Conociendo cómo funciona nuestro hígado
El hígado es el órgano-glándula más grande del cuerpo humano, con un peso medio de kilo y medio y situado en su mayor parte en el lado derecho abdominal. Sus funciones son vitales para el ser humano, pues se encarga principalmente de desintoxicar el organismo y sintetizar un importante número de sustancias imprescindibles para el mantenimiento de la vida y la salud. Entre ellas podemos contar con la producción de enzimas digestivas, hormonas y bilis (digestión de los alimentos). Almacena importantes cantidades de vitaminas liposolubles (A, D, E, K), glucógeno y sintetiza ácidos grasos y proteínas plasmáticas (cuyas funciones son la de transportar hormonas, nutrientes, iones, etc. y de regular algunas funciones del organismo como el sistema inmunitario) las globulinas y la albúmina son algunas de estas conocidas proteínas. Es un colaborador activo en la producción de energía (juega un importante papel en el metabolismo del azúcar) y la depuración de la sangre en el organismo filtrando una importante cantidad de toxinas endógenas. También sintetiza el colesterol y metaboliza prácticamente todo aquello que ingerimos a través de la dieta, incluidos los medicamentos y las toxinas. El hígado es el único órgano que posee la capacidad de regenerarse a sí mismo casi por completo, filtra alrededor de 60 litros de sangre por hora siendo el órgano más importante en el proceso de desintoxicación de nuestro cuerpo.
Citocromo P450
El hígado es el primer protagonista frente a las funciones de desintoxicación de nuestro organismo, siendo el citocromo P450 (grupo de proteínas) la principal responsable de la correcta función depurativa realizada por este órgano. El citocromo P450 sintetiza un grupo de enzimas compuestas por aproximadamente unas 100 enzimas con variaciones en cada persona. Su papel es fundamental en el proceso de desintoxicación del organismo, pues cataliza los tóxicos como los fármacos, polucionantes medioambientales (humo, metales pesados, etc.). Transforma las sustancias tóxicas (oxidación, Fase I de desintoxicación) en otras formas menos tóxicas para que puedan ser degradadas mediante otros procesos consecutivos a la fase inicial (conjugación o Fase II) que facilitarán la excreción de los tóxicos a través de las diferentes vías disponibles en el organismo (orina, bilis, sudor, heces, etc.). Es en esta fase cuando se producen los radicales libres como consecuencia de la biotransformación de toxinas a formas hidrosolubles, lo cual requiere de la introducción de antioxidantes para minimizar el efecto indeseable de los mismos en el organismo.
Actualmente existen estudios de análisis clínicos específicos para medir la capacidad detoxificante del hígado en cada persona. Concretamente se realizan pruebas dentro de la Fase I y II de la detoxificación, midiendo en la primera la eficacia del citocromo P450 en cada persona y en la segunda se analizan las subfases por las que ha de pasar todo el proceso hasta ser completado. La detoxificación hepática se halla condicionada por diversos factores tales como la herencia genética, el estilo de vida, la carga farmacológica, etc. y con el fin de optimizar el tratamiento individualizado se llevan a cabo esta clase de pruebas especiales para una mejor planificación de la detox hepática. Estas pruebas específicas aunque son aptas para todo aquel que desee gestionar eficazmente su salud, están especialmente indicadas en casos de personas con sensibilidad química múltiple, fatiga crónica, fibromialgia, alteraciones metabólicas e inmunitarias e inflamaciones crónicas.
Fases I y II de desintoxicación hepática
Es en la Fase I de detoxificación cuando el citocromo P450 entra en acción transformando los xenobióticos a formas hidrosolubles que permitirán ser excretados a través de la orina y la bilis. No en todas las personas la función de este grupo de proteínas se da de igual manera. En algunos casos su función se verá disminuida y será más o menos eficiente su acción durante el proceso. Su correcto funcionamiento y producción depende en gran medida de la situación bioquímica interna de cada organismo y de ciertos agentes exógenos como la ingesta de fármacos por ejemplo o la polución medioambiental. Existen factores que influyen en su función como algunos nutrientes que en caso de ser deficientes disminuirán también su producción y acción. Para estimular la producción enzimática serán necesarios cofactores como algunos minerales y vitaminas entre los que destacan el zinc, el magnesio, el cobre, selenio, cromo, hierro, molibdeno y las vitaminas B (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9, B12) y vitamina C.
Fases I y II en la detox hepática y nutrientes necesarios
En esta primera fase el tratamiento ortomolecular de desintoxicación hepática se centrará en:
Dieta hipotóxica
Suplementos depurativos hepáticos y estimuladores de la función hepática y de la vesícula biliar
Una dieta hipotóxica ortomolecular para una potente desintoxicación hepática consistirá principalmente en:
Suspender la ingesta de todo tipo de alimentos industrializados como: alimentos pre-cocinados, congelados, preparados, sobres, latas, etc.
Alimentos refinados: harina blanca de trigo refinado (pan, galletas, pastas, etc.)
Alimentos cocinados de las siguientes formas: frituras, microondas (que degenera a nivel molecular los alimentos), asados con carbón, altas temperaturas, comida quemada.
Azúcares: edulcorantes como aspartamo y sacarina, azúcar blanca refinada.
Alcohol y cafeína, chocolate con leche y azúcar, golosinas.
Leches de origen animal, margarina y mantequilla, nata, quesos grasos, exceptuando el yogur natural.
Aderezos industriales, salsas, sal de mesa común, vinagres.
Embutidos y carne de cerdo, ternera y aves, exceptuando el pescado.
Alimentos que se han de incorporar en el tratamiento detoxificante hepático ortomolecular:
Alimentos frescos, de temporada y de la región: vegetales, verduras y frutas.
Harinas integrales, harinas de espelta, kamut, quinoa, legumbres, arroz, cuscús integral.
Legumbres (azukis, garbanzos, lentejas, judías) y cereales (arroz integral o basmati) quinoa, amaranto, mijo, avena, trigo sarraceno.
Tortas de arroz, galletas de avena, espelta, harina integral, centeno.
Semillas: lino, sésamo, calabaza, chía, amapola, girasol.
Frutos secos, naturales y sin sal ni tostar.
Leches vegetales de avena, arroz, almendras, etc.
Sal del Himalaya, de hierbas o marina.
Aceite de oliva virgen extra, cártamo, nuez, cáñamo, aceite de germen de trigo, vinagre de manzana o limón
Algas (todas) puesto que son altamente depurativas
Algarroba si se desea ingerir algún alimento que sepa a chocolate.
Pescados azules y blancos.
Huevos ecológicos o criados a campo.
Miel natural de abejas, azúcar moreno de caña integral, estevia.
Beber y cocinar con agua depurada, filtrada o mineral.
Yogures naturales sin sabor ni fruta ni cereales, de soja o cabra preferiblemente (aunque también pueden ser de leche de vaca, puesto que la leche de vaca fermentada es mucho más digestible de esta forma)
Pasta integral, de harina de arroz o espelta.
Leche de coco (como sustitutivo de la nata), queso de cabra u oveja
Pautas nutricionales para la detoxificación hepática:
Se ha de ingerir al menos una vez al día una ensalada cruda enriquecida con semillas, preferiblemente en la comida del mediodía.
Consumir frutas fuera de las comidas, sobre todo en el desayuno y a media mañana.
Cocinar al vapor, al horno a menos de 110ºC, al wok o a la plancha, o escalfados.
Consumir al menos una ración de pescado al día, sobre todo en la comida del mediodía.
Beber abundante cantidad de agua depurada (filtrada).
Cenar platos templados y cocinados (no crudos) como cereales o cremas de verduras y legumbres.
Realizar cinco comidas al día. Comer de forma tranquila y masticar correctamente. Realizar toma de pequeñas/moderadas cantidades de alimento cada vez, sin exagerar.
A fin de no entorpecer el proceso digestivo, se recomienda no ingerir bebidas frías o con hielo antes o durante las comidas.
Ingerir una infusión depurativa después de cada comida, por ejemplo de cardo mariano, diente de león o boldo.
Incluir gran cantidad de crucíferas en la dieta puesto que su contenido en azufre es elevado y por tanto favorecen la capacidad depurativa del hígado.
Evitar en la medida de lo posible ingerir medicamentos durante la detoxificación (a excepción de que sea estrictamente indispensable)
Evitar la exposición a agentes tóxicos como aire contaminado, metales pesados, productos químicos, tabaco y polucionantes de todo tipo.
Procurar descansar al menos 8 horas diarias y realizar ejercicio físico moderado y adaptado al menos durante 30 minutos diarios.
Suplementos ortomoleculares necesarios en la detoxificación hepática:
Ante todo deberemos tener en cuenta que aunque aquí se expongan unas recomendaciones generales, siempre es necesario acudir a la consulta de un profesional que nos asesore y personalice los tratamientos. No todas las personas expresan la misma eficacia a la hora de realizar una detoxificación hepática, porque para ello se han de tener en cuenta muchos factores importantes tales como: el estado de salud de la persona, nivel de intoxicación, fármacos que ingiere, estilo de vida, etc. Por lo tanto cada detoxificación deberá ser realmente adaptada a las necesidades y caso de cada persona en particular.
No obstante como normal general en nutrición ortomolecular existen preparados de espectacular efecto sobre la primera fase de la detoxificación hepática. Estos compuestos específicos concentran en su composición extractos de plantas detoxificadoras del hígado como el cardo mariano, diente de león, boldo, jengibre, bioflavonoides, vitamina C, N-Acetil-cisteína, selenio, L-Glutation, rábano negro, equisandra, alcachofera, cúrcuma, ácido alfa lipoico, ácidos grasos esenciales y algunos tipos de algas entre algunos otros más.
En la fase siguiente será fundamental introducir antioxidantes, quelantes de metales pesados y complejos vitamínicos y minerales completos y aminoácidos azufrados, así como realizar de forma complementaria una detoxificación de riñones e intestinos.
Fase II de la detoxificación hepática:
En esta segunda fase el hígado ya ha cumplido con su función de transformar las sustancias tóxicas del organismo en formas más reactivas para que puedan ser eliminadas por las vías de expulsión adecuadas. Es una fase muy importante del proceso puesto que en ella se generarán radicales libres y se movilizarán gran cantidad de metales pesados del organismo que será de fundamental urgencia atender para evitar una intoxicación mayor. Destacan en esta fase las subfases por las que se desarrolla: conjugación, sulfoconjugación, sulfooxidación, conjugación de aminoácidos, metilación, acetilación y glucuronidación, y cada fase requerirá de unos nutrientes específicos para que sean realizadas de forma eficaz.
En la Fase II por tanto se continuará manteniendo la dieta, y se deberán introducir suplementos específicos para ayudar al organismo a terminar eficazmente el proceso de desintoxicación hepática.
En esta fase los suplementos más importantes son:
Complejos vitamínicos y minerales completos
Antioxidantes
Quelantes de metales pesados
Cofactores de la L-Glutation
Aminoácidos azufrados y completos
Metionina, cisteína, taurina, glicina, arginina, glutamina
Vitaminas C y vitaminas B (B1, B2, B3, B5, B6, B9 y B12 y colina)
Selenio, zinc y vitamina E
SAMe (S-adenosil-metionina)
Algas y desmodium
En una fase posterior se habrá de realizar también una depuración renal e intestinal, que además de contemplar una dieta libre de toxinas deberá ser suplementada con limpiadores renales e intestinales, dando así por terminada la detoxificación completa.
Existen preparados completos que han sido desarrollados dentro del campo de la nutrición ortomolecular con fines específicos, como por ejemplo realizar tratamientos como el planteado de detoxificación hepática profunda.
Síntomas más comunes presentes en un hígado sobrecargado de toxinas
Existe una sintomatología característica cuando el hígado se halla recargado de toxinas y sus funciones se ven disminuidas o son ineficientes, también existen algunos trastornos y patologías que se ven implicadas en el mal funcionamiento hepático por altos niveles de toxinas. En estos casos conviene empezar cualquier tratamiento específico con una profunda detoxificación hepática para continuar luego con un tratamiento enfocado a la atención del problema de salud concreto. Esta acción previa siempre será beneficiosa puesto que aumentará el éxito y la eficacia de cualquier tratamiento así como acortará muy posiblemente el tiempo de recuperación del paciente. La detoxificación hepática forma parte de muchos tratamientos ortomoleculares de patologías donde al tratar el terreno disminuyen por efecto de esta depuración muchos de los síntomas relacionados con patologías en las que normalmente no se plantearía realizar una detoxificación hepática como punto de partida.
Entre los síntomas más evidentes de un hígado recargado de toxinas podemos mencionar:
Debilidad, fatiga, cansancio, falta notable de energía vital
Dificultad para concentrarse, bajo nivel de atención y alerta mental, embotamiento, fatiga mental
Molestias digestivas como digestiones pesadas, hinchazón abdominal, acidez, gases
Estreñimiento/diarrea
Dolores de cabeza frecuentes
Color amarillo en el blanco de los ojos y piel amarillenta (ictericia)
Orina de color oscuro y maloliente
Tendencia a desarrollar ojeras
Colesterol elevado
Carácter irritable, con tendencia a la ira
Factor de tolerancia a la glucosa
Trastornos en la piel (con tendencia a desarrollar sarpullidos) y cabello y uñas débiles
Sobrepeso y envejecimiento precoz
Sensibilidad química múltiple, fibromialgia y fatiga crónica
Trastornos metabólicos crónicos y procesos inflamatorios e inmunitarios crónicos
La detoxificación hepática como acción preventiva en el desarrollo de enfermedades
Es importante realizar al menos una vez al año una detoxificación hepática completa bajo la supervisión de un nutricionista ortomolecular. Hay que tener muy en cuenta que cada persona presentará unos síntomas concretos y unas circunstancias diferentes que serán necesarias tratar de forma personalizada para conseguir el máximo beneficio de una detoxificación bien planificada y adaptada de forma individual.
Es una acción preventiva que nos ayudará a evitar el posible desarrollo de patologías y el agravamiento de otras. Como resultado obtendremos un mayor nivel de energía, mejora de todas las funciones hepáticas, digestivas e intestinales, un mayor nivel de concentración y alerta mental, limpieza celular profunda del hígado, un estado anímico más elevado, y en algunos casos la pérdida de algunos kilos demás en caso de sobrepeso.
El hígado es el órgano que nos proporciona mayor energía vital, debemos tener presente la importancia que cumple su función en nuestra salud y cuidar nuestra forma de alimentarnos para evitar la sobrecarga tóxica y mantenerlo en buenas condiciones para que pueda cumplir eficazmente con sus funciones de desintoxicación del organismo. Así podremos evitar el desarrollo de futuras enfermedades y trastornos relacionados con un deficiente funcionamiento de este órgano-glándula de fundamental importancia en el mantenimiento de la salud.
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