Aproximadamente 1014 células (¡¡100 trillones!!) forman nuestro cuerpo, y en todas ellas está contenida la misma información genética, nuestro genoma (el tan nombrado ADN), que se encuentra almacenado en cromosomas, en los que a su vez se encuentran distribuidos los genes.
Una analogía para entender toda esta terminología podría ser la de considerar la célula como una librería; los cromosomas serían las estanterías, los genes los libros y, finalmente, el genoma podría compararse a las palabras incluidas en ellos. Imagínense que estos genes estuvieran en un idioma desconocido, entonces necesitarían algún sistema de traducción.
Este sistema de traducción es el ARN mensajero (ARNm), una molécula que indica que algunos de esos genes están siendo traducidos para finalmente generar proteínas, que son las trabajadoras de la factoría celular.
Sin embargo, hay unos 210 tipos celulares, con lo que la primera duda que podría surgir es ¿cómo teniendo la misma información surgen células diferentes? Pues bien, esta diferenciación existe porque no en todas las células se expresan los mismos genes, es decir, se traducen sólo algunos capítulos del libro, produciendo unas determinadas proteínas.
Como ejemplo podría valer la insulina producida sólo por las células del pancreas
La serotonina está involucrada en numerosas funciones en el cuerpo humano, tales como control del apetito, el estado de sueño y vigilia, la memoria y el aprendizaje, la regulación de la temperatura, el humor, el comportamiento, la función cardiovascular, la contracción muscular, la regulación endocrina y la depresión.
Se cree que los bajos niveles de serotonina provocan muchos casos de depresión media o severa, que presentan síntomas como ansiedad, apatía, miedo, sentimientos de insignificancia, insomnio o fatiga.
Una depresión media puede llegar a controlarse sin prescripción de medicación alguna, ya que se han comprobado algunos medios naturales para incidir en la producción de serotonina.
La vía más efectiva para aumentar los niveles de serotonina es la práctica de ejercicio físico, aunque también pueden ser controlados a través de la dieta, incrementando el consumo de alimentos como el plátano, la piña, la ciruela, el pavo, la leche, o aquellos que incluyan ácidos grasos omega- 3 o vitamina C.
Alejandro Marín Menéndez Licenciado en Veterinaria
Gracias por leer La importancia de la Serotonina