1. Beber mucha agua provoca retención de líquidos. Todo lo contrario, beber poca cantidad de agua, unido al sedentarismo, puede provocar la retención, pues el cuerpo empieza a almacenar reservas de agua, al percibir una baja hidratación. De este modo, beber dos litro de agua diarios ayudará a mantener hidratado al organismo, a limpiarlo y a eliminar las toxinas acumuladas. Y, como consecuencia de todo ello, la retención de líquidos será mucho menor.
2. El agua del grifo es de mejor calidad que el agua mineral natural. Ambos tipos son potables y, por lo tanto, están regulados bajo mecanismos de control. Sin embargo, mientras que el agua mineral es apta desde su origen, el agua del grifo debe pasar por tratamientos para eliminar cualquier tipo de agentes infecciosos. Además, lo bueno del agua mineral es que está etiquetada y podemos conocer su origen. Por su parte, este tipo de agua contiene un mayor nivel de minerales, como calcio, magnesio...
3. Beber agua durante las comidas engorda. Se trata de uno de los mitos más extendidos y es completamente falso. El agua no aporta nutrientes, proteínas, hidratos, grasos... por lo que no puede hacernos aumentar de peso. Por su parte, esta teoría está muy relacionada con el mito sobre la retención de líquidos, que ya hemos desmentido anteriormente.
4. Beber mucha agua adelgaza. Frente a la teoría de que beber agua en la comida engorda encontramos el mito del poder del agua como elemento adelgazante. Así, sobra decir que el agua tiene cero calorías y, por lo tanto, no supone ningún aporte energético para el cuerpo. Su acción se basa en la limpieza e hidratación del mismo y, por eso, ni engorda, ni adelgaza. Lo que sí sucede es que el agua tiene un efecto saciante, por lo que, combinada con una buena dieta, puede contribuir a acelerar el metabolismo y a perder peso.
5. El agua estriñe. Al contrario de esto, mantener el cuerpo bien hidratado es esencial para evitar el estreñimiento.
6. Todas las aguas embotelladas son aguas minerales, naturales e iguales. Esto es completamente falso. Las aguas embotelladas pueden ser de origen natural, provenientes de las aguas subterráneas, como es el caso de las minerales naturales y las de manantial, o, por el contrario, estar preparadas, es decir, sometidas a tratamientos que las convierten en aptas para el consumo.
¿Habíais oído alguna vez algunos de estos mitos? Probablemente sí, pues se trata de creencias de lo más extendidas que, como veis, no tienen fundamento. Sin embargo, no todo lo que se cuenta del agua es falso pues, como ya hemos dicho, su lista de beneficios es muy larga. ¿Queréis saber algunos de los 'mitos' que sí podemos considerar reales? Te los enumeramos.
1. Aporta vitalidad, elasticidad y suavidad a la piel. La hidratación del cuerpo influye, y mucho, en el aspecto que presenta nuestra piel, en su brillo y textura. El agua ayuda a mantener una buena humedad y a proporcionar nutrientes a las células de la piel. Además, la eliminación de las toxinas es fundamental para evitar la piel opaca, el acné...
2. Es buena para el cabello y los tejidos internos. Al igual que ocurre con la piel, la correcta hidratación del cuerpo es básica para lucir un cabello sano y radiante.
3. El agua es muy beneficiosa para los deportistas. Estar bien hidratados nos hará tener la energía necesaria para practicar deporte. Además, después de hacer ejercicio, debemos consumir agua (aunque no en exceso) para recuperar los líquidos perdidos. Pero no solo eso, beber agua antes y durante el ejercicio es importante para evitar la deshidratación, mareos, bajo rendimiento, dolores de cabeza, calambres...
4. Beber agua a intervalos ayuda a evitar acidez y náuseas durante el embarazo. Durante el embarazo es necesario aumentar un poco más el consumo diario de líquidos, sobre todo a pequeños intervalos, sin esperar a tener ganas de beber, ya que los cambios hormonales pueden afectar a la percepción de la sed. Así, una mala hidratación puede provocar las dolencias antes mencionadas e, incluso, tener otras contraindicaciones como dolores de cabeza o contracciones en el último trimestre.
5. Quita el hambre. Tal y como hemos comentado al hablar de los mitos, el agua tiene un efecto saciante. Sin embargo, es importante llevar una dieta equilibrada, y no emplear el agua como sustitutivo para saltarnos comidas. Lo que sí es cierto es que puede ser nuestra mejor aliada para esos momentos entre comidas en los que la gula nos puede.
6. Hay que beber mayor cantidad los días calurosos. Como es lógico, las temperaturas elevadas y la sudoración nos hacen perder más cantidad de líquidos, por lo que es necesario beber más agua para evitar la deshidratación.