¿Cuántas veces le has dado mil vueltas a eso que quieres conseguir? Ves que nunca lo consigues o no te atreves a dar el paso que te lleva a intentarlo. Cuantas veces te has repetido: “Si yo tuviese... más tiempo, otro trabajo, más dinero...”.
Nos llenamos de excusas, miedos, bloqueos... que nos llevan a mirar hacia otro lado e intentar seguir viviendo.
Tendemos a repetir historias, de ahí que seguimos llenándonos de miedos, excusas y dudas hasta que nuestra vida se convierte en una espiral de insatisfacción.
Hay personas que lo que quieren es esa rutina, esa vida lineal. Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos conformado con tal de no afrontar una meta, una decisión o alguna situación. El conformarnos con una vida que no es la que nuestro corazón o nuestra alma anhela nos puede llevar a tener varios síntomas físicos y mentales, que van a influir en nuestra vida, en la obtención de nuestras metas y sueños.
Pero, gracias a estos síntomas empezamos a reaccionar y a desbloquearnos. Cada cuerpo empieza a manifestarse de una forma distinta, en general empezamos a manifestar algún tipo de malestar, que va a disminuir o aumentar según vayamos alimentando esa emoción al no hacer nada y seguir conformándonos "La enfermedad es una metáfora de la mente.".
Entre todos esos malestares está la ansiedad. Si bien hay muchos tipos de ansiedad generada por diferentes factores, aquí quiero explicar la "Ansiedad del No Ser".
Yo la defino como la forma que tiene nuestro cuerpo de hacernos reaccionar. Nos hace revaluar nuestra vida y hacernos ver lo mal y frutados que estamos.
Sentirse frustrado genera una inconformidad con las situaciones o las cosas que nos rodean.
La "Ansiedad del No Ser" la tenemos que ver como una aliada que viene a decirnos que NO estamos siendo fiel a nosotros mismos, nos obliga a detenernos, hacer una introspección, nos lleva a entender nuestro malestar desde dentro, nos conecta con nosotros mismos.
"Nuestro cuerpo es sabio y siempre actúa para mantener el equilibrio". Confia
la solución a este tipo de ansiedad es muy simple, dejar que aparezca, sin poner resistencia.
Una de las claves es empezar a hacer eso que tanto queremos hacer y dejar de postergarlo. Es mágico lo que pasa cuando te enfocas en eso que quieres hacer de verdad.
Reconciliándome con la ansiedad
¿Qué me ha enseñado mi querida "Ansiedad"? Personalmente nunca creí que iba a llegar a tener ansiedad en mi vida. La palabra ansiedad para mí era una palabra con la que estaba poco familiarizada.A lo largo de mi vida la he utilizado en momentos concretos o típicos. Cuando estás nerviosa por algo, un evento, un proyecto y sientes esa sensación de nerviosismo, de ganas de comer o se te cierra el estómago. Pero, era una sensación pasajera y es normal tenerla en algún momento de la vida.
Mi sorpresa fue cuando conocí la verdadera ansiedad de cerca, esa que te paraliza, que te hace sentir vulnerable, que no sabes controlar y cuanto más intentas controlarla, más te controla ella a ti.
Mi relación con ella fue progresiva, empecé con pequeñas cosas inconscientes hasta llegar a un colapso. Había pasado muchas situaciones ese último tiempo que al principio pensaba que controlaba. Siempre he sido una persona positiva y alegre, me considero poco enojona, creo que la vida no está para vivir enfadado, es mejor aceptar las cosas como vienen y buscando siempre una solución.
Pero como todo en la vida, por muy positiva que seas no siempre hay que poner buena cara, no nos compensa obligarnos a estar bien y guardar nuestras emociones. A mí me pasó eso, pasé por situaciones en las que fui escociendo mis emociones y me repetía que tenía que estar bien si o si, sin permitirme sentir triste o tener un día malo.
Para evadir todos esos sentimientos que no quería sentir, empecé a obsesionarme con hacer, hacer y hacer, decir que sí, aunque no tenía ganas, cuando me proponían algún plan.
Yo personalmente me obsesioné con limpiar y ordenar. Me podía pasar todo mi día libre limpiando y ordenando, al final del día me sentía demasiado agotada como para hacer algún plan. Fui acumulando cansancio, mi mente no paraba de producir (en este caso producía de una forma poco productiva) hasta acabar con mi energía.
Empecé a aislarme, solo me sentía bien en casa, faltaba algunos días al trabajo porqué sentía que no podía controlar mi cuerpo. Además, el médico me había recetado unos ansiolíticos “para ayudarme”, nunca llegué a tomarlos (a pesar de pasar días de desesperación). Sabía que podría sanar sin necesidad de tomar pastillas.
En ese proceso yo sentía que había algo en mí que no estaba yendo bien, sabía que mi comportamiento me estaba llevando a un colapso seguro, pero tenía la necesidad de tener el control de todo.
Finalmente llegué a ese colapso, donde ya dejé de ser dueña de mis emociones, de mi cuerpo, de mi vida... Recién ahí entendí que necesitaba ayuda profesional.
Con la ayuda de un profesional y mi fuerza de voluntad, estaba segura que podía superarla, poco a poco empecé a entender que era lo que le estaba pasando a mi cuerpo.
La ansiedad me ha enseñado a escucharme, a permitirme llorar, descansar y buscar tiempo para mí. Puse en práctica técnicas de respiración, asistía a terapia y dejé de negar lo que me estaba pasando.
Ahora puedo decir que sé cómo nos puede llegar a afectar la ansiedad, sé cómo ayudarte para que consigas eliminarla, puedas aprender a calmar tu mente y sobretodo, aprendas a vivir un día a la vez.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.