En el momento en el comencé a confiar en mi capacidad creativa, aprendí a valorar más el poder de las ideas. El asunto fue más de actitud que de habilidad, no es que de la noche a la mañana la creatividad se hubiera desarrollado gracias a un libro, video, curso o pócima milagrosa; fue el cambio de mi actitud lo que me hizo sentir como una persona más creativa. Aunque tampoco era que nunca lo hubiera sido antes y ahí es donde te quiero llamar la atención.
En el momento en el que confié en mis habilidades, perdí el miedo de expresar ideas, pude ver mis debilidades como oportunidades de aprendizaje y mis metas, como la brújula para definir la hoja de ruta de muchos de mis proyectos y actividades. No es que me volviera una persona más creativa, solo más segura de que mis aportes podrían tener valor. El fracaso es lo único que se tiene asegurado y si eres un solucionador de problemas, pero ignoras las alternativas que te llegan por intuición, experiencia o simplemente por ese llamado momento "Aha!" que mencionan en muchos textos, el éxito puede estar cada vez más lejano. Si lo analizas, muchas veces por temor a que juzguen tus ideas te quedas atragantado con ellas y lo peor es que puedes llegar a ver más tarde, que esa ocurrencia aparentemente ilógica podría haber sido la solución del problema o en caso de una idea de negocio, ver como otro más valiente la hace realidad
Hay que perder el miedo a dar una idea ilógica y a veces hasta ridícula, ya que no hay ideas inútiles. En el momento en el que comiences a hacer esto, podrás generar nuevas ideas y verás cómo tu perspectiva se amplía. Por eso te invito a analizar a las personas que conoces y consideras creativas y descubriras que no es que ella más creativa que otra porque se le ocurren más ideas, sino porque tiene el valor de compartirlas, yendo más allá del temor al ridículo, la crítica, al juicio o a que otro se la robe.
Te invito entonces a confiar en tus capacidades, en que tus ideas tienen un valor que solo se hace realidad cuando las intentas y que para ello debes comenzar por compartirlas. No importa si las primeras no funcionan o no son aceptadas; nadie acierta siempre. Lo que debes tener presente es que solo dejando salir tus ideas podrás validarlas, enriquecerlas y quizás poder tomar las acciones necesarias para hacerlas realidad. Si quieres comenzar a sentirte y actuar como una persona creativa, debes comenzar por perder el miedo o la vergüenza de presentarlas y aprender a manejar las críticas, ya que éstas siempre van a estar presentes.
De una indigestión de ideas, solo queda el sinsabor de lo que pudiste haber logrado o la culpa al ver cómo otros las hacen realidad.