Como la mayoría de las personas nos encontramos con un estrés significativo en nuestras vidas cotidianas, la exposición excesiva y de forma crónica al cortisol probablemente explica en gran medida la extraordinaria prevalencia del insomnio en la actualidad.
Como una adaptación evolutiva a los peligros exteriores temporales, el cortisol mejora el estado de alerta, aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial.
Movilizando, de esa forma, la energía necesaria para el manejo de una situación difícil y lejos de un estado de falta de atención relajada.
Así, podemos gestionar una crisis repentina de forma efectiva, pero también hace que sea difícil, si no imposible, poder conciliar el sueño.
En este sentido, la liberación de cortisol se desarrolló como una medida temporal, provisional, ya que nuestra fisiología no está estructurada para soportar una exposición prolongada al cortisol.
Cuando privas a tu cuerpo de forma crónica del sueño, los niveles del cortisol, la hormona del estrés tienden a subir, especialmente al final del día, provocando, a su vez, que los niveles de insulina se eleven.
La insulina a su vez promueve la acción metabólica que estimula el almacenamiento de grasa a medida que envejecemos.
El estrés, la ansiedad y la depresión leve son las causas más comunes del insomnio crónico.
Juntas, estas condiciones afectan negativamente los ritmos circadianos y modifican tanto la duración como la calidad del sueño.
La falta de sueño también nos lleva a consumir un promedio de 221 calorías más al día siguiente de lo que normalmente lo haría, en otras palabras al aumento significativo de peso.
Curiosamente, los investigadores han descubierto que el efecto metabólico adverso de subidas en los niveles de cortisol incluso a corto plazo (aumento del azúcar en sangre y los niveles elevados de insulina) es más pronunciada en la tarde que por la mañana.
Junto con otros efectos igualmente perjudiciales, los niveles de cortisol crónicamente elevados pueden poner en marcha una cascada de procesos fisiológicos patológicos que acelera la aparición de prácticamente todas las enfermedades degenerativas.
Ya no es una cuestión de conjetura científica: En las últimas dos décadas, el sueño insuficiente o de mala calidad ha sido definitivamente vinculado al aumento de la mortalidad por todas las causas.
La cifra de datos publicados en la última década revelan una epidemia espantosa, con una tendencia creciente de insomnio en los Estados Unidos.
Según una encuesta científica publicada en el año 2001, el 38% de los adultos estadounidenses logran dormir 8 horas, para el año 2009, ese número había disminuido a tan sólo 28%.
Más del 30% de los estadounidenses sufren de insomnio crónico, mientras que aproximadamente 60 millones tienen problemas para conciliar el sueño en un año determinado.
Personas que sufren de falta crónica de sueño pueden esperar experimentar cambios fisiológicos adversos en la presión arterial, en la función endocrina, en la glucosa y en el metabolismo lipídico, así como en el equilibrio del sistema nervioso simpático y parasimpático.
En contraste, los estudios demuestran que dormir de 7 a 8 horas cada noche reduce la mortalidad debida a distintas causas, incluyendo accidentes automovilísticos provocados por la somnolencia.
La somnolencia causa más de 100.000 accidentes al año al conducir, dando las alarmantes cifras de 40.000 lesionados y 1.550 muertes.
Además de desórdenes dermatológicos, diferentes estudios del sueño han vinculado el insomnio crónico a las siguientes condiciones:
Ansiedad y depresión
Cancer
Alteración de la función cognitiva (pérdida de concentración y memoria)
Síndrome metabólico
Obesidad
Enfermedad cardiovascular
Diabetes
Acción de la insulina deteriorada
Índice de masa corporal (IMC)
Niveles de proteína c-reactiva elevada
Niveles de cortisol elevados por la noche
Hipertensión
libido
De tal forma que debes tratar por todos los medios dormir un mínimo de 7 horas a diario, además para que el descanso reparador sea óptimo es importante evitar comer a altas horas de la noche, así como consumir bebidas que contengan cafeína, energizantes o alcohol.
Así mismo, la atmósfera de la habitación donde duermes debe ser la ideal, ello implica eliminar todo dispositivo que emita la menor luminosidad e impedir así el desarrollo del insomnio crónico.
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Jacobo
Temas sobre salud, las enfermedades en la sociedad actual