Fijaros, aquí no estamos para aprender, estamos para recordar. Sí es necesario recordar cosas por una razón muy simple.
Cuando se habla del Paraíso, que está presente en muchas corrientes espirituales, la Humanidad lo habla con añoranza, el paraíso perdido y la figura totalmente errónea de que nos expulsaron de él. Realmente es la dimensión desde la que nos estamos proyectando aquí. Desde la Quinta o la Cuarta Dimensión, nos hemos proyectado a la Tercera. También estamos en las demás.
Cuando se repasa etimológicamente el término paraíso, uno se encuentra con sorpresas maravillosas. El término paraíso procede del latín paradisus. Y éste del griego paradeisos.
Cuando los Setenta Sabios de Grecia, entre el siglo II y III a.c., acometieron la gigantesca tarea de traducir al griego la Biblia, el Antiguo Testamento, se encontraron la referencia a lo que nosotros llamamos el Jardín del Edén. Buscaron un término que viene del persa, que es la conjunción de dos palabras, crear y alrededor. Nosotros no fuimos expulsados del Paraíso, sino que desde otras Dimensiones más sutiles, más angelicales y menos densas, nos proyectamos a ésta, que es más densa, para crear alrededor del Cielo: el entorno que estaba junto a la Cuarta Dimensión, la Tercera, nos hemos venido aquí para hacer el Cielo en la Tierra una realidad.
A quien esto le pueda sorprender más, señalaros que está presente en nuestro conocimiento desde hace mucho. Por ejemplo, en el ámbito cristiano, es simplísimo comprobar leyendo las cartas de Pablo (Segunda Carta a los Corintios), hay una expresión de él que dice en el capitulo doce (12,2-4), que ha conocido un hombre que ha sido absorbido al Paraíso. Pero la experiencia le debe haber llamado tanto la atención que lo vuelve a repetir y, curiosamente, lo vuelve a repetir todo igual, pero el término Paraíso ya no lo utiliza, sino que utiliza Tercer Cielo.
El Tercer Cielo, que parte de los tiempos del segundo templo de Jerusalén, 525 a.C., era como los cristianos denominaban al Paraíso, que no era un Jardín del Edén, no era un sitio ubicado en la Tierra, acompañados de animales en armonía, sino que este término hace referencia al Cielo, en concreto la parte mas cercana a la Tierra, el Tercer Cielo de los segmentos en los que dividían el Cielo.
Estábamos en el Paraíso, incluso multidimensionalmente lo seguimos estando, y voluntariamente nos hemos proyectado a este mundo, a esta Dimensión, para extender el Paraíso, para crear alrededor, para que el Cielo llegue a la Tercera Dimensión.
Cada uno de nosotros es un brote de Paraíso y, en la medida que activamos nuestra condición divina, estamos haciendo que en un ámbito denso como es este plano, empiece a brotar una vibración distinta, que no es de Primera, de Segunda o Tercera, sino que es de Cuarta y Quinta dimensión.
Todos en el invierno, en el proceso de encarnaciones que hemos vivido en el plano humano, hemos vibrado en Tercera Dimensión (mi, usando el símil de la escala musical). Lo que estamos haciendo ahora es empezar a vibrar en Cuarta (fa) desde el interior, desde el Corazón. Lo notamos en nuestra vida cotidiana, empezamos a sentir, a experienciar de un modo diferente. No hace falta estar demasiado atento para darse cuenta que el ser vivo Tierra está también vibrando en otra Dimensión. Se está dando un apretón energético, una aceleración del tiempo. Este apretón energético, son experiencias duras, pero que lo son solamente en apariencia, que son pertinentes en el proceso evolutivo, para que despierte en nosotros esa nueva vibración, y además, como el tiempo se está acelerando no tenemos tregua.
Estamos viviendo en meses, cosas que antes necesitábamos años para vivirlas, porque está brotando ya en nosotros ese ser de cuarta o quinta dimensión. El exterior desde nuestro interior está cambiando o mutando.
Quiero enfatizar más en el recuerdo de que en el Paraíso estamos y estuvimos, y voluntariamente nos proyectamos a esta Dimensión, con el objetivo de crear alrededor el Paraíso. Lo hacemos porque al proyectarnos desde otra, lo primero que ocurre es el desconcierto. Es una Dimensión muy densa y nos olvidamos de lo que somos. Pero es el que olvido de lo que somos forma parte de la experiencia, porque para brotar, es necesario que aquí nos lancemos como semillas. Incluso estamos haciendo algo más espectacular.
Ciertamente estamos trayendo el Cielo a la Tierra, es decir, estamos transformando la Tercera Dimensión en Cuarta y Quinta, pero esto tiene un porqué natural más prodigioso. En el momento que completemos nuestra obra, la Cuarta Dimensión aterriza en la Tercera; y ésta se desplaza y se mete en Segunda Dimensión. Pero, además, cuando la Segunda se convierta en Tercera, la Segunda se desplaza, como si fuera un circulo concéntrico en el agua, y va a la Primera. Por lo tanto, estamos convirtiendo también la Primera Dimensión en segunda. Y claro, la Primera lo que hace es expandirse hasta lo que era puramente vacío, que es algo sensacional y divino.
Esos son mundos y nuevas experiencias que estamos creando nosotros habiéndonos salido del Paraíso y trayendo el Cielo a la Tierra. Ese recuerdo tiene dos pilares básicos. Es difícil expresarlo con palabras, lo hago lo mejor que puedo. Son cosas que tenemos en el Corazón y por tanto os invito a que atendáis a lo que resuena en vuestro interior, que es, aunque nos cueste todavía trabajo creerlo, divino.
Nos cuesta trabajo creer que somos ángeles, además de otras muchas cosas, porque somos multidimensionales. Los ángeles son mensajeros, y nosotros lo somos de nuestro propio recuerdo, estamos recordando la experiencia maravillosa para la que salimos del Paraíso, para crear alrededor. Somos parte integrante de la Creación y somos Uno con ella, no solo en el sentido de la Unidad, sino también en el de la Unicidad. Y por lo tanto, somos co-creadores de nuevas realidades, en este plano y en nuevos que van a surgir en la Creación por nuestro proceso creador en esta tercera dimensión.
Hay dos elementos que tenemos que tener muy cuenta. Poner el nombre es propio del viejo mundo, es decir, del que estaba vibrando en Tercera Dimensión, pero que ya no está vibrando como tal, pero todavía nuestra comunicación no es de Cuarta Dimensión, no es telepática para que podamos comunicarnos sin palabras, todavía necesitamos algo que nuestro ser multidimensional que es verter lo que se siente, lo que se sabe desde el interior, en cosas exteriores que son conceptos o palabras.
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Del libro Amor, Vida y Consciencia – Emilio Carrillo