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Iniciamos con un escenario conocido. Tienes un reto con un nivel de dificultad interesante, dispones de una serie de recursos, cuentas con habilidades para enfrentarlo y quizás un buen equipo de trabajo; pero, el tiempo se acaba y las ideas no llegan, o por lo menos no las que consideras importantes. En esos momentos oscuros llenos de caos creativo, de alguna parte, aparece una idea. Es prometedora, es genial, es posible y al parecer atiende todas las necesidades para solucionar tu problema. Es.. ¡una super idea!. Pero ¿Será realmente la idea que necesitas?
Cuando esto sucede, es complicado manejar la descarga emocional que conlleva la aparición de una super idea. Generalmente hay agotamiento en el proceso creativo y esto puede generar que deposites tus esperanzas en una alternativa que de alguna manera sea diferente o supere las generadas anteriormente. Esto sumado a la capacidad de nuestro cerebro de ajustar nuestra percepción de la realidad a lo que queremos, hace que una super idea sea tan seductora que genere efectos adversos y llene de prejuicios nuestro proceso creativo.
No quiero decir que que una idea de estas características y generada en el ambiente descrito no sea de utilidad, sino que debes tener precauciones al evaluarla ya que por sus condiciones puede encantar tanto como para perder la subjetividad en la evaluación.
Una super idea tiene los siguientes riesgos:
Genera enamoramiento excesivo, porque generalmente tiene ciertas características que te enganchan emocionalmente, puede ser el uso de una técnica que querías utilizar, de un recurso que siempre habías deseado emplear o hasta implique la compra de algo que siempre habías querido tener.
Pausa indefinidamente el proceso creativo, ya que todos los recursos se enfocan en evaluar la idea y demostrar que es la que estamos buscando y se asume como una última opción por la que hay que luchar por todos los medios.
Estimula la autoconfirmación, al generar emociones, hace que siempre encuentres justificaciones y respuestas a cualquier crítica negativa de la idea, eliminando la objetividad de la evaluación. Un efecto colateral es que también comienzas a resaltar todo lo negativo de las demás alternativas que estén en proceso de evaluación.
Aumenta el temor por el fracaso. Al sobrevalorar una idea, tiendes a creer que es tu último recurso y cuando el miedo entra en la ecuación, el temor al fracaso puede hacer que la aceptes prematúramente como tu solución final.
Te hace perder el enfoque en la solución, haciéndote pasar más tiempo explicando la genialidad de la super idea que evaluando los beneficios reales de la misma y la forma como resuelve el reto presentado.En conclusión, cuando encuentres una idea que te hace creer que no hay nada más que se pueda hacer, duda un poco y evalúala con calma, asegurándote que es más la razón que solo el corazón el que la hace ver viable y valiosa. Puede que sea la super idea que viene a salvar el día, pero también puede ser el super villano de la historia que agota tus recursos, tu tiempo y tu dedicación, obligándote a dejar de lado alternativas, quizás menos atractivas, pero más adecuadas. Recuerda que tu misión final siempre es solucionar un problema y no solo vender una idea.