La confusión entre los términos “compulsión” y “obsesión” descansa principalmente en el hecho de que ambos están interrelacionados hasta el punto en que son muchas las personas que creen que son sinónimos, lo cual no es cierto.
Si todavía no sabes cuál es la diferencia entre obsesión y compulsión o simplemente andas en busca de un poco más de información que sirva de complemento a lo que ya sabes, entonces sigue leyendo, porque a continuación te explicamos todo lo que necesitas saber en torno a este interesante tema tan popular y tan incomprendido hoy en día.
Obsesión
Una obsesión no es más que una fijación. Una persona puede desarrollar una fijación o apego extremo a un objeto, una creencia e incluso otra persona. Cuando esto sucede, el resultado es que quien está obsesionado se encuentra constantemente pensando acerca de alguien o algo, queriendo en extremo protegerlo o tenerlo.
Alguien puede estar obsesionado con algo y no necesariamente tomar acciones o realizar una serie de rituales en respuesta a dicha obsesión.
Compulsión
Por otra parte, la compulsión consiste en el sentimiento de que uno debe hacer algo; es básicamente sentirse forzado a hacer algo. En la mente de la persona afectada este sentimiento de verse forzada puede derivar de otra persona, de sí misma o incluso del universo.
Quien se siente forzado a hacer algo piensa que sucederá una desgracia si no lo hace. Los comportamientos compulsivos se convierten en hábitos que las personas hacen de manera automática y sienten que deben hacerse incluso cuando las circunstancias no favorecen ese tipo de comportamiento.
Tanto las compulsiones como las obsesiones son consideradas como problemas de salud mental, y con mucha frecuencia se relacionan con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo; sin embargo, como ya se sugirió más arriba, uno de estos problemas se puede presentar de manera individual; es decir, alguien puede ser obsesivo sin tener compulsiones, pero siempre que hay compulsiones existen pensamientos obsesivos.
Quien sufre de Trastorno Obsesivo-Compulsivo experimenta dos tipos de comportamiento: obsesión y compulsión. El primero se refiere a pensamientos persistentes, intrusivos e indeseados; también podría presentarse como imágenes e impulsos. Casi siempre se trata de ideas irrealistas y preocupaciones acerca de las catastróficas consecuencias de eventos triviales. Por ejemplo: alguien que piensa que si no se lava las manos más de 100 veces al día se verá expuesto a gérmenes que lo matarán.
Finalmente, en el caso de las obsesiones, aunque la persona sabe que sus ideas son irreales no pueden controlarse. Esto hace que sienta mucha ansiedad y recurra a las compulsiones en busca de alivio. Por tanto, queda claro que las obsesiones son pensamientos, mientras que las compulsiones son acciones.