La hipertensión arterial sistémica es frecuente en los adultos, y si no recibe tratamiento es el principal factor de riesgo de infarto de miocardio, ictus e insuficiencia renal. La hipertensión arterial está implicada en la etiología de aproximadamente 50% de los adultos con enfermedad renal terminal. La prevalencia de la hipertensión aumenta con la edad: desde el 15% en adultos jóvenes hasta el 60% en individuos mayores de 65 años. En lactantes y niños pequeños, la hipertensión en niños es poco frecuente, con una prevalencia <1%, pero, cuando existe, suele indicar la presencia de un proceso subyacente (hipertensión secundaria).
Por el contrario, los adolescentes pueden desarrollar hipertensión primaria o esencial (sin ninguna causa subyacente). La hipertensión esencial durante la infancia puede mantenerse hasta la edad adulta, según se ha demostrado en varios ensayos clínicos de gran tamaño
Es importante medir la presión arterial
Para medir con precisión la presión arterial, es necesario que el paciente se encuentre cómodo, y la precisión depende mucho del uso correcto de los equipos de medición, ya sea un simple esfigmomanómetro o un sistema automático más moderno.
La obtención de medidas fiables de la presión arterial en lactantes suele ser la parte más difícil y la que mayor tiempo de la exploración supone. Todos los pacientes se ponen algo nerviosos cuando se les toma la presión arterial, lo que puede conducir a un diagnóstico erróneo de hipertensión arterial.
El manguito debe rodear por completo la parte superior del brazo para asegurar así una compresión uniforme; la cámara hinchable debe cubrir al menos dos tercios de la longitud del brazo y 80-100% de su perímetro.
Los manguitos demasiado pequeños o estrechos aumentan de forma artificial las lecturas de la presión arterial. Debe medirse la presión arterial en las 4 extremidades para poder detectar coartaciones de la aorta
Si se detecta una hipertensión arterial leve, se debe repetir la medición en dos ocasiones más a lo largo de un período de 6 semanas. La ansiedad suele disminuir cuando el paciente se va sintiendo más cómodo con el procedimiento, por lo que son necesarias las mediciones repetidas para evitar clasificar a un paciente como hipertenso de forma inapropiada.
Cuando la presión arterial se encuentra constantemente por encima del valor del percentil 95 para la edad del paciente es preciso realizar otros estudios. La monitorización ambulatoria de la presión arterial puede ser especialmente útil en los adolescentes con cifras de presión arterial limítrofes en la consulta.
¿ A que se debe la hipertensión arterial en pediatría ?
La presión arterial es el producto del gasto cardíaco por las resistencias vasculares periféricas. Los incrementos del gasto cardíaco o de las resistencias vasculares provocan el aumento de la presión arterial; si uno de los factores aumenta y el otro disminuye, la tensión puede no aumentar. Cuando la hipertensión en niños es secundaria a otro proceso patológico se denomina hipertensión secundaria. Cuando no se puede encontrar ninguna causa identificable, se habla de hipertensión en niños primaria o esencial. Existen muchos factores, entre ellos los hereditarios, la dieta, el estrés y la obesidad, que pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la hipertensión esencial. La hipertensión secundaria es más frecuente en lactantes y niños pequeños. Muchas de las enfermedades pediátricas pueden provocar aumentos tanto agudos como crónicos de la presión arterial.
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Manifestaciones clínicas
Los niños y adolescentes con hipertensión en niños esencial suelen estar asintomáticos; la elevación de la presión arterial suele ser leve y se detecta en el transcurso de una exploración física rutinaria o previa a la participación en alguna actividad deportiva. Estos niños pueden presentar una obesidad leve o moderada. Los niños con hipertensión secundaria pueden mostrar elevaciones de la presión arterial entre leves y graves. La hipertensión no suele producir síntomas, a menos que la presión aumente rápidamente o se mantenga.
Por ello, las manifestaciones clínicas de la enfermedad subyacente, como el retraso del crecimiento en niños con insuficiencia renal crónica, son las causas más frecuentes por las que se descubre la hipertensión en niños.
En los casos de hipertensión sustancial, pueden producirse cefaleas, mareos, epistaxis, anorexia, trastornos visuales y convulsiones. La presencia de vómitos, elevación de la temperatura, ataxia, estupor y convulsiones sugiere una encefalopatía hipertensiva. Con independencia de la causa, la hipertensión marcada produce lesiones de los órganos diana (corazón y riñón).
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Debe medirse la presión arterial en los niños pequeños y los lactantes con insuficiencia cardíaca de causa no aclarada o convulsiones. Estos pacientes no suelen ser capaces de comunicar sus síntomas, como la cefalea, y en ocasiones su comportamiento no es considerado anormal hasta que aparecen las complicaciones de la hiperpresión en niños.
Una vez controlada la presión arterial, los padres de niños hipertensos suelen comentar de forma retrospectiva que sus hijos se habían vuelto cada vez más irritables antes de diagnosticarse la hipertensión.
Principales causas
La hipertensión del recién nacido se suele asociar a la cateterización de la arteria umbilical y a la trombosis de la arteria renal. La hipertensión en niños de los primeros años de la infancia puede deberse a una enfermedad renal, a una coartación de la aorta, a trastornos endocrinos o a fármacos.
En los adolescentes, la hipertensión arterial esencial es cada vez más frecuente. La gravedad de la hipertensión resulta también útil para diferenciar entre hipertensión primaria y secundaria
La hipertensión renal y nefrovascular son las principales causas de la hipertensión secundaria de los niños. En el 25-50% de los casos existen antecedentes de infecciones del tracto urinario. La hipertensión nefrovascular puede cursar con retención de sodio y aumento de la secreción de renina
Varias endocrinopatías se asocian a hipertensión en niños, habitualmente aquellas que afectan al tiroides, a las paratiroides y a las glándulas suprarrenales. En el hipertiroidismo son frecuentes la hipertensión arterial sistólica y la taquicardia; sin embargo, la tensión diastólica no suele estar elevada. La hipercalcemia, secundaria a un hiperparatiroidismo o a otras causas, suele producir una ligera elevación de la presión arterial debido al aumento del tono vascular.
Los trastornos de la corteza suprarrenal (tumores secretores de aldosterona, hiperplasia suprarrenal congénita, síndrome de Cushing) pueden producir hipertensión en pacientes con aumento de la secreción de mineralcorticoides. Los feocromocitomas son tumores secretores de catecolaminas que producen hipertensión debido a los efectos de la adrenalina y la noradrenalina sobre el corazón y los vasos periféricos.
Los niños con feocromocitoma suelen tener hipertensión mantenida más que intermitente En el 5% de los pacientes con neurofibromatosis se desarrollan feocromocitomas. En niños con síndrome de Guillain- Barré, con poliomielitis, con quemaduras y con síndrome de Stenvens-Johnson, la alteración del tono simpático puede ser la responsable de los aumentos agudos o intermitentes de la presión arterial.
En los adolescentes, distintos tipos de drogas, fármacos y toxinas pueden producir hipertensión en niños. La cocaína puede producir un incremento rápido de la presión arterial y dar lugar a convulsiones o hemorragias intracraneales. La fenciclidina provoca hipertensión transitoria que puede hacerse persistente en los adictos crónicos. El tabaco puede aumentar también la presión arterial.
Los fármacos simpaticomiméticos utilizados como descongestivos nasales, como supresores del apetito y como estimulantes en los trastornos por déficit de atención producen vasoconstricción periférica y grados variables de estimulación cardíaca.
La susceptibilidad a estos efectos varía con las personas. Debe sospecharse la toma de anticonceptivos orales en los casos de hipertensión en niñas adolescentes, aunque la incidencia es baja cuando se utilizan preparados con bajo contenido de estrógenos.
La hipertensión en niños esencial es la forma más frecuente de hipertensión en adultos, y aparece con mayor frecuencia en adolescentes que en niños pequeños. Se suele acompañar de una importante historia familiar.
La causa de la hipertensión esencial es probablemente multifactorial; sin embargo, la obesidad, las alteraciones genéticas del transporte del calcio y del sodio, la reactividad de la musculatura lisa vascular, el sistema renina angiotensina y la resistencia a la insulina parecen intervenir en este trastorno.
Los hijos normotensos de padres hipertensos pueden presentar unas respuestas fisiológicas anormales similares a las de sus padres. El grupo de los hijos de adultos hipertensos responde con mayores incrementos de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial que los hijos de padres normotensos, en situaciones de estrés o cuando participan en actividades de competición.
Como se que mi hijo tiene hipertensión arterial
La edad del paciente (habitualmente adolescente), el nivel de la elevación de la presión arterial (habitualmente leve), el peso (con obesidad entre leve y moderada), una historia familiar positiva y la falta de signos y síntomas de una enfermedad subyacente sugieren el diagnóstico de hipertensión esencial. Es infrecuente llegar a este diagnóstico en niños menores de 10 años.
La obesidad se asocia a la hipertensión en niños esencial, pero salvo en los trastornos de la corteza suprarrenal, los pacientes con hipertensión secundaria rara vez son obesos. La herencia es también un potente determinante de la presión arterial; por ello, lo menos probable es que un adolescente con una leve elevación de la tensión y una fuerte historia familiar de hipertensión esencial padezca una enfermedad subyacente.
En los adolescentes en los que se sospecha una hipertensión esencial es preciso realizar mediciones periódicas de la presión largo del tiempo.
Si la presión arterial continúa subiendo a lo largo de varias semanas o meses de observación, es preciso realizar estudios diagnósticos adicionales para descartar una hipertensión secundaria.
El diagnóstico de hipertensión secundaria también se basa en la edaddel paciente (más joven), el nivel de elevación de la presión arterial (entre leve y extremo) y la presencia de síntomas.
La ecocardiografía resulta útil para estudiar la cronicidad de la hipertensión, que si es de larga evolución podría conducir al desarrollo de hipertrofia ventricular. La ecografía renal permite comparar el tamaño de ambos riñones y valorar la anatomía del sistema colector.
Evolución y pronóstico
Muchos de estos niños continúan presentando hipertensión esencial cuando son adultos, aunque la correlación no es perfecta. En adultos con hipertensión esencial, el tratamiento farmacológico ha demostrado sus beneficios en la reducción de la incidencia de insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal e ictus.
El pronóstico de un niño con hipertensión secundaria está determinado sobre todo por la naturaleza de la enfermedad subyacente y por su respuesta al tratamiento específico.La supervivencia de los pacientes con una enfermedad renal crónica subyacente está determinada por la respuesta del niño a la diálisis y por el éxito de un posible trasplante cardíaco. En pacientes con enfermedad vasculorrenal, el grado del aumento de actividad de la renina en la vena renal puede ayudar a predecir la respuesta al tratamiento.
En ese caso, la corrección quirúrgica tiene grandes probabilidades de conseguir una mejoría notable o incluso la curación de la hipertensión. El pronóstico tras la reparación quirúrgica de las coartaciones de la aorta es variable y depende en parte de la edad a la que se realiza la corrección.
La mayoría de los pacientes que son operados durante la lactancia y la infancia consigue una presión arterial normal tras la cirugía a menos que la coartación recidive; sin embargo, los pacientes en los que el diagnóstico se realiza durante la adolescencia corren el riesgo de hipertensión persistente.
El pronóstico a largo plazo es bueno para los recién nacidos que desarrollan hipertensión arterial tras la cateterización de la arteria umbilical. Pocos de estos pacientes precisan tratamiento después de los 12 meses de edad, y la mayoría de ellos muestra una mejoría notable de la perfusión renal
Prevención
La prevención de la hipertensión arterial debe verse como parte de la prevención de las enfermedades cardiovasculares y del ictus, que son la principal causa de muerte. Otros factores de riesgo cardiovascular comprenden la obesidad, los niveles séricos de colesterol elevados, la ingesta elevada de sodio en la dieta, el estilo de vida sedentario y el consumo de alcohol y tabaco. Empezando en la infancia y continuando a lo largo de la adolescencia, es de especial importancia desaconsejar el consumo de cigarrillos por sus consecuencias nocivas pulmonares y cardiovasculares. El incremento de la rigidez parietal y de la viscosidad sanguínea que se asocian a la exposición a los componentes del tabaco puede ser la causa o exacerbar la hipertensión.
Las campañas destinadas a la población para la prevención de la hipertensión esencial comprenden la reducción de la ingesta de sodio y el incremento de la actividad física, gracias a programas escolares.
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