Existen muchos factores que pueden generar hipertensión arterial. Cuando no es posible identificar el origen directo de esta enfermedad hablamos de hipertensión primaria esencial o idiopática. En la mayoría de los casos no sabemos el origen de la hipertensión. Suponemos que en estos casos, algunos factores tienen un papel importante, como los factores hereditarios, el consumo de sal, el estrés, el sobrepeso, el alcohol y la nicotina.
Cuando uno o ambos padres padecen tensión alta el riesgo de desarrollar hipertensión en los niños es entre dos y tres veces más elevado.
El consumo excesivo de sal aumenta el riesgo cardiovascular. Los especialistas recomiendan no superar los 6 gramos de sal común al día.
Las catecolaminas – las hormonas que se liberan cuando tenemos estrés – provocan la contracción de la musculatura de las arterias y elevan la presión arterial.
La obesidad abdominal es un posible desencadenante de la hipertensión. En las personas con sobrepeso, a menudo podemos observar el síndrome metabólico. Este síndrome incluye la hipertensión arterial, hiperglucemia, exceso de lípidos en la sangre y sobrepeso, provocado por la acumulación de grasa en torno al abdomen.
El alcohol y la nicotina son factores que elevan el riesgo. Se recomienda no superar los 20 gramos de alcohol al día. La nicotina de los cigarrillos y otros productos del tabaco contraen la musculatura de los vasos sanguíneos y aceleran los latidos del corazón, lo cual aumentan la presión arterial. El cese de fumar debe ser inmediato en las personas hipertensas.
Hablamos de hipertensión arterial secundaria cuando la hipertensión es la consecuencia de una enfermedad. Algunas patologías de los riñones como glomerulonefritis, nefropatía diabética y pielonefritis o enfermedades renovasculares como estenosis congénita de la arteria renal, obstrucción ateromatosa de arteria renal, pueden causar hipertensión. Enfermedades endocrinas como el síndrome de Cushing producen tensión alta.
Durante el embarazo puede aparecer una enfermedad muy grave, la toxemia con preeclampsia o eclampsia. El primer signo de esta enfermedad es la aparición de proteína en la orina, después aparece la tensión alta. La toxemia durante el parto puede producir convulsiones y problemas de coagulación. La vida de la mamá y el bebé pueden correr peligro. El estrés es un factor importante en el desarrollo de la hipertensión secundaria.
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