La publicidad nos inunda con innumerables opciones
Cualquier persona que vaya a un gran supermercado a hacer sus compras sabe muy bien lo que significa sentirse absolutamente abrumado de variedad. Las diferentes marcas no se cansan de sacar diferentes productos al mercado, ni nosotros de probarlos. Por supuesto que, detrás de esa continua innovación, no se esconde un bondadoso deseo de favorecer al consumidor. Lo que persiguen todas estas empresas es que siempre dispongamos de algo nuevo en las estanterías de los supermercados que sirva de cebo para los ansiosos consumidores.
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Lo que pocas veces nos paramos a pensar es de qué manera estas grandes marcas nos empujan a comprar todos esos productos. Aunque no nos demos cuenta de manera consciente, sufrimos un continuo bombardeo de mitos y creencias respecto a todo tipo de cosas. En muchas ocasiones toda esta información llega hasta nosotros revestida de cientificismo para que resulte más creíble. Sin embargo, gran parte de estas ideas que nos son inculcadas, persiguen, ante todo, el beneficio económico..
Mitos que confunden respecto a la alimentación
Son muchísimas las creencias que tenemos respecto a alimentación que son falsas. Vamos a ver aquí algunas de ellas.
Comer cada tres horas para bajar de peso
Comer a menudo para “activar” el metabolismo y perder peso de manera rápida es una creencia muy extendida. En ocasiones esta información proviene de personas que dicen ser profesionales de la nutrición. Otras veces son las mismas marcas de alimentos las que alientan esta práctica.
Esta creencia no tiene nada de real. Además supone una verdadera esclavitud. Si somos capaces de escuchar a nuestro cuerpo este nos informa de cuándo quiere comer. A esto podemos añadirle que si nuestra dieta se compone de alimentos realmente nutritivos no necesitaremos comer tan a menudo. En algunas ocasiones. habrán pasado tres horas desde la última comida y otras veces mucho más. No somos máquinas que pueden regirse por patrones fijos. La verdadera pérdida de peso se produce cuando, día tras día, comemos de manera saludable y hacemos ejercicio.
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Debes comer inmediatamente después de un entrenamiento
Entre los deportistas existe la opinión de que después de entrenar es imprescindible tomar una buena dosis de proteínas. Según esta creencia, el no hacerlo durante los 45 minutos posteriores al ejercicio equivale a haber perdido el tiempo entrenando. La realidad es muy diferente. La revista de la Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva, informa de que esto es un mito. Lo realmente importante es que la alimentación del deportista sea nutritiva en general pero no es necesario que esta nutrición se produzca justo después de la práctica deportiva. Otra cosa diferente es la necesidad que surge de comer después de practicar deporte. Esto es natural aunque no sea necesario urgentemente como nos han hecho creer.
Saltarse alguna comida adelgaza
Este es uno de los mitos mas absurdos y que más gente cree que es verdad. Además, muchas marcas de productos “light” lo aprovechan para que en esos supuestos ayunos sustituyas tu comida por algunos de sus productos.
Cuando sometemos al cuerpo a ayunos injustificados le obligamos a que utilice recursos de emergencia. Estos recursos tienen que ver con ralentizar el consumo de calorías y la pérdida de grasa. No obstante, el ayuno, como herramienta terapéutica, es muy beneficioso. Si bien es cierto que los ayunos siempre deben estar controlado por un experto en la materia. No es natural ni beneficioso que nos saltemos comidas y las sustituyamos por productos que aseguran “nutrirnos” aunque no sea cierto.
Consumir a cualquier hora bebidas energéticas
Las empresas que venden bebidas energéticas se empeñan en hacernos creer que la mejor manera de aumentar nuestro nivel de energía es beber algún “refresco” de este tipo a cualquier hora. Lo que pocas personas conoce es lo perjudiciales que este tipo de bebidas son. La energía que estas bebidas nos dan siempre tendremos que pagarla de alguna manera ya que los excitantes que contienen activan nuestro sistema nervioso de manera artificial. Además de esto, las cantidades de azúcar que nos aportan desequilibran enormemente nuestro organismo.
Utilicemos la lógica y la intuición
Como ya hemos dicho, la publicidad puede inducirnos a creer cosas que tienen poco fundamento. En nosotros está la posibilidad de reflexionar y discernir si aquello que nos quieren vender tiene sentido para nosotros.
Nos hemos acostumbrado a dar credibilidad a aquello que nos dicen desde afuera, olvidando que tenemos en nuestro interior una gran fuente de sabiduría. Nuestro cuerpo es sabio por naturaleza y, si somos capaces de escucharle, nos daremos cuenta de que siempre sabe lo que es necesario para su buen funcionamiento.
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Los horarios de las comidas y los tipos de alimentos que necesitamos en cada una de ellas pueden ser marcados de manera intuitiva. Nuestro organismo se encuentra conectado con las horas de luz y oscuridad. Gracias a esta conexión, nuestros órganos funcionan con mayor rendimiento durante el día y se ralentizan durante la noche.
Si escuchamos las señales que nuestro cuerpo nos envía seremos capaces de saber qué y cuándo necesitamos comer. No obstante, también es muy importante que los alimentos que llevamos a nuestra mesa sean alimentos naturales. Si eliminamos los alimentos procesados de la lista de la compra, y dedicamos un poco más de tiempo a la cocina, ganaremos en salud y en energía. ¡Deja de escuchar aquellos que solo tienen intereses comerciales y comienza la escucha activa de tu propio organismo!
RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral.
Además, para cuidar nuestra mente, existen herramientas como la app Siente – que puedes descargarte aquí – que pueden ser grandes aliadas en tu camino a una vida saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.