Confieso que me vuelven loca las croquetas: de jamón, de marisco, de cocido... De todas las maneras. Pero por culpa de mi problema de candidiasis, hacía ya mucho tiempo que no las probaba.
Cuando Ana, de Refamilia y otros enredos, nos propuso esta receta lo primero que hice fue darle las gracias por traerlas de nuevo a mi vida. Habría sido tan fácil como cambiar un par de ingredientes, pero sin darme apenas cuenta las había apartado de mi dieta.
Estos son los ingredientes de esta fantástica receta tradicional:
Lo primero que hice fue pasar por la plancha las pechugas de pollo, pero también podéis utilizar las del cocido o las que os sobraron de la cena. Las reservamos.
En una sartén, ponemos aceite a calentar y sofreímos la cebolla. Cuando ya esté dorada, añadimos las pechugas de pollo, que habremos cortado previamente en trocitos muy pequeños, y media cucharadita de sal. Mezclamos bien.
* Truco: En este punto, yo lo que suelo hacer es pasar la mezcla a una picadora para que quede bien triturado y no nos encontremos después ningún trozo más grande en nuestras croquetas.
A continuación, devolvemos la mezcla resultante a la sartén y añadimos la harina. Mezclamos bien y, con el fuego medio-bajo, añadimos la leche lentamente sin dejar de remover en la misma dirección.
* La masa estará perfecta cuando consigáis una mezcla homogénea que se separe fácilmente de la sartén. En el caso de la bechamel, soy un poco "madre" y mis cantidades suelen ser a ojo. Cuando tengo la textura perfecta, dejo de añadir leche y retiro la masa del fuego.
Dejamos reposar la masa un par de horas mínimo, aunque es más fácil trabajarla si la hacemos el día antes.
Pasado este tiempo y, con la ayuda de una cuchara sopera, empezamos a dar forma a nuestras croquetas, las pasamos por el huevo batido y después por el pan rallado.
Así van quedando:
Cuando ya las tengamos todas, sólo nos quedará freírlas en una sartén con el aceite bien caliente.
* Truco: Si una vez pasadas por el huevo y el pan rallado creéis que son muchas, podéis guardarlas tal cual en el congelador. Pasadas unas horas (cuando ya estén congeladas), las retiráis del plato en el que las guardasteis y ya podéis meterlas en bolsas de congelar. De esta manera, no se os pegarán XD
Y, por último, sólo os queda disfrutar de ellas ¡Nosotros nos hemos puesto las botas esta semana!¿Os gustan las croquetas?
¿Tenéis algún súper truco para que os queden ricas?
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¡Feliz semana!
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