Cuando me suscribí inicialmente a Intensional, lo hice porque me sedujo la propuesta de plantarle cara a la insatisfacción cotidiana que venía experimentando desde bastante tiempo atrás (fundamentalmente en el aspecto laboral-profesional) y plantearme metas nuevas y diferentes, pasibles de ser alcanzadas en un relativamente corto plazo. La tarea parecía, en teoría, sencilla: había que definir un propósito o rescatar un sueño postergado, diseñar un plan para alcanzarlo, y desarrollar las estrategias y herramientas necesarias para que ese plan tuviera posibilidades de hacerse realidad. Sin embargo, puesta a resolver el paso inicial, me encontré ante una encrucijada:
- ¿Cuál (o cuáles) de los tantos sueños y proyectos que supe acunar a lo largo de los años, es el que podría cambiar mi vida hoy?
- ¿Cuáles de mis fortalezas, habilidades o calificaciones debería potenciar para transformarla en un emprendimiento productivo?
- ¿Cómo decantarme por un solo propósito entre una serie relativamente amplia de posibilidades?
Al plantear esta disyuntiva en conversación con una amiga, ella aún se ubicó a sí misma en una postura diferente. “Al menos tú tienes de dónde elegir”, me dijo; “yo en cambio sé que no estoy contenta con mi vida, pero no se me ocurre ni una sola idea de lo que podría hacer para cambiarla…”
Para ese momento, Paula y otras participantes se hallaban ya listas para pasar a la segunda fase, esto es, al diseño de un plan o programa estratégico para sus respectivos emprendimientos; pero como he dicho antes por aquí, no todos caminamos por la vida al mismo paso, y estoy convencida de que el secreto para el éxito consiste precisamente en aprender a respetar nuestros propios ritmos vitales. En lo personal, comprendí que seguir adelante con el proyecto sin tener antes correctamente definidas las metas y propósitos, sería literalmente como poner la carreta delante de los bueyes…
Si aún no defines tus sueños....
¿Te ha pasado a ti algo parecido? ¿Todavía no logras definir exactamente qué cambios necesitas implementar en tu rutina cotidiana para tornarla más plena y provechosa? ¿Te sientes estancada o insatisfecha, pero no ves claramente la posible solución? Si es así, permíteme compartir contigo la herramienta que me ayudó -y también a mi amiga- a dar forma a nuestros verdaderos deseos y elevarlos a la categoría de metas a alcanzar. Pero antes tengo que aclarar algo que si bien se ha mencionado en oportunidades anteriores, no está de más reiterar: tu propósito no necesariamente tiene que traducirse en un “emprendimiento” de contenido económico. Es verdad que el sueño de muchas mujeres consiste en poder abandonar sus trabajos remunerados para desarrollar proyectos creativos o productivos propios y transformarse en “emprendedoras” en el sentido económico del término; pero no necesariamente tiene que ser esa tu meta. Puede que lo que necesites para sentirte completa y feliz discurra por otros lados: tomarte tiempo para aprender ese estilo de baile que siempre te fascinó, empezar a escribir la novela que has pospuesto durante años, tomarte un año sabático para recorrer el continente de mochilera, diseñar y cultivar un jardín de rosas o -¿por qué no?- encarar la maternidad que tu cuerpo te reclama y que hasta ahora pospusiste en beneficio de tu carrera…
Entonces, redefinamos la tarea: más que determinar un propósito para emprender, lo que vamos a tratar de desentrañar es el factor capaz de transformar tu realidad actual en la vida que siempre has soñado.
¿Estás lista? ¡Vamos a jugar!
¿Recuerdas cuando hace algunas semanas Paula nos contaba sobre una mágica visualización aprendida de Marta, su adscripta de la secundaria? Precisamente mientras leía la anécdota, me vino a la memoria este ejercicio creado por Barbara Sher (autora del libro titulado "Wishcraft, cómo conseguir lo que REALMENTE quieres”) y que llamaremos “TU DÍA IDEAL”.
Con lápiz y papel a mano -o una grabadora, si prefieres soñar en voz alta-, respira profundo varias veces, y comienza a imaginarte cómo sería un día perfecto en tu vida. No estoy hablando de un día de vacaciones, ni de un día festivo o especial, sino de un día común y corriente pero que contuviera en esencia todo lo que consideras que te haría feliz. Imagínalo en tiempo presente y al detalle, desde que te levantas a la mañana hasta que te acuestas por la noche. ¿Qué es lo primero que haces cuando te despiertas? ¿Qué tomas para desayunar? ¿Te lo preparas tú misma o alguien te lo trae a la cama, con una rosa y el diario de la mañana? ¿Tomas un largo baño caliente, o una ducha fría energizante? ¿Qué clase de ropa vistes? ¿En qué empleas la mañana? ¿Y la tarde? En cada momento del día, ¿estás dentro de casa o al aire libre? ¿Quieta o en movimiento? ¿Sola o con otras personas?
Mientras recorres las actividades del día en tu fantasía, ten en mente tres categorías: qué, dónde y quién.
- Qué es lo que estás haciendo, el tipo de trabajo o de juego o actividad. Imagínate a ti misma en la plenitud de tus capacidades (si te gusta pintar o surfear pero no sabes cómo, en esta fantasía sí lo sabes).
- Dónde refiere al tipo de ambiente, espacio o situación (¿un apartamento en la ciudad, una hacienda campestre, un taller de arte, un hotel lujoso?)
- Quién es la gente con la que trabajas, comes, hablas, ríes o duermes. Aquí sin duda colocarás en la fantasía a algunos de tus seres queridos de la realidad; pero puede que también desees incluir a otro tipo de personas con las que te gustaría relacionarte (deportistas, artistas, niños, turistas extranjeros, empresarios o celebridades).
Deja que tu imaginación vuele, y dedícale todo el tiempo que sea necesario. No te limites a aquello que crees posible: describe la clase de día que vivirías si tuvieras absoluta libertad, medios ilimitados y todas las habilidades y capacidades que has deseado poseer. ¡Diviértete soñando despierta, como cuando eras niña!
Y ahora, llegó el momento del análisis.
Una vez que completaste la descripción de tu día ideal, vas a analizar esta fantasía a través de siete preguntas, que te ayudarán a determinar qué es lo que realmente necesitas para sentirte bien, cuánto de ello ya tienes y qué es lo que te está impidiendo alcanzar el resto. Comencemos por clasificar los elementos que incluiste en tu descripción; es verdad, te alenté a adornar lo más posible tu fantasía con todo aquello que haría ese día perfecto para ti, pero seguramente algunas de las cosas que pusiste son mucho más importantes que otras. Averigüemos cuáles son:
PREGUNTA 1: En cada una de las tres categorías -qué, dónde, quién- ¿qué elementos de tu día ideal son absolutamente indispensables para tu felicidad? (es decir, esos que de no tenerlos te sentirías totalmente insatisfecha y los anhelarías)
PREGUNTA 2: ¿Qué elementos son opcionales, pero todavía deseables?
PREGUNTA 3: ¿Cuáles elementos son puramente caprichosos y prescindibles? (esto es, sería lindo tenerlos pero puedes pasar sin ellos y no ser realmente infeliz). Barbara señala en este punto que el que clasifiques un elemento o persona en la categoría de “prescindibles” no significa que no vayas a obtenerlos: tú puedes alcanzar todo aquello que sueñas para tu vida, ¡incluyendo los caprichos! Lo que estamos haciendo en este momento es simplemente centrarnos en tus prioridades, aquellas cosas sin las cuales realmente no puedes vivir, o sea las que debes procurar obtener primero y más pronto, para tener suficiente energía con la que ir a por el resto. Tus horizontes se expandirán en círculos cada vez más amplios si partes de un punto central feliz.
PREGUNTA 4: ¿Qué pasa cuando delimitas la fantasía a un día que contenga únicamente los elementos que clasificaste como indispensables? Aclaremos que no hay una respuesta “correcta” para esto: para algunas personas, la división que hicimos anteriormente es posible, y su día ideal se acotará bastante; mientras que para otras, todos sus elementos van a caer dentro de la categoría de “indispensable”, y por lo tanto esta versión de la fantasía no diferirá casi de la original. Una vez más, tú eres quien decide…
PREGUNTA 5: Una vez que has ajustado tu día ideal de acuerdo a las pautas anteriores, pregúntate: ¿cuántos de estos elementos -si es que hay alguno- tienes ya en tu vida?Esta respuesta te vuelve consciente de las fuentes de satisfacción que ya posees; ellas serán tu base y tu fuente de energía mientras empiezas a moverte en pos de lo que hace falta.
PREGUNTA 6: ¿Qué elementos de tu día ideal ajustado están definitivamente ausentes de tu vida tal como es ahora? Usa las tres categorías para ayudarte a determinar lo que te falta.
PREGUNTA 7: ¿Qué se interpone para que no puedas vivir tu día ideal mañana mismo? ¿Qué sería necesario para obtener los elementos faltantes? ¿Qué problemas u obstáculos te impiden conseguirlos justo ahora? Una vez más, la respuesta será absolutamente única porque tendrá en cuenta tus circunstancias, personalidad, entorno familiar, situación económica… y probablemente muchas más cosas no incluidas en esa lista.
En este punto, tienes delante una comparación bastante objetiva entre tu fantasía y la realidad. Puede que hayas aprendido que tu vida presente no se ve tan lejana a tu sueño como pensabas, o por el contrario, es posible que confirmaras que realmente estás a años luz de lo que realmente deseas. Pero en cualquier caso, ahora sabes con mayor precisión qué es lo que quieres, con qué cuentas desde ya para lograrlo, qué es lo que todavía falta… y por tanto sobre qué tienes que trabajar. Estamos pues en condiciones de pasar a la siguiente fase, o sea a elaborar un plan de acción… pero en eso, desde luego, seguiremos a Paula, ¡que nadie planifica y organiza como ella!
Espero que hayas disfrutado dejando volar la imaginación, y que ello te haya ayudado a definir tus metas como lo hizo conmigo. Antes de despedirme, te invito a conocer “Entre nosotras”,un nuevo espacio bloguero donde compartiremos vivencias y recursos de autoconocimiento y superación personal, siempre desde una mirada femenina y espiritual… ¡Besos y bendiciones!