Meditación y depresión: lo que dice la ciencia
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El estudio dirigido por el profesor Willem Kuyken en la Universidad de Exeter (Reino Unido) concluyó, ni más ni menos, que meditar puede resultar más efectivo que la medicación a la hora de combatir la depresión.
Se llevó a cabo separando a personas con un largo historial depresivo en dos grupos: en uno se los trató con antidepresivos y en el otro con técnicas de meditación. Para medir los resultados, se dejaron pasar 15 meses tras la finalización de ambos tratamientos con el fin de comprobar la eficacia a largo plazo.
Los resultados demostraron que los antidepresivos son muy útiles para hacer frente de manera inmediata a los síntomas de la depresión, pero, sin embrago, el porcentaje de recaídas es muy alto una vez que el paciente deja de tomarlos (en un 60 %). Por el contrario, en aquellas personas que recibieron tratamiento mediante meditación las recaídas fueron considerablemente menores.
Y algo similar ha sucedido con diversos estudios más, como el realizado desde el Laboratorio de Desempeño Humano y Salud en la Universidad Carnegie Mellon, aunque en este caso se midió la eficacia de estas técnicas a la hora de aliviar el estrés y la ansiedad. Los resultados fueron igualmente claros: las técnicas de meditación pueden cambiar la mente y, con ello, mejorar el estado de salud general, también el del cuerpo.
Por su parte, en el libro Los beneficios de la meditación: la ciencia demuestra como la meditación cambia la mente, el cerebro y el cuerpo, Daniel Goleman y Richard J. Davidson señalan no solo la capacidad de moldear la mente mediante la meditación, sino que hacen hincapié en la realización de una meditación “real”, rechazando algunos métodos comerciales que no tendrían los mismos beneficios. Los autores apuestan por nuevas metodologías que incluyan, más que largas horas de meditación, una visión desapegada de uno mismo o retiros con un maestro.
Pero, ¿en qué consiste la meditación?
Se trata de una práctica milenaria que permite llevar la mente a un estado de calma absoluta mediante la atención plena del momento presente. Consiste en cortar el autodiálogo del propio cerebro, liberarse de los pensamientos sobre el pasado o el futuro y de todos aquellos mensajes que causan emociones angustiosas o negativas.
Como resultado, este descanso para la mente produce enormes beneficios a quienes lo practican. Evidentemente, se trata de una disciplina que requiere constancia y compromiso, ya que si bien es cierto que ofrece resultados muy rápidamente, se trata de un proceso de aprendizaje. Por este motivo no hay que tomarlo con prisas, sino que hay que ir paso a paso, adaptando la práctica a las propias particularidades y necesidades.
También conviene señalar que existen diferentes tipos de meditación y por ese motivo cada persona tiene que encontrar la que mejor se adapta a ella, la que mejor le haga sentir y más le ayude. Por ejemplo, en el caso concreto de la depresión, la meditación más recomendada es la budista.
Otros tipos de meditación son la meditación Zazen o “meditación sentada”, que hace énfasis en la respiración y la postura, o la meditación “insight”, que es una práctica budista que vemos integrada en Occidente con el mindfulness. Se centra en conseguir observar los propios pensamientos sin darles ningún valor, únicamente dejando que fluyan.
El mindfulness y la ansiedad
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Seguro que has oído que el mindfulness proporciona muchos beneficios. Mediante la combinación de diferentes técnicas de meditación y psicología positiva, el mindfulness ayuda reducir de manera notable el estrés y la ansiedad. Esto se consigue modificando la actitud con la que se hace frente a problemas o situaciones de la vida diaria.
En la actualidad, la ansiedad y el estrés son estados de los que es difícil que alguien pueda escapar, al menos en algún momento de la vida. Existen situaciones complicadas que son inevitables de experimentar, como pueden ser las pérdidas de seres queridos. En momentos difíciles de este tipo, es importante aplicar cuantas técnicas tengamos en nuestras manos para afrontarlos de la mejor manera posible y seguir adelante, puesto que, de lo contrario, se pueden convertir en trastornos crónicos.
Asimismo, el simple ritmo de vida diario o la insatisfacción por múltiples motivos pueden ir minando nuestro bienestar y serenidad. En este sentido, el mindfulness aparece como una poderosa arma para cambiar nuestra manera de pensar y encontrar la paz mental necesaria para identificar aquello que nos obstaculiza y que queremos cambiar.
Centrarse en el aquí y el ahora
Centrarse en el aquí y el ahora, con atención plena y libre de interferencias, parece que es la clave para encontrar la serenidad, esa serenidad que es necesaria para poder ver con claridad aquello que queremos. Al mismo tiempo, permite encontrar nuevas herramientas y habilidades para emprender cambios.
De la mano del mindfulness viene también el aprendizaje de la gestión adecuada de las emociones, algo fundamental para nuestra salud psicológica y nuestro bienestar general. Esto es especialmente beneficioso para quienes padecen una depresión, dado que tienen la posibilidad de sentirse mejor.
Y, además, gracias a la meditación es posible:
> Mejorar la memoria.
> Potenciar la concentración.
> Fomentar los pensamientos positivos.
> Incrementar el autoconocimiento.
> Mejorar la sensación de bienestar a nivel corporal.
> Mejorar la creatividad.
Tal y como lo explican quienes lo practican, meditar nos permite encontrar una nueva perspectiva, vernos a nosotros mismos desde fuera y sin realizar juicios de valor, simplemente dejando tranquila la mente. Todos estos beneficios son los que ayudarán a una persona que padece depresión a mejorar emocionalmente al tiempo que encuentra nuevos proyectos con ilusión.
Tan solo diez minutos al día de meditación pueden provocar importantes cambios positivos en quien la practica de forma rutinaria y disciplinada. Parece que merece la pena probarla, ¿verdad?
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