Yo personalmente (aún) no soy un nutricionista como tal, y sin duda he querido serlo desde hace mucho tiempo, pero todo esto me ha hecho replantearme varias veces el hecho de continuar con esta carrera.
El intrusismo profesional
Me faltan dedos para contar las veces que he visto que un “experto” en nutrición se lucraba a base de repartir dietas (que en muchos casos incluso son plantillas) que consistían en consumir alrededor de 1000 Kcal, una cantidad impensable, a base de un par de lácteos desnatados, alguna fruta tipo piña y un té para “detoxificar” que generalmente suelen vender ellos, y si te quedas con hambre o sufres alguna enfermedad mientras estés siguiendo la dieta, es normal, te dirán que “tu cuerpo se está adaptando”.
Y si eres deportista, para ti tienen reservada una buena dosis de arroz, pollo y batidos de proteínas.
Me canso de ver gente en los gimnasios que de forma lícita y no tan lícita han conseguido una buena base de masa muscular, y por lo visto eso y un cursillo exprés de nutrición deportiva les permite cobrar mucho más que profesionales que tras haberse partido los cuernos estudiando una carrera están en el paro.
Otra joya son las dietas milagro, aquellas que te van a permitir bajar un par de kilos (generalmente agua retenida) a costa de un impacto bastante grande en tu salud que quizá no llegue hoy ni mañana, pero dale tiempo a ver qué pasa, y que muy probablemente serán previas a un efecto rebote. La gente desgraciadamente confía en estas dietas, y alaba a los “genios” que son sus creadores.
El desprestigio de los nutricionistas
Constantemente me topo con gente que al tener problemas acude a las consultas de los médicos donde habitualmente el protocolo es la recomendación final de un medicamento, en lugar de la exploración intensiva del estilo de vida del paciente para detectar las causas que provocan el problema.
Me parece que el papel del médico es importantísimo, pero desde mi punto de vista su importancia equivale a la del nutricionista, ya que los médicos suelen trabajar con problemas ya presentes, y los nutricionistas trabajan para que estos problemas no ocurran desde un primer momento.
Mucha gente argumenta que el médico sabe más por el mero hecho de que la carrera de medicina la forman seis cursos y la de nutrición, cuatro, y yo planteo, en caso de que el nutricionista trabaje una vez termine la carrera, ¿no va a ganar dos años de experiencia mientras el médico continúa en la universidad? Considero ambos argumentos igual de válidos.
Por lo visto desde sanidad no opinan igual que yo, y el dietista-nutricionista no está considerado aún una profesión asociada a la seguridad social. Bien, dejemos que los médicos sigan aumentando la esperanza de vida y evitemos que los nutricionistas mejoren la calidad de esta. ¿Por qué tenemos que elegir? ¿Son los recortes en sanidad precisamente los que van a sacarnos de la crisis?
Conclusión
Tal y como yo lo veo, en España necesitamos tanto médicos como nutricionistas, pero en cualquier caso deben ser verdaderos profesionales que sepan lo que hacen. No tiene sentido que podamos vivir más años si nuestro estado de salud en estos no es óptimo.
Por otra parte, quiero invitar a todos aquellos que me leáis a que tengáis una actitud más crítica hacia los servicios que recibís si estáis pagando expresamente por ellos. Informaos sobre si realmente este “profesional” en el que depositáis vuestra confianza vale realmente vuestro tiempo y vuestro dinero.
Desgraciadamente pagar una carrera universitaria no es precisamente barato, pero tampoco son baratas las consultas con este tipo de intrusos. Ojalá que tras leer esto me critiquéis mucho, porque eso significará que me estoy equivocando y que igual la situación no está tan mal como creo.