siempre estamos en todas partes menos en el momento presente, en el que vivimos.
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Este proceso mental al que nos lleva la meditación es un proceso no racional, implicando la observación de la realidad sin juzgarla a través del pensamiento. Y de alguna manera nos obliga a ver nuestro estado interno, lo más auténtico y honesto de nosotros mismos. Es así como a través de la meditación logramos situarnos en el aquí y el ahora, el presente, el momento en el que vivimos.
En relación a las propias emociones, por lo general, somos bastante inconscientes de cómo las experimentamos, cómo aparecen y para qué lo hacen. Este desconocimiento nos lleva a intentar evitar y rechazar las que consideramos como emociones negativas. En nuestra ignorancia luchamos contra nosotros mismos y contra las señales que nos aportan una valiosa información. Esto sucede porque en ningún momento hemos aprendido a observar, reconocer e identificar la emoción que estamos experimentando. Mediante un proceso racional la juzgamos e intentamos desecharla cuanto antes.
Las bases de una buena gestión emocional pasan por la observación y la aceptación de lo que está sucediendo en el momento presente. Esto es algo que podemos aprender gracias a la meditación, como veremos a continuación…
Encontrarnos con nuestras propias emociones
Uno de los motivos por los que nos hallamos desconectados de nosotros mismos es precisamente por dar una prioridad absoluta a la racionalización. El proceso racional, por sí mismo, nos sirve para adaptarnos a nuestro entorno, y para dar respuesta a lo que no entendemos. Sin embargo, este mismo proceso puede ser destructivo cuando no somos capaces de controlarlo. Al volvernos esclavos de nuestros propios pensamientos inevitablemente atraemos el sufrimiento a nuestras vidas.
Las emociones, al contrario de lo que se pueda pensar, nos sirven para regularnos, dar sentido a nuestra experiencia, y para comprendernos mejor a nosotros mismos. Luchar contra nuestras propias emociones, por lo tanto, carece de sentido. No obstante, para poder entenderlas y darles cabida, hemos de saber identificarlas primero, y para ello es necesaria la observación.
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¿A qué nos referimos con observar las emociones? Observar la emoción tal y como nos enseña la meditación, consiste en aprender a sentirla. Normalmente, ante las emociones que nos resultan molestas, intentamos no sentirlas. Pues bien, hemos de hacer el esfuerzo por sentir la emoción, sea cual sea. Veamos un ejemplo de cómo hacer esta observación:
si te sientes con enfado date un tiempo para sentirlo y observa cómo se manifiesta en tu cuerpo, cuáles son tus sensaciones, y dónde aparece (en el estomago, la cabeza, el pecho, la garganta, etc.). No lo rechaces como si se tratase de algo malo y perjudicial para ti. Cada vez que la rechazas creas un conflicto en ti. Simplemente acepta tu enfado, obsérvalo y déjalo ser. Al hacer esto, verás como el enfado comienza a perder su poder y se transforma hasta desaparecer.
Al hacer esta práctica de plena conciencia de la emoción, observando cómo aparece en tu cuerpo y cómo se manifiesta, sin tratar de negarla, dejarte llevar, o luchar contra ella; acabas por aceptarla. Lo cual es un aspecto fundamental de la gestión emocional. Es así como adquieres una mayor inteligencia emocional y aumentas el conocimiento sobre ti mismo. Esa alianza con tus propias emociones te ayudará a resolver muchos conflictos en los que no veías salida, ni comprendías por qué te habías quedado estancado.
La meditación te ayuda a gestionar tus emociones
La observación de las emociones, tal y como hemos explicado que se realiza, aunque a priori pueda parecer algo sencillo de hacer, lo cierto es que no tenemos la costumbre ni el hábito de reconocer, observar y aceptar nuestras emociones. Por eso al principio puede resultarnos muy difícil. Nos impacientamos, queremos que de resultado nada más comenzar a hacerlo. Esto, sin embargo, es algo que forma totalmente de nuestra mente racional, pretender obtener resultados inmediatos.
Este proceso de observación de emociones, requiere de práctica y de constancia. Al no estar habituados a este proceso debemos ir acostumbrándonos poco a poco. La meditación en este aspecto, y en otros muchos, es una herramienta extraordinaria ya que nos permite automatizar este proceso, ya no solo para observar nuestras emociones sino también nuestros pensamientos. A través de la meditación empredemos un proceso para aceptarnos tal y cómo somos y comprender mejor nuestro mundo interno.
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Gracias a la meditación profundizamos y nos comprometemos con el momento presente. Es así como adquirimos otra actitud diferente ante las experiencias y vivencias por las que pasamos. El mundo adquiere más dimensiones y posibilidades. Pasamos de ser esclavos de nosotros mismos a ser los protagonistas y dueños de nuestro camino. Esto es debido a la aceptación, que nos permite fuir con lo que somos, ofreciendo lo mejor de nosotros mismos. Dejando de luchar contra nuestra naturaleza y lo que creemos que deberíamos ser.
Hay emociones con las que nos cuesta mucho lidiar, que no estamos dispuestos a aceptar en nosotros mismos. Sin embargo, mientras las rechacemos su poder aumentará hasta el punto de controlar nuestras decisiones y acciones. Por eso, hacer una buena gestión emocional supone aceptar todo lo que nos incomoda o nos resulta inconcebible de nosotros mismos. Sin juicios de ningún tipo y dando lugar a la comprensión de cada emoción, la meditación nos ayuda a transitar este proceso.
En definitiva, para poder comprender y aceptar nuestras emociones, debemos aprender a identificarlas mediante la observación. Y en ello nos puede servir de gran ayuda el método Crear Salud, que no solo te ayudará a incluir la meditación en tu día a día, sino que te mostrará la importancia que tiene nutrirte adecuadamente y llevar una vida activa.
Herramientas como la app Siente que puedes descargarte aquí pueden ayudarte a encontrar e identificar tus emociones. Su metodología es sencilla de usar, y trabajarás con el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar y, de paso, llevar una vida más feliz.