Dicho lo cual, concretemos los diferentes objetivos que puedes buscar al meditar. Hay algunas meditaciones que están enfocadas a descubrir o sanar malestares físicos o bloqueos, otras a reenergizar y reequilibrar el cuerpo; las hay enfocadas a descubrir momentos olvidados en nuestro subconsciente que causaron una profunda huella; también las que nos producen un gran sentimiento de paz; las que nos liberan de resentimientos o culpabilidades; las que nos aportan una gran claridad de pensamiento, certeza de acción, luz?
Las meditaciones enfocadas al cuerpo, a la salud, suelen resultar más atractivas al iniciarse en este campo, porque habitualmente damos más importancia al malestar físico que a las incongruencias de pensamiento, palabra y acción, y deseamos la resolución rápida del malestar.
Sin embargo, es imprescindible recordar una vez más que somos Seres íntegros, formados por mente, cuerpo y alma, lo que conlleva la necesidad de equilibrio a todos los niveles para conseguir el bienestar global.
Si se deja de trabajar sobre cualquiera de estos niveles, la insatisfacción, la frustración, el dolor o la enfermedad nos visitan y, desgraciadamente son sentimientos y sensaciones demasiado habituales entre todos nosotros. Ya sabemos porque, algo estamos olvidando?
La meditación, aunque de forma inicial se relacione más con aspectos anímicos, sin ningún lugar a dudas afecta a aspectos del cuerpo y mente, diría que son las partes en que se refleja el trabajo de meditación realizado.
Por tanto, para conseguir el equilibrio y la armonía deseado, es importante trabajar diferentes tipos de meditaciones, tengan el objetivo inicial que tengan, porque su objetivo final es idéntico: EL CONOCIMIENTO que conduce a la PAZ y la PLENITUD.