Cultivar paciencia, constancia y fe.
Unas cualidades que se ha demostrado que son necesarias para encontrar el camino adecuado en esta vida.
¿Cualidades, o tal vez valores?
Para mi son ambas cosas. Una cualidad, algo que hemos de poseer, al menos utilizar, disponer de ella para nuestro bien.
Un valor: algo que atesoramos, por eso se llama “valor”, por eso sirve para un fin, igualmente positivo, de crecimiento personal y logro de objetivos.
Paciencia, constancia y fe. Casi nada. Algo que en un mundo acelerado no abunda.
La paciencia, es evidente que falta; la prisa, el estrés, el ritmo acelerado en el que vivimos no está muy alineado con la paciencia. Es más, parece que la paciencia puede ser un estorbo. “Hay que hacer las cosas rápido, acabar y pasar a la siguiente tarea” y si algo se interpone en el camino, o simplemente no va a la velocidad que deseamos nos ponemos nerviosos, o sea, falta paciencia.
Si alguien te pide que seas paciente, puede que le digas que estaría bien serlo pero no puedes, tienes que cumplir con el tiempo, el plazo establecido, que tienes que cumplir…
Sin la cualidad de la paciencia todo se vuelve presión, como un camión que nos va a atropellar, y eso nos agobia.
¿Y como cultivas la paciencia y como la integras en tu vida?
Respirando. Si, así de simple, tomando conciencia del momento presente, y de que el tiempo no es nuestro. Nos movemos por este espacio-tiempo de una forma poco consciente. La esclavitud del tiempo nos impone presión. Hemos de hacer lo contrario, aprender a gestionar ese tiempo del que disponemos, pero no intentar dominarlo. Al igual que no podemos meter dos litros de agua en una botella de sólo uno, con el tiempo sucede igual.
Cuando te haces consciente del momento presente, tal como nos enseñan las técnicas de Mindfulness aprendes a gestionar esos impulsos de la impaciencia, que no son más que querer estar en otro momento diferente al que te encuentras, o hacer algo diferente a lo que AHORA haces.
Con el anclaje de la respiración para situarte en el presente consigues librarte de toda esa presión que sientes y que te hace sentir impaciencia. Con la conciencia también en el cuerpo en el momento presente profundizas en ese estado de calma y paz interior que tanto necesitas.
La práctica constante de la meditación y las practicas en la vida diaria de Mindfulness son las que te van a ayudar a cultivar esa paciencia. Sentarte cada día a simplemente SER durante unos minutos te va a enseñar a concebir el tiempo de otra forma, un tiempo no solo para hacer, sino para Ser y experimentar tu presencia consciente.
Y precisamente aquí llegamos a la constancia. La base para adquirir un habito, o para conseguir un objetivo, es la constancia. Sin constancia todo se difumina y nada permanece estable. La constancia va unida al tiempo necesario para que algo de fruto y resultado. Esto se basa en la Ley de la Siembra y la Cosecha. Sin la paciencia y la constancia unidas logar un proyecto se vuelve un imposible.
La constancia en la práctica de Mindfulness, por ejemplo, es la clave para obtener un resultado. Dado que las técnicas de Atención Plena se basan en la integración en la vida de las mismas, la constancia es necesaria para que esto se produzca. La meditación surte efecto a medio-largo plazo y su practica ha de ser a diario, lo mismo sucede con las tomas de conciencia en la vida diaria.
Pero además esta practica constante lo que hace es enseñarte y ayudarte a asimilar que así mismo es en todos los aspectos de la vida, todo aquello que quieras cambiar, construir o crear basan su éxito en la constancia. Por tanto, estar instruido en esa cualidad se extiende a todos los ámbitos de tu ser y resulta en los cambios o logros que persigues, para tu bienestar, tu paz interior y tu crecimiento como persona.
Y el tercer factor o cualidad es la fe.
Desde hace tiempo se dice que “La fe mueve montañas”. Y por algo será.
La fe es esa cualidad, es el “valor” que da al que lo atesora la capacidad de seguir adelante cuando todo parece estar en contra.
La fe, una palabra que en muchos casos asociamos con alguna religión o creencia y que aunque es valida para quién profesa algún dogma, no necesariamente va unida a las mismas en su practica.
La fe, como impulso vital, está más allá de todo eso. Sin menospreciar y con el máximo respeto ante cualquier fe religiosa, a la fe que me quiero referir es a ese poder interior que te dice desde el corazón que el camio que sigues es el correcto para ti, en este momento, y que aunque a veces pueda parecer equivocado, y que no haya a la vista una luz al final del túnel en el que ahora estás, ese impulso interior te anima a seguir luchando, avanzando, caminando, remando hacia ese propósito interior.
La fe, tal vez sea lo que ha hecho al ser humano crecer más que ninguna otra cualidad. La que ha marcado la evolución constante de la humanidad. Dado que solo tenemos y habitamos un presente, el futuro siempre será incierto, nunca habrá nada seguro en el, pero gracias a esa fe podemos encontrar la fuerza y la ilusión para transitar por esa incertidumbre.
Esa fe que mueve montañas, que da esa seguridad al que la tiene, es la mayor herramienta para crecer con que contamos. Sin fe, todo esfuerzo puede parecer insoportable. Sin fe, no hay alegría cada mañana para iniciar esa tarea que te has propuesto, ese propósito al que te has encomendado.
Cuando falta la fe, cualquier obstáculo nos abruma, nos parece enorme, nos supera. Y ¡como cambia todo cuando hay fe! Vemos la vida de otra forma. Pasamos de ver la botella de medio vacía a medio llena. Dado que se trata de una sensación interior, algo no tangible a veces podemos dudar de ella, pero cuando percibes tu mundo como una unidad, algo no separado de ti la percepción es distinta.
Todo crece con fe, pues es la energía que ha movido toda la creación universal. Esa energía reside dentro de todos nosotros, la podemos cultivar, desarrollar y utilizar para desplegar todo nuestro potencial.
No dudes, la duda forma parte del miedo, todo eso te aleja del amor incondicional y por tanto de la fe, que no es mas que una manifestación del amor Universal hacia todo lo que existe. Cuando hay amor hay fe, no hay dudas y se sigue adelante sin miedos. Puede que aquello que buscábamos finalmente no resulte como esperábamos pero la fuerza de la fe en que el camino se irá descubriendo a nuestro paso nos volverá a situar en el lugar correcto y en el momento justo, el momento presente consciente vivido desde esa confianza y esa paz.
Paciencia, constancia y fe. Grandes cualidades que se resumen en esas tres palabras. Búscalas en ti, no están en otro sitio mas que en ti mismo, en este momento, no mañana u otro día.
Siéntelas AHORA.
Suerte y gracias por leerme y compartir!
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